Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
11-10-2024, 02:21 AM
(Última modificación: 11-10-2024, 02:23 AM por Gavyn Peregrino.
Razón: Olvidé poner lo que saqué del tesoro. Moriré olvidándome de las cosas.
)
Barrí la sala con una mirada rápida, mis ojos dorados alcanzaron a ver las obvias y preocupantes grietas, el temblor que sacudía la cámara se convirtió casi en un sismo y el agua comenzó no solo a subir, sino a salir desde el suelo y las placas como geiseres. Definitivamente no tendríamos tiempo para recoger ningún tesoro más, solo algunas cosas del suelo, y era solo cuestión de segundos para que el agua ascendiera lo suficiente como para ahogar a los miembros de la tripulación que tuvieran una fruta, dejándolos incapaces de nadar. Por el rabillo del ojo capté una parte del tesoro que me resultaba interesante, rápidamente lo recogí, se trataba de una pulsera curiosa, hecha de oro opaco con una gema en el centro, tenía forma de una especie de serpiente. Me agradó lo suficiente como para guardarla en uno de mis bolsillos, al igual que un anillo en forma de alas.
No tuve tiempo para mucho más, ni para recoger a ninguno del equipo, estaba más que seguro que no sería capaz de levantarlos, la fuerza bruta en sí misma no era, valga la redundancia, mi punto fuerte, siempre lo fue la flexibilidad y la rapidez, por ello, sin pensarlo demasiado, y tomando como ejemplo a McDuck, batí las alas con fuerza para alzar vuelo. Ascendí con prisa, con el agua pisándole los talones, cuando noté que aquella pequeña entrada de luz que habíamos visto en el techo al entrar en la cámara del tesoro, no era más que una salida propiamente dicha. Solo había un problema: Estaba cubierta de vegetación y, a diferencia de McDuck, mis alas tenían un tamaño considerablemente más grande, al igual que mi cuerpo.
Apreté los dientes por un momento, luego relaje la mandíbula y, antes de llegar a la salida plegué las alas, pasando por uno de los espacios entre los que se colaba la luz con mayor facilidad. Algunas de mis plumas engancharon con las ramas y fueron arrancadas en el camino, pero eso no importaba, cuando tuve la oportunidad de desplegar las alas lo hice, había pasado parte de la espesura cuando volví a agitarlas y me apresuré a salir de la trayectoria del agua a presión. Vi a McDuck planeando sobre el área a unos cuantos metros de mí, así como también vi un barril salir disparado hacia el cielo y de este asomaba un Draven salvaje. Definitivamente era una de las personas más inesperadas y estrambóticas que había conocido hasta ahora… Quizás la segunda. Por supuesto, todo lo que sube, debe bajar, a menos que tenga alas, y la gravedad hizo su trabajo, llevando al azabache consigo en una ristra de gritos e insultos.
Solté un resoplido de diversión mientras seguía con la mirada el descenso en picado hasta que se perdió en la selva. Negué con la cabeza antes de comenzar el viaje de nuevo hacia el barco, podía verlo fácilmente desde allí, por lo que se hizo mucho más sencillo. Después de ese recorrido, cayendo, corriendo, subiendo y bajando escaleras, y descubriendo que las islas tienen sistemas subterráneos que pueden albergar tres tipos de climas extremos completamente diferentes, salas enormes y mecanismos complejos, sentía que estirar las alas por un rato no vendría mal. Sobrevolé lentamente el mar, dando una vuelta alrededor del barco para asegurarme que se encontraba en buen estado, y para vigilar que la tripulación hubiera llegado. Solo entonces descendí en la cubierta por estribor.
Estiré mis alas hasta su límite y luego las retraje, relajándome poco a poco al saber que por fin salimos de allí. Tras un rato, después de ayudar con las tareas para sacar el barco de esta isla de las desgracias, volví desde mi habitación hacia el timón, escuchando los reclamos de McDuck al capitán, pasé sonriendo de lado al ver el colapso nervioso que parecía estar teniendo el mafioso.
