Airgid Vanaidiam
Metalhead
10-10-2024, 12:59 PM
Un gimnasio convencional se les quedaba tremendamente pequeño a los dos. La idea parecía haber gustado en el interior del vikingo, que rápidamente dejó caer la máquina con todo su peso, formando un pequeño boquete en el suelo y con él un potente retumbar. La rubia correspondió su sonrisa y siguió su estela hacia las afueras del lugar, dejando tras de sí a una panda de sorprendidos gimnastas. Soprendidos pero aliviados casi a partes iguales, pues la verdad es que la presencia de los dos intimidaba y molestaba bastante, aún sin quererlo, aún sin prestarles atención. Airgid había pagado por apenas unos veinte minutos de ejercicio... pero tampoco le importaba, ya sabía que nunca más volvería a cometer aquel error.
Dando saltitos al lado de Ragnheidr, Airgid se preguntaba hacia dónde la estaba llevando. Parecía tener algo en mente, por cómo lo había anunciado hace un momento, pero la rubia no terminaba de imaginar el qué. Tenía curiosidad por ver qué se le ocurría, qué manera prefería él para entrenar. Seguro que consistía en algo bestial y desmesurado, que para él resultaría sencillo y para ella un desafío. Una idea que no le desagradaba en absoluto.
No tardaron demasiado en llegar a un descampado, un lugar apartado de tierra y espacio abierto que no parecía ser demasiado transitado ni visitado. Airgid se sorprendió un poco de que no hubiera nada, nada en absoluto que poder levantar o arrear a puñetazos, su mente tardó un instante en hacer "click" y comprender que, en esta ocasión, ellos mismos serían su propio entrenamiento. Las palabras del vikingo lo terminaron por confirmar, quería enfrentarse a ella, en un uno a uno, en la intimidad de la soledad. Airgid esbozó una sonrisa, correspondiendo su mirada fija y desafiante. Se colocó frente a él, a una distancia de cinco metros y se tomó unos segundos antes de contestar.
— Tú y yo. — Repitió ella. Se sentía extrañamente halagada por aquel desafío. A simple vista, casi cualquier persona apostaría por Ragnheidr y subestimaría a una persona como Airgid, solo por la comparación física. Todos pensarían que no tenía nada que hacer contra él. Pero Ragnheidr no, él la había considerado como una oponente a su mismo nivel en el momento en el que la retó, y eso lo apreciaba considerablemente. Emocionada por aquel desafío, hizo el primer movimiento.
Sin armas, sin el poder de su fruta del diablo, o al menos no de momento. De momento, solo usaría su cuerpo, sus músculos. Avanzó hacia él lo más rápido que pudo a base de saltos y sin esperar más respuesta por su parte, dio un último gran salto a la vez que preparaba el puño derecho para, en lo más alto, direccionarlo contra él a la altura de su pecho.