Silver
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11-10-2024, 03:04 PM
El Trago del Marinero era un lugar típico para intercambios como aquel: humo de tabaco flotando en el aire, las mesas de madera vieja y una atmósfera cargada con el eco de murmullos. Sentado en la penumbra de una de las mesas más apartadas, el capitán pirata mantenía la mirada fija en Argus, quien parecía encogerse más con cada sorbo de su cerveza. Escuchaba en silencio, asimilando la información.
—Mmm… —musitó Syxel para sí, observando cómo su interlocutor se tocaba disimuladamente la nariz tras mencionar el "producto". La mención de las drogas y su supuesta calidad no le causó más que desdén. "Ese tipo de mercancía no es lo mío", pensó. Los riesgos eran muchos, y aunque los bajos fondos clamaban por ella, prefería mercancías menos problemáticas y, sobre todo, más respetables para su creciente red de contactos.
Sin embargo, lo del cargamento de armas captó su atención. Armas de la Marina, municiones, cañones... Un golpe grande y arriesgado. Su instinto casi lo empujaba hacia esa opción. Pero la sola idea de tener que transportar semejante botín él solo, al no poder incluir en el golpe a su tripulación, lo hizo replantearse la situación. Más problemas que ganancias. Y muy complicado de gestionar.
Se recostó en su silla, cruzando los brazos mientras evaluaba la tercera opción: las esculturas que venían en el barco más pequeño. Esa mercancía sonaba como justo lo que necesitaba: algo valioso, manejable y de fácil transportar. Con algunas de esas piezas de arte en su poder, las puertas del Casino Missile podrían abrirse sin problemas.
Miró de nuevo a Argus, mientras su mente ya estaba trazando un plan preliminar. Pero antes de actuar, necesitaba más detalles.
—Dime, amigo —dijo el capitán en tono tranquilo, inclinándose un poco hacia adelante—, el barco que trae las esculturas... ¿sabes algo más sobre él? ¿Cuántos hombres lo vigilan o qué tipo de seguridad tiene? Tal vez Marie pudo sacarle algún otro detalle al guardia.
El hombre se agitó ligeramente al ser interpelado de nuevo. Parecía dudar por un momento, manteniendo su mirada fija en la jarra vacía que sostenía en las manos. Syxel esperó, observando con paciencia mientras su confidente reflexionaba. Los segundos pasaban y el pirata no presionó, sabiendo que la información, cuando viniera, sería más valiosa si fluía naturalmente. Si tenía algo más que compartir, Syxel lo escucharía con atención, evaluando cada palabra con cuidado.
Una vez la conversación llegó a su fin, el capitán asintió, procesando toda la información. Si los vigilantes de ese barco eran mercenarios o guardias contratados, habría menos riesgo de que la Marina interviniese. Aunque eso no necesariamente implicaba que fuesen más fáciles de manejar. La idea de hacerse con algunas de esas esculturas ya se solidificaba en su mente.
Sacó unas monedas del bolsillo interior de su chaqueta, las cuales tintinearon ligeramente antes de caer en la mesa, junto a un par de billetes bien doblados. Argus las miró de reojo, aunque sus manos ya se acercaban con agilidad, retirando el pago sin demora.
—Para tus bebidas y algún que otro vicio, te lo has ganado. —Le lanzó una mirada fugaz, mostrando una leve sonrisa de satisfacción—. Tu información ha sido útil.
Syxel se inclinó ligeramente hacia atrás en la silla, como si estuviera preparándose para levantarse. Si no había más que discutir, estaba listo para marcharse, aunque no daría el primer paso hasta estar seguro de que no quedaba nada pendiente en la conversación. Se mantenía atento, a la espera de cualquier señal o comentario adicional que pudiera requerir su atención antes de irse.