Ray
Kuroi Ya
10-10-2024, 08:10 PM
Tu desconfianza hacia esas extrañas frutas que son los higos parece claramente justificada, a juzgar por la historia que te han contado. Es cierto que algo en todo aquello no huele bien, y resulta realmente sospechoso. Sin embargo, por más que te fijes en ellos, no consigues ver nada que llame tu atención. A simple vista parecen unos higos normales y corrientes, incluso podría decirse que más apetitosos de la media. Es todo un misterio.
Sigues cocinando, ebrio como te encuentras, aunque como se trata de tu estado habitual eso no supone ninguna desventaja para ti. Pese a tu embriaguez te manejas entre los fogones con destreza y eficacia, preparando platos de ceviche con tu salsa especial que algunos clientes piden al ofrecérseles. Y las impresiones no parecen estar siendo malas, o al menos eso es lo que Douma te hace saber:
- Te doy mi enhorabuena, señor revolucionario. Tu ceviche está triunfando y cada vez más clientes lo piden. Está siendo un auténtico éxito. - Te cuenta, exultante, mientras se ríe a carcajadas y te da una palmada en tu diminuta espalda. Aunque, al no haber tenido en cuenta lo pequeño de tu tamaño dicha palmada acaba convirtiéndose a la vez en una colleja que golpea suavemente tu nuca y un azote en tu trasero. Lo cual resulta bastante curioso.
Mueves alguno de los higos sutilmente con una cuchara de madera, pero no consigues percibir tampoco nada rara. Sea cual sea el secreto de estos frutos da la sensación de que no va a resultar ni mucho menos sencillo revelarlo.
En ese momento empiezan a escucharse ruidos fuera. Puedes oír a Douma, en el comedor principal, gritar:
- ¿Quiénes sois y qué queréis? - Su voz suena brusca y enfadada, lo que hace pensar que alguna persona no deseada ha irrumpido en el restaurante o que alguien la está liando más de la cuenta. Escuchas un disparo, y escasos momentos después los gritos se multiplican. Se empieza a oír pasos, muchos pasos, acompañados de un desordenado griterío. Las pocas cosas que puedes captar parecen gritos de miedo o de súplica, y los pasos rápidos que se escuchan dan la sensación de pertenecer a personas corriendo. ¿Qué harás?
Sigues cocinando, ebrio como te encuentras, aunque como se trata de tu estado habitual eso no supone ninguna desventaja para ti. Pese a tu embriaguez te manejas entre los fogones con destreza y eficacia, preparando platos de ceviche con tu salsa especial que algunos clientes piden al ofrecérseles. Y las impresiones no parecen estar siendo malas, o al menos eso es lo que Douma te hace saber:
- Te doy mi enhorabuena, señor revolucionario. Tu ceviche está triunfando y cada vez más clientes lo piden. Está siendo un auténtico éxito. - Te cuenta, exultante, mientras se ríe a carcajadas y te da una palmada en tu diminuta espalda. Aunque, al no haber tenido en cuenta lo pequeño de tu tamaño dicha palmada acaba convirtiéndose a la vez en una colleja que golpea suavemente tu nuca y un azote en tu trasero. Lo cual resulta bastante curioso.
Mueves alguno de los higos sutilmente con una cuchara de madera, pero no consigues percibir tampoco nada rara. Sea cual sea el secreto de estos frutos da la sensación de que no va a resultar ni mucho menos sencillo revelarlo.
En ese momento empiezan a escucharse ruidos fuera. Puedes oír a Douma, en el comedor principal, gritar:
- ¿Quiénes sois y qué queréis? - Su voz suena brusca y enfadada, lo que hace pensar que alguna persona no deseada ha irrumpido en el restaurante o que alguien la está liando más de la cuenta. Escuchas un disparo, y escasos momentos después los gritos se multiplican. Se empieza a oír pasos, muchos pasos, acompañados de un desordenado griterío. Las pocas cosas que puedes captar parecen gritos de miedo o de súplica, y los pasos rápidos que se escuchan dan la sensación de pertenecer a personas corriendo. ¿Qué harás?