Atlas
Nowhere | Fénix
10-10-2024, 05:14 PM
(Última modificación: 24-10-2024, 03:26 PM por Atlas.
Razón: Edit para cambiar tier de la misión
)
Loguetown, la principal base de la Marina en todo el East Blue, la puerta que conduce más allá del muro desde uno de los mares que más leyendas ha regalado a la historia. Sí, lo cierto es que no son pocos los habitantes de Loguetown que se sienten especialmente orgullosos de su origen. Se levantan en las mañanas soleadas y se asoman al balcón, buscando en el horizonte la silueta recortada de la base del G-31 como pétreo garante de la seguridad de la zona. No es raro ver voluminosas capas blancas de gruesas hombreras con el kanji —sea lo que sea eso— Justicia bordado a la espalda. Ondean al viento incluso los días en los que ni una sola hoja se mueve, ajenas a la realidad que transcurre en el ambiente a su alrededor.
Y es que, de hecho, esa aparente perezosa perspicacia de la supuesta —mal llamada según algunos— Justicia no sólo aplica para las autónomas capas ondeantes. No, quienes de verdad sabéis cómo funciona el mundo, lo que no se ve, sois conscientes de que una gran bandera de la Marina cubre toda la isla de Loguetown. Sí, la tapa por completo, pero cuanto más grande y amplia es la alfombra más cosas se pueden esconder debajo sin que abulten demasiado. En efecto, en Loguetown, al margen de la mirada de las autoridades o con la interesada connivencia de las mismas, las actividades delictivas se desarrollan igual que en cualquier otro lado. Bueno, a decir verdad ese juicio no es del todo justo. Los métodos desarrollados en un lugar como Loguetown son más exquisitos, elaborados y productivos que en lugares donde los uniformados no tienen tanta presencia.
¿Pero qué te voy a contar a ti, Syxel, que no sepas ya? Ambos sabemos que no es la primera vez que metes el hocico en según qué ambientes. La compraventa clandestina, pese a no ser un negocio fácil, puede aportar grandes beneficios económicos y ayudarte a establecer una serie de contactos e influencias que te sean de ayuda en algún momento. Toda esta parte suena muy bien, claro que sí, pero lo que nadie cuenta es la parte de obtener la mercancía. También está el tema de encontrar alguien de fiar a quien vendérsela, claro, pero eso es otro tema que viene después del primero.
—Sí, pasado mañana —te dice Argus a media voz, medio escondido detrás de su jarra de cerveza en una mesa apartada del Trago del Marinero—. Pasado mañana habrá un encuentro selecto, solo para gente de confianza, en una de los salones reservados del Casino Missile. No conozco a quiénes van ni sé sus nombres, pero me han dicho que son personas con mucho dinero y poder algunas, y que otras tienen objetivos más... a gran escala, por decirlo así. Todos ellos necesitan mercancía... de todo tipo, ya sabes. Drogas, armas, cuadros... Lo que sea.
Habla contigo con evidente nerviosismo, intentando ocultarse bajo el cuello subido de su cazadora consumida por la humedad y el olor a tabaco malo. Argus es un confidente con el que llevas trabajando desde hace poco. Cualquiera que conozca un poco de las cloacas de Loguetown sabe quién es, un tipo tan escurridizo como traicionero y bien informado. Le debe favores a todo el mundo y todo el mundo le debe favores a él. De hecho, ahora mismo te debe la que va a ser su quinta jarra de cerveza, aunque supongo que se la perdonarás cuando acabe de hablar contigo.
—Según dicen, lo han mantenido todo en secreto hasta el último momento para que la Marina no les pueda cazar. El requisito para acceder, además de que se fíen de ti, es que muestres algo que represente la mercancía que quieres vender y que eso le interese a alguno de los que está allí. No tengo demasiado claro cómo lo van a hacer, la verdad, pero es lo que me han dicho. Me dijeron que sólo se lo comentase a gente de confianza... De confianza para ellos, claro, que no es tu caso, pero he pensado que te podía interesar. Además, mañana por la noche llegan al menos dos barcos durante la madrugada. Me lo ha dicho Marie, una amiga que se tira a uno de los guardias del muelle por las noches a cambio de un puñado de berries. Por lo visto, al acabar al tipo se le puede sacar cualquier información que se te ocurra. Viene un barco de la Marina camuflado como mercante con cañones con su munición, armas de fuego y de todo. También llega un barco algo más pequeño que según dicen lleva varias esculturas de valor. No tengo ni puta idea de arte, pero tengo entendido que se paga bien. Además, y esto lo sé por mí, no por nadie, un grupito local que se está intentando hacer un hueco va a recibir algo de mercancía a eso de las tres de la mañana en el muelle dos. Tengo entendido que es mierda de la buena, pero no lo sé seguro —culmina, dándose unos toques disimulados en la nariz.
