Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
11-10-2024, 06:15 AM
El elegante pirata mantuvo su sonrisa, aunque el comentario sobre la carne humana le había dejado ligeramente perturbado y desconcertado, pues no comprendía qué le había hecho pensar a la enorme mujer que hablaba de canibalismo y mucho menos de comerse a sí mismo. Este malentendido, aunque grotesco, reforzaba su corazonada de que aquella enorme mujer podría ser útil y, mejor aún, manipulable. "Con suerte, esta corpulenta descuidada no se daría cuenta de las verdaderas intenciones detrás de mis encantos. En su ingenuidad, podía ser una herramienta útil para sacarme de apuros." Pensó tras haber evaluado la situación y decidir un plan poco comprometedor, pero provechoso para si mismo.
No era la primera vez que se encontraba con seres de apetitos peculiares, pero escucharla hablar de carne con tanta indiferencia le recordaba que no todo el mundo compartía su refinado gusto, lo que elevaba aún más su ya alta percepción de sí mismo. A pesar de todo, como buen actor que era, no dejó que su desagrado se reflejara en su rostro ni en ningún ademan. No, eso sería un error fatal considerando su condición actual. "Después de todo, el auto canibalismo no suena tan descabellado cuando los bolsillos están vacíos." pensó, reprimiendo una risa interna. En su lugar, soltó una pequeña risa musical y agradable, con el sonido fluyendo tan suavemente como el agua de un río en su mejor momento, esperando agradar a la imponente figura frente a él.
— Ah, querida, aunque mis encantos puedan parecer apetecibles, temo que el sabor de mi carne no se compara para nada con mi presencia. —dijo, con tono juguetón, y al mismo tiempo con una sutileza que sugería que no estaba realmente interesado en descubrir si la comparación con la carne vacuna era cierta o simplemente un chiste. — Pero agradezco que me tengas en tan alta estima. En cuanto a mi oferta, me refería a otra clase de diversión… aunque, si cazar gallos te parece entretenido, supongo que podría hacer una excepción solo por esta vez y ayudarte con tu búsqueda. —
El Pavo Real del Océano no era de aquellos que se ensuciaban las manos, y mucho menos por algo tan mundano como cazar gallos. Cada segundo que pensaba en ensuciarse por una caza tan mundana sentía que apuñalaban su orgullo. Pero a veces, había que sacrificarse por las berries... por ahora. No obstante, la promesa de una recompensa era lo suficientemente tentadora como para pasarla desapercibida y tragarse su ego. La compañía de una Oni con un peculiar sentido del humor y aparente inferioridad psicológica era garantía de que el resto del día no sería nada aburrido. Dejaría que la mujer pensara que tenía la ventaja en esta aventura rústica, pero ya estaba trazando una estrategia para maximizar su beneficio con el menor esfuerzo posible.
Observó cómo la mujer señalaba el camino y notó los charcos que adornaban el sendero hacia la granja, suspirando internamente. No era fanático del lodo ni de ensuciar su vestimenta cuidadosamente seleccionada, pero sabía que, a veces, había que sacrificar el glamour por algo más… tangible, como las berries que le faltaban para la cerveza helada que mencionaba la enorme mujer.
— Trescientos por los machos, el doble por las hembras... — murmuró para sí mismo, calculando rápidamente las cifras en su cabeza. No era una suma espectacular, pero tal vez suficiente para poder disfrutar de la noche o al menos conseguir un lugar para dormir. Se enderezó y ajustó su túnica con un movimiento elegante, dejando claro que, aunque estaba dispuesto a seguirla, no iba a perder su compostura. — Muy bien, mi imponente compañera. Te seguiré en esta... aventura rústica, después de todo, tengo la delicadeza necesaria para que podamos capturarlos vivos y puedo distinguir los machos de las hembras con facilidad. Además, con tus habilidades físicas y aparente conocimiento de la zona, podemos capturarlos en un santiamén. — dijo, con palabras entusiastas, aunque cargadas de ironía, su sonrisa y tono seguían siendo tan encantadores como siempre.
