Octojin
El terror blanco
11-10-2024, 09:56 AM
Octojin escuchó con atención las palabras de Atlas, al igual que lo hicieron el resto de gyojins de la isla. Asintió, sabiendo que la coordinación y el trabajo en equipo serían clave para que la misión saliera bien, como solía ocurrir en cualquier tipo de misión, realmente.
—Lo más importante es que me sigáis, nada de hacerse los héroes, o todo se irá al garete.
Y tras sus palabras, se lanzó al agua, esperando que el resto de sus aliados hiciese lo mismo. La verdad es que su parte del plan no era muy difícil. Actuar en el agua era lo que mejor se les daba a los de su especie, y hundir un barco no suponía un problema extremadamente complejo. Aunque claro, había barcos y barcos. ¿Qué tipo de embarcación traerían aquellos piratas? ¿Sería grande o pequeña? ¿Tendría muchos mástiles? Todo eran incógnitas por el momento.
Una vez bajo el agua, Octojin y el grupo de gyojins empezaron a inspeccionar al zona. Tiberius marcó el ritmo, ya que era el que sabía exactamente donde ir. Lo cierto era que no nadaba nada lento ese gyojin a pesar de su edad. Se notaba la experiencia, estaba claro.
Cuando llegaron a la zona, comenzaron a rodear el barco, manteniéndose a una distancia segura mientras analizaban el objetivo. Octojin, con sus habilidades de carpintero y conocimiento del funcionamiento de los barcos, identificó rápidamente varios puntos débiles en la estructura. Sabía que podrían usarlos más tarde si necesitaban hundir la embarcación, por si algo saliese mal en su plan inicial. Dio la señal, moviendo su brazo un par de veces en la dirección por la cual debían ir sus compañeros e indicando a los gyojins más rápidos que era hora de crear la distracción.
El grupo salió a la superficie en un movimiento ágil, causando una gran confusión entre los piratas. Los marineros, sorprendidos, comenzaron a gritar y lanzar redes y arpones en un intento desesperado por capturarlos. Era curioso que fueran ellos los que estaban en el agua, y, sin embargo, fuesen los humanos los que habían mordido el anzuelo. Mientras sus hermanos de sangre creaban la distracción, el segundo grupo, liderado por él, se movía con rapidez bajo el agua.
Primero golpearon el motor, dejando el barco sin posibilidad de moverse. Luego, Octojin, con su enorme fuerza, agarró el ancla del barco y la lanzó al fondo del mar, inmovilizando completamente la nave. La maniobra fue perfecta, pero justo cuando creía que todo iba sobre ruedas, uno de los mástiles del barco cayó, golpeando a uno de los gyojins de su equipo.
Octojin se detuvo de inmediato, y su preocupación se incrementó.
—¡Llévenlo a un lugar seguro! —ordenó a dos de sus compañeros mientras observaba cómo llevaban al gyojin herido lejos del combate. —Hemos perdido tres efectivos... pero tenemos que seguir. Los del grupo A, ¡que huyan y vuelvan desde las profundidades!
El escualo observó de nuevo los puntos débiles del barco, sabiendo que esos conocimientos serían útiles si la situación se complicaba. Pero entonces, escuchó unos ruidos que parecían truenos. Eran los cañones del barco, y estaban disparando al agua. ¿Cómo podían hacer eso a tan corta distancia? El escualo dirigió la mirada hacia la superficie, y entonces vio que los cañones tenían algún extraño sistema que les permitía descender ligeramente, pudiendo apuntar al agua. No estaban seguros allí, así que el tiburón llamó a los suyos y les ordenó alejarse, señalando la zona a la que debían escapar, cerca de donde se habían llevado al gyojin herido.
Aquello se estaba poniendo feo, los piratas parecían tener respuestas a sus acciones, y eso indicaba que todo podía acabar realmente mal. Inspiró, descendiendo ligeramente para después, flexionar las rodillas e impulsarse a máxima velocidad, saliendo despedido a la superficie y cayendo sobre el barco. Esa maniobra tenía como objetivo, al menos en la mente del tiburón, crear una nueva distración mientras los suyos huían. ¿Qué podía salir mal? Si algo se ponía feo, sólo tenía que volver a lanzarse al agua y sincronizarse con las corrientes para huir. Eso si le dejaban, claro.