Puedes hacerle las preguntas que quieras a Argus y él te las responderá si sabe la respuesta. Si has tenido suficiente con esto, con que le pagues las rondas y le des lo suficiente como para un par de dosis se irá satisfecho. Al margen de que la conversación haya terminado, parece que tienes como unas veinticuatro horas para decidir si te interesa intentar participar de algún modo en ese encuentro o lo que sea, así como para obtener alguna mercancía que pueda resultar atractiva. ¿Qué me dices?
Y es que, de hecho, esa aparente perezosa perspicacia de la supuesta —mal llamada según algunos— Justicia no sólo aplica para las autónomas capas ondeantes. No, quienes de verdad sabéis cómo funciona el mundo, lo que no se ve, sois conscientes de que una gran bandera de la Marina cubre toda la isla de Loguetown. Sí, la tapa por completo, pero cuanto más grande y amplia es la alfombra más cosas se pueden esconder debajo sin que abulten demasiado. En efecto, en Loguetown, al margen de la mirada de las autoridades o con la interesada connivencia de las mismas, las actividades delictivas se desarrollan igual que en cualquier otro lado. Bueno, a decir verdad ese juicio no es del todo justo. Los métodos desarrollados en un lugar como Loguetown son más exquisitos, elaborados y productivos que en lugares donde los uniformados no tienen tanta presencia.
¿Pero qué te voy a contar a ti, Syxel, que no sepas ya? Ambos sabemos que no es la primera vez que metes el hocico en según qué ambientes. La compraventa clandestina, pese a no ser un negocio fácil, puede aportar grandes beneficios económicos y ayudarte a establecer una serie de contactos e influencias que te sean de ayuda en algún momento. Toda esta parte suena muy bien, claro que sí, pero lo que nadie cuenta es la parte de obtener la mercancía. También está el tema de encontrar alguien de fiar a quien vendérsela, claro, pero eso es otro tema que viene después del primero.
—Sí, pasado mañana —te dice Argus a media voz, medio escondido detrás de su jarra de cerveza en una mesa apartada del Trago del Marinero—. Pasado mañana habrá un encuentro selecto, solo para gente de confianza, en una de los salones reservados del Casino Missile. No conozco a quiénes van ni sé sus nombres, pero me han dicho que son personas con mucho dinero y poder algunas, y que otras tienen objetivos más... a gran escala, por decirlo así. Todos ellos necesitan mercancía... de todo tipo, ya sabes. Drogas, armas, cuadros... Lo que sea.
Habla contigo con evidente nerviosismo, intentando ocultarse bajo el cuello subido de su cazadora consumida por la humedad y el olor a tabaco malo. Argus es un confidente con el que llevas trabajando desde hace poco. Cualquiera que conozca un poco de las cloacas de Loguetown sabe quién es, un tipo tan escurridizo como traicionero y bien informado. Le debe favores a todo el mundo y todo el mundo le debe favores a él. De hecho, ahora mismo te debe la que va a ser su quinta jarra de cerveza, aunque supongo que se la perdonarás cuando acabe de hablar contigo.
—Según dicen, lo han mantenido todo en secreto hasta el último momento para que la Marina no les pueda cazar. El requisito para acceder, además de que se fíen de ti, es que muestres algo que represente la mercancía que quieres vender y que eso le interese a alguno de los que está allí. No tengo demasiado claro cómo lo van a hacer, la verdad, pero es lo que me han dicho. Me dijeron que sólo se lo comentase a gente de confianza... De confianza para ellos, claro, que no es tu caso, pero he pensado que te podía interesar. Además, mañana por la noche llegan al menos dos barcos durante la madrugada. Me lo ha dicho Marie, una amiga que se tira a uno de los guardias del muelle por las noches a cambio de un puñado de berries. Por lo visto, al acabar al tipo se le puede sacar cualquier información que se te ocurra. Viene un barco de la Marina camuflado como mercante con cañones con su munición, armas de fuego y de todo. También llega un barco algo más pequeño que según dicen lleva varias esculturas de valor. No tengo ni puta idea de arte, pero tengo entendido que se paga bien. Además, y esto lo sé por mí, no por nadie, un grupito local que se está intentando hacer un hueco va a recibir algo de mercancía a eso de las tres de la mañana en el muelle dos. Tengo entendido que es mierda de la buena, pero no lo sé seguro —culmina, dándose unos toques disimulados en la nariz.
Puedes hacerle las preguntas que quieras a Argus y él te las responderá si sabe la respuesta. Si has tenido suficiente con esto, con que le pagues las rondas y le des lo suficiente como para un par de dosis se irá satisfecho. Al margen de que la conversación haya terminado, parece que tienes como unas veinticuatro horas para decidir si te interesa intentar participar de algún modo en ese encuentro o lo que sea, así como para obtener alguna mercancía que pueda resultar atractiva. ¿Qué me dices?