Ray
Kuroi Ya
10-10-2024, 07:18 PM
Cuando había adoptado su forma híbrida era perfectamente consciente de que iba a despertar miradas curiosas. Desde luego no todos los días se veía a un ser mitad humano mitad abeja salir volando ante las narices de un montón de personas absortas en sus apuestas en mitad de un lujoso casino. Y aunque el peliblanco encontraba una particular belleza en las formas de su aspecto como insecto, entendía a la perfección que no todo el mundo opinara como él. Al fin y al cabo esa familia de animales solía ser injustamente considerada fea o asquerosa, e incluso muchas personas les tenían un totalmente injustificado miedo. Injustificado ya que las abejas son absolutamente necesarias para el mantenimiento de los diferentes ecosistemas del mundo. No son agresivas como las avispas, esos seres llenos de maldad que tienen la culpa de todo el odio recibido por las pobres abejas debido a su parecido para el ojo no experto, y no representan un peligro para el ser humano. Bueno, salvo en el caso del propio Ray para cualquier delincuente que osara actuar en su cercanía, como era el caso de esa ocasión.
En cuanto estuvo arriba en el palco múltiples estímulos inundaron su mente de información. Lo más llamativo de entrada fue el olor a pólvora que, proveniente del suelo, le llevó a encontrar un mechero con el símbolo del casino grabado y un cilindro alargado y estrecho de color negro, de unos cinco centímetros de largo y con un botón rojo en una de sus puntas. El mechero, por suerte, estaba cubierto de sudor, lo que le permitió tener un nuevo pero sutil aroma que seguir.
No obstante los estímulos eran tantos que en situaciones como aquella podían resultar excesivos y sobrepasar la capacidad de procesamiento de cualquiera. No resultaba fácil absorber toda esa información, categorizarla, entenderla y priorizarla para poder tomar la mejor decisión posible, y era una de las cosas que más le había costado conseguir en sus primeras semanas utilizando los poderes de su fruta del diablo. Y el Haki añadía otra capa más de complejidad a aquella información claro, aunque una vez se lograba desenmarañar todos los estímulos recibidos habilitaba la posibilidad de tomar decisiones mucho más acertadas.
En ese momento concreto había bastantes posibilidades. Tras salir del palco hacia una estancia contigua, un rellano sin ventanas y con escasa decoración más allá de una elegante fuente en su centro, tenía varias opciones a su disposición. Por un lado una puerta que llevaba a otra estancia en la que podía captar múltiples presencias que se mezclaban entre sí, donde parecía que habían huido dos de las tres personas que había percibido abandonando de forma sospechosa el palco. Por otro lado, al fondo del pasillo a su derecha había unas escaleras ascendentes. Por allí era por donde le daba la sensación de que había ido el tercero de los sujetos sospechosos, y el aroma que podía captar en aquella dirección era muy similar al del mechero que había encontrado. No obstante también podía significar tan solo que el asesino hubiese venido desde esa dirección, no tenía por qué ser la que había tomado. Y por último, a su izquierda podía percibir con dificultad, y solo gracias a la gran capacidad sensorial de sus antenas, una esencia a pólvora y a quemado a lo lejos.
Era cierto que este último estímulo era el más sutil y, con diferencia, el más alejado a priori, y que ninguna de las presencias que había captado inicialmente parecían haber ido en esa dirección, pero el hecho de que se tratase de pólvora lo volvía más peligroso e intrigante. Podía tener implicaciones incluso mayores que el intento de asesinato que acababa de presenciar. Así que decidió seguir este último rastro, no sin dudar mil y una veces en su cabeza durante unos escasos segundos que le parecieron horas. Pero rápidamente empezó a avanzar en pos de aquel sutil aroma a quemado y a pólvora, tan sigiloso como sus habilidades como ninja le permitían ser y con su Haki activado para detectar posibles sorpresas desagradables.
En cuanto estuvo arriba en el palco múltiples estímulos inundaron su mente de información. Lo más llamativo de entrada fue el olor a pólvora que, proveniente del suelo, le llevó a encontrar un mechero con el símbolo del casino grabado y un cilindro alargado y estrecho de color negro, de unos cinco centímetros de largo y con un botón rojo en una de sus puntas. El mechero, por suerte, estaba cubierto de sudor, lo que le permitió tener un nuevo pero sutil aroma que seguir.
No obstante los estímulos eran tantos que en situaciones como aquella podían resultar excesivos y sobrepasar la capacidad de procesamiento de cualquiera. No resultaba fácil absorber toda esa información, categorizarla, entenderla y priorizarla para poder tomar la mejor decisión posible, y era una de las cosas que más le había costado conseguir en sus primeras semanas utilizando los poderes de su fruta del diablo. Y el Haki añadía otra capa más de complejidad a aquella información claro, aunque una vez se lograba desenmarañar todos los estímulos recibidos habilitaba la posibilidad de tomar decisiones mucho más acertadas.
En ese momento concreto había bastantes posibilidades. Tras salir del palco hacia una estancia contigua, un rellano sin ventanas y con escasa decoración más allá de una elegante fuente en su centro, tenía varias opciones a su disposición. Por un lado una puerta que llevaba a otra estancia en la que podía captar múltiples presencias que se mezclaban entre sí, donde parecía que habían huido dos de las tres personas que había percibido abandonando de forma sospechosa el palco. Por otro lado, al fondo del pasillo a su derecha había unas escaleras ascendentes. Por allí era por donde le daba la sensación de que había ido el tercero de los sujetos sospechosos, y el aroma que podía captar en aquella dirección era muy similar al del mechero que había encontrado. No obstante también podía significar tan solo que el asesino hubiese venido desde esa dirección, no tenía por qué ser la que había tomado. Y por último, a su izquierda podía percibir con dificultad, y solo gracias a la gran capacidad sensorial de sus antenas, una esencia a pólvora y a quemado a lo lejos.
Era cierto que este último estímulo era el más sutil y, con diferencia, el más alejado a priori, y que ninguna de las presencias que había captado inicialmente parecían haber ido en esa dirección, pero el hecho de que se tratase de pólvora lo volvía más peligroso e intrigante. Podía tener implicaciones incluso mayores que el intento de asesinato que acababa de presenciar. Así que decidió seguir este último rastro, no sin dudar mil y una veces en su cabeza durante unos escasos segundos que le parecieron horas. Pero rápidamente empezó a avanzar en pos de aquel sutil aroma a quemado y a pólvora, tan sigiloso como sus habilidades como ninja le permitían ser y con su Haki activado para detectar posibles sorpresas desagradables.