—Lo más importante es que me sigáis, nada de hacerse los héroes, o todo se irá al garete.
Y tras sus palabras, se lanzó al agua, esperando que el resto de sus aliados hiciese lo mismo. La verdad es que su parte del plan no era muy difícil. Actuar en el agua era lo que mejor se les daba a los de su especie, y hundir un barco no suponía un problema extremadamente complejo. Aunque claro, había barcos y barcos. ¿Qué tipo de embarcación traerían aquellos piratas? ¿Sería grande o pequeña? ¿Tendría muchos mástiles? Todo eran incógnitas por el momento.
Una vez bajo el agua, Octojin y el grupo de gyojins empezaron a inspeccionar al zona. Tiberius marcó el ritmo, ya que era el que sabía exactamente donde ir. Lo cierto era que no nadaba nada lento ese gyojin a pesar de su edad. Se notaba la experiencia, estaba claro.
Cuando llegaron a la zona, comenzaron a rodear el barco, manteniéndose a una distancia segura mientras analizaban el objetivo. Octojin, con sus habilidades de carpintero y conocimiento del funcionamiento de los barcos, identificó rápidamente varios puntos débiles en la estructura. Sabía que podrían usarlos más tarde si necesitaban hundir la embarcación, por si algo saliese mal en su plan inicial. Dio la señal, moviendo su brazo un par de veces en la dirección por la cual debían ir sus compañeros e indicando a los gyojins más rápidos que era hora de crear la distracción.
El grupo salió a la superficie en un movimiento ágil, causando una gran confusión entre los piratas. Los marineros, sorprendidos, comenzaron a gritar y lanzar redes y arpones en un intento desesperado por capturarlos. Era curioso que fueran ellos los que estaban en el agua, y, sin embargo, fuesen los humanos los que habían mordido el anzuelo. Mientras sus hermanos de sangre creaban la distracción, el segundo grupo, liderado por él, se movía con rapidez bajo el agua.
Primero golpearon el motor, dejando el barco sin posibilidad de moverse. Luego, Octojin, con su enorme fuerza, agarró el ancla del barco y la lanzó al fondo del mar, inmovilizando completamente la nave. La maniobra fue perfecta, pero justo cuando creía que todo iba sobre ruedas, uno de los mástiles del barco cayó, golpeando a uno de los gyojins de su equipo.
Octojin se detuvo de inmediato, y su preocupación se incrementó.
—¡Llévenlo a un lugar seguro! —ordenó a dos de sus compañeros mientras observaba cómo llevaban al gyojin herido lejos del combate. —Hemos perdido tres efectivos... pero tenemos que seguir. Los del grupo A, ¡que huyan y vuelvan desde las profundidades!
El escualo observó de nuevo los puntos débiles del barco, sabiendo que esos conocimientos serían útiles si la situación se complicaba. Pero entonces, escuchó unos ruidos que parecían truenos. Eran los cañones del barco, y estaban disparando al agua. ¿Cómo podían hacer eso a tan corta distancia? El escualo dirigió la mirada hacia la superficie, y entonces vio que los cañones tenían algún extraño sistema que les permitía descender ligeramente, pudiendo apuntar al agua. No estaban seguros allí, así que el tiburón llamó a los suyos y les ordenó alejarse, señalando la zona a la que debían escapar, cerca de donde se habían llevado al gyojin herido.
Aquello se estaba poniendo feo, los piratas parecían tener respuestas a sus acciones, y eso indicaba que todo podía acabar realmente mal. Inspiró, descendiendo ligeramente para después, flexionar las rodillas e impulsarse a máxima velocidad, saliendo despedido a la superficie y cayendo sobre el barco. Esa maniobra tenía como objetivo, al menos en la mente del tiburón, crear una nueva distración mientras los suyos huían. ¿Qué podía salir mal? Si algo se ponía feo, sólo tenía que volver a lanzarse al agua y sincronizarse con las corrientes para huir. Eso si le dejaban, claro.