— Pero te advierto, si algún gallo toca mi túnica, tendré que cobrarte extra. Hay que mantener los estándares, después de todo. Pero no te preocupes, con mi ayuda podemos trabajar y capturar el doble de lo que estuvieras esperando. — Mayura dio un paso atrás e incitó a la Oni a iniciar el camino, haciendo una pequeña reverencia como cual actor que terminaba su obra, esperando que su idea fuera bien recibida. Definitivamente, su llegada a la isla Kilombo se distanciaba de lo que esperaba, pero al menos la promesa de una recompensa le hacía seguir adelante para recuperar una parte de lo poco que había perdido.
No era la primera vez que se encontraba con seres de apetitos peculiares, pero escucharla hablar de carne con tanta indiferencia le recordaba que no todo el mundo compartía su refinado gusto, lo que elevaba aún más su ya alta percepción de sí mismo. A pesar de todo, como buen actor que era, no dejó que su desagrado se reflejara en su rostro ni en ningún ademan. No, eso sería un error fatal considerando su condición actual. "Después de todo, el auto canibalismo no suena tan descabellado cuando los bolsillos están vacíos." pensó, reprimiendo una risa interna. En su lugar, soltó una pequeña risa musical y agradable, con el sonido fluyendo tan suavemente como el agua de un río en su mejor momento, esperando agradar a la imponente figura frente a él.
— Ah, querida, aunque mis encantos puedan parecer apetecibles, temo que el sabor de mi carne no se compara para nada con mi presencia. —dijo, con tono juguetón, y al mismo tiempo con una sutileza que sugería que no estaba realmente interesado en descubrir si la comparación con la carne vacuna era cierta o simplemente un chiste. — Pero agradezco que me tengas en tan alta estima. En cuanto a mi oferta, me refería a otra clase de diversión… aunque, si cazar gallos te parece entretenido, supongo que podría hacer una excepción solo por esta vez y ayudarte con tu búsqueda. —
El Pavo Real del Océano no era de aquellos que se ensuciaban las manos, y mucho menos por algo tan mundano como cazar gallos. Cada segundo que pensaba en ensuciarse por una caza tan mundana sentía que apuñalaban su orgullo. Pero a veces, había que sacrificarse por las berries... por ahora. No obstante, la promesa de una recompensa era lo suficientemente tentadora como para pasarla desapercibida y tragarse su ego. La compañía de una Oni con un peculiar sentido del humor y aparente inferioridad psicológica era garantía de que el resto del día no sería nada aburrido. Dejaría que la mujer pensara que tenía la ventaja en esta aventura rústica, pero ya estaba trazando una estrategia para maximizar su beneficio con el menor esfuerzo posible.
Observó cómo la mujer señalaba el camino y notó los charcos que adornaban el sendero hacia la granja, suspirando internamente. No era fanático del lodo ni de ensuciar su vestimenta cuidadosamente seleccionada, pero sabía que, a veces, había que sacrificar el glamour por algo más… tangible, como las berries que le faltaban para la cerveza helada que mencionaba la enorme mujer.
— Trescientos por los machos, el doble por las hembras... — murmuró para sí mismo, calculando rápidamente las cifras en su cabeza. No era una suma espectacular, pero tal vez suficiente para poder disfrutar de la noche o al menos conseguir un lugar para dormir. Se enderezó y ajustó su túnica con un movimiento elegante, dejando claro que, aunque estaba dispuesto a seguirla, no iba a perder su compostura. — Muy bien, mi imponente compañera. Te seguiré en esta... aventura rústica, después de todo, tengo la delicadeza necesaria para que podamos capturarlos vivos y puedo distinguir los machos de las hembras con facilidad. Además, con tus habilidades físicas y aparente conocimiento de la zona, podemos capturarlos en un santiamén. — dijo, con palabras entusiastas, aunque cargadas de ironía, su sonrisa y tono seguían siendo tan encantadores como siempre.
— Pero te advierto, si algún gallo toca mi túnica, tendré que cobrarte extra. Hay que mantener los estándares, después de todo. Pero no te preocupes, con mi ayuda podemos trabajar y capturar el doble de lo que estuvieras esperando. — Mayura dio un paso atrás e incitó a la Oni a iniciar el camino, haciendo una pequeña reverencia como cual actor que terminaba su obra, esperando que su idea fuera bien recibida. Definitivamente, su llegada a la isla Kilombo se distanciaba de lo que esperaba, pero al menos la promesa de una recompensa le hacía seguir adelante para recuperar una parte de lo poco que había perdido.