Asradi
Völva
11-10-2024, 03:38 PM
El esfuerzo había sido más grande de lo que había pensado. Sí era verdad que ya se esperaba que no iba a ser nada sencillo. Y aún con la ayuda de contención tanto de los salmones como de Ragn y Airgid, sentía que los músculos se le iban a desgarrar en cualquier momento. La presión ejercida no solo para crear el torbellino y arremolinar el agua, a ese nivel, alrededor. Sino también para controlarlo y tratar de dirigirlo en la dirección correcta. Cualquier fallo o cualquier distracción y aquello podía ser fatal. Tanto para el pueblo como para los habitantes que todavía permanecían allí, también animados por Karina.
Por fortuna, el torbellino avanzó hacia la dirección deseada, elevándose en todo su estruendo mientras el cauce del río se embravecía rumbo hacia el oeste. Fue ahí cuando Asradi pudo respirar un poco, jadeando por el esfuerzo y sintiendo los brazos totalmente acalambrados. Le dolían, pero sabía que no podían quedarse allí quietos solo a esperar. Nadó hacia donde Airgid y Ragn se encontraban, aunque uno de los salmones la interceptó en lo que el resto del cardumen ya regresaban, río abajo, de vuelta al mar.
La sirena enarcó una ceja, mirando al pez de vivos y rojizos colores.
— ¿Estás de broma? — Sí, literalmente, se lo estaba preguntando a la criatura escamosa.
El salmón abrió la boca un par de veces, y Asradi frunció el ceño.
— ¿¡Cómo que quieres venir con nosotros!? — Tomó un par de segundos de pausa. Eso le había tomado desprevenida. — No, no me importa que quieras ser un revo-salmón. ¿Tú sabes lo que...?
La última frase fue interrumpida cuando, con un coletazo, el salmón en cuestión remojó la cara de la sirena, quien frunció el ceño de inmediato.
— ¡Af, haz lo que quieras! Pero yo no me responsabilizo. — Continuaba discutiendo con el pez delante de todos, eso sí. Tras darle la dirección hacia donde se encontraba el barco, Asradi rodó los ojos unos segundos mientras el bicho se iba todo feliz presto a reunirse con sus nuevos amigos revolucionarios.
Sí, un salmón. Habían conseguido un salmón a la causa.
Tras un momento de expresión de circunstancias, la sirena negó con la cabeza y, esta vez si que fue a reunirse con sus dos compañeros. Sus manos todavía dolían y temblaban fruto del esfuerzo que había hecho, pero no podían detenerse ahora.
— Gracias, no lo habría podido conseguir sin vosotros. — Les sonrió abiertamente. — ¿Hacia donde toca ir ahora?
Aunque se tambaleó un tanto, volvió a enderezarse sobre su cola.
Por fortuna, el torbellino avanzó hacia la dirección deseada, elevándose en todo su estruendo mientras el cauce del río se embravecía rumbo hacia el oeste. Fue ahí cuando Asradi pudo respirar un poco, jadeando por el esfuerzo y sintiendo los brazos totalmente acalambrados. Le dolían, pero sabía que no podían quedarse allí quietos solo a esperar. Nadó hacia donde Airgid y Ragn se encontraban, aunque uno de los salmones la interceptó en lo que el resto del cardumen ya regresaban, río abajo, de vuelta al mar.
La sirena enarcó una ceja, mirando al pez de vivos y rojizos colores.
— ¿Estás de broma? — Sí, literalmente, se lo estaba preguntando a la criatura escamosa.
El salmón abrió la boca un par de veces, y Asradi frunció el ceño.
— ¿¡Cómo que quieres venir con nosotros!? — Tomó un par de segundos de pausa. Eso le había tomado desprevenida. — No, no me importa que quieras ser un revo-salmón. ¿Tú sabes lo que...?
La última frase fue interrumpida cuando, con un coletazo, el salmón en cuestión remojó la cara de la sirena, quien frunció el ceño de inmediato.
— ¡Af, haz lo que quieras! Pero yo no me responsabilizo. — Continuaba discutiendo con el pez delante de todos, eso sí. Tras darle la dirección hacia donde se encontraba el barco, Asradi rodó los ojos unos segundos mientras el bicho se iba todo feliz presto a reunirse con sus nuevos amigos revolucionarios.
Sí, un salmón. Habían conseguido un salmón a la causa.
Tras un momento de expresión de circunstancias, la sirena negó con la cabeza y, esta vez si que fue a reunirse con sus dos compañeros. Sus manos todavía dolían y temblaban fruto del esfuerzo que había hecho, pero no podían detenerse ahora.
— Gracias, no lo habría podido conseguir sin vosotros. — Les sonrió abiertamente. — ¿Hacia donde toca ir ahora?
Aunque se tambaleó un tanto, volvió a enderezarse sobre su cola.