Me posicioné tras el timón para sacar el barco de allí de una vez por todas, definitivamente nada importaba más que aquello que saqué de mi habitación: Uno de mis paquetes de cigarros sabor frambuesa. Saqué uno de dicho paquete, me lo llevé a los labios, lo prendí con el mechero y le di una larga, profunda y anhelante calada, mientras observaba la situación en cubierta con regocijo.
. – Mucho ruido, saquemos el barco de aquí y larguémonos de una vez, tengo suficientes referencias a la cultura popular para una vida entera después de esta aventura y podría escribir un libro sobre la biología y arquitectura extraterrestre de este maldito lugar.
No tuve tiempo para mucho más, ni para recoger a ninguno del equipo, estaba más que seguro que no sería capaz de levantarlos, la fuerza bruta en sí misma no era, valga la redundancia, mi punto fuerte, siempre lo fue la flexibilidad y la rapidez, por ello, sin pensarlo demasiado, y tomando como ejemplo a McDuck, batí las alas con fuerza para alzar vuelo. Ascendí con prisa, con el agua pisándole los talones, cuando noté que aquella pequeña entrada de luz que habíamos visto en el techo al entrar en la cámara del tesoro, no era más que una salida propiamente dicha. Solo había un problema: Estaba cubierta de vegetación y, a diferencia de McDuck, mis alas tenían un tamaño considerablemente más grande, al igual que mi cuerpo.
Apreté los dientes por un momento, luego relaje la mandíbula y, antes de llegar a la salida plegué las alas, pasando por uno de los espacios entre los que se colaba la luz con mayor facilidad. Algunas de mis plumas engancharon con las ramas y fueron arrancadas en el camino, pero eso no importaba, cuando tuve la oportunidad de desplegar las alas lo hice, había pasado parte de la espesura cuando volví a agitarlas y me apresuré a salir de la trayectoria del agua a presión. Vi a McDuck planeando sobre el área a unos cuantos metros de mí, así como también vi un barril salir disparado hacia el cielo y de este asomaba un Draven salvaje. Definitivamente era una de las personas más inesperadas y estrambóticas que había conocido hasta ahora… Quizás la segunda. Por supuesto, todo lo que sube, debe bajar, a menos que tenga alas, y la gravedad hizo su trabajo, llevando al azabache consigo en una ristra de gritos e insultos.
Solté un resoplido de diversión mientras seguía con la mirada el descenso en picado hasta que se perdió en la selva. Negué con la cabeza antes de comenzar el viaje de nuevo hacia el barco, podía verlo fácilmente desde allí, por lo que se hizo mucho más sencillo. Después de ese recorrido, cayendo, corriendo, subiendo y bajando escaleras, y descubriendo que las islas tienen sistemas subterráneos que pueden albergar tres tipos de climas extremos completamente diferentes, salas enormes y mecanismos complejos, sentía que estirar las alas por un rato no vendría mal. Sobrevolé lentamente el mar, dando una vuelta alrededor del barco para asegurarme que se encontraba en buen estado, y para vigilar que la tripulación hubiera llegado. Solo entonces descendí en la cubierta por estribor.
Estiré mis alas hasta su límite y luego las retraje, relajándome poco a poco al saber que por fin salimos de allí. Tras un rato, después de ayudar con las tareas para sacar el barco de esta isla de las desgracias, volví desde mi habitación hacia el timón, escuchando los reclamos de McDuck al capitán, pasé sonriendo de lado al ver el colapso nervioso que parecía estar teniendo el mafioso.
Me posicioné tras el timón para sacar el barco de allí de una vez por todas, definitivamente nada importaba más que aquello que saqué de mi habitación: Uno de mis paquetes de cigarros sabor frambuesa. Saqué uno de dicho paquete, me lo llevé a los labios, lo prendí con el mechero y le di una larga, profunda y anhelante calada, mientras observaba la situación en cubierta con regocijo.
. – Mucho ruido, saquemos el barco de aquí y larguémonos de una vez, tengo suficientes referencias a la cultura popular para una vida entera después de esta aventura y podría escribir un libro sobre la biología y arquitectura extraterrestre de este maldito lugar.