Ray
Kuroi Ya
11-10-2024, 07:08 PM
Gracias a tu pequeño tamaño eres capaz de abandonar la cocina y entrar en el comedor principal sin que, al menos de entrada, nadie note tu presencia. Y desde tu escasa altura logras captar algo de lo que está sucediendo. Dentro de tu campo de visión puedes ver a Douma y a siete de los empleados del restaurante. Todos ellos con expresiones tensas y posturas que delatan que se encuentran en guardia, listos para luchar en cualquier momento.
A su alrededor las mesas se han vaciado por completo, y se pueden ver platos a medio terminar en muchas de ellas, así como sillas tiradas en el suelo. Todo esto son indicativos de que los clientes han salido corriendo, despavoridos, al ver lo que estaba sucediendo. Salvo por una persona, un hombre de mediana edad vestido con un traje sencillo, que se encuentra en el suelo. Al lado de su mesa, tumbado de lado y con la silla en la que con toda seguridad había estado sentado volcada en la misma dirección que él. Su cráneo roto dejaba al descubierto parte de sus sesos, y un gran charco de sangre cubría el suelo a su alrededor, salpicado por algún que otro trocito de tejido cerebral.
Y frente a ellos, en el centro de la sala, once personas se encuentran plantadas frente a ellos. Todos ellos vestidos completamente de blanco, con uniformes totalmente idénticos entre sí. Estos consisten en una camiseta lisa salvo por un letrero en su centro en color azul que reza "Seimins DDM", un pantalón corto por encima de la rodilla y unos calcetines anormalmente largos que casi llegan a juntarse con los pantalones. Su calzado es también extraño, pues se trata de una especie de zapatillas deportivas, cada par diferente al anterior (era el único accesorio distinto en todos ellos), pero todas ellas con colores y formas ciertamente extravagantes, y con la particularidad de que todas ellas parecían tener unos peculiares tacos en su suela. Siete de estos tipos van armados con pistolas, y probablemente el arma que has escuchado desde la cocina unos segundos antes pertenezca a uno de ellos. Pero quienes llaman la atención son los cuatro hombres situados en el centro, quienes miran hacia Douma y sus hombres con decisión.
El que está situado más lejos de ti, situado el que más a la izquierda de los cuatro, es un tipo de tez morena y con un abdomen ciertamente prominente. Su cabeza no tiene pelo salvo por laparte de delante, en la que lleva un extraño flequillo negro que no pega nada con el resto de su inexistente cabellera. Sonríe con una extraña alegría, en una mueca que deja ver unos grandes dientes. Lleva una espada en su mano derecha que agarra con aparente confianza.
En el lado central izquierdo se encuentra un hombre alto, delgado y completamente calvo. Su cabeza brilla con fuerza bajo la luz de las lámparas que iluminan el comedor principal, y los músculos de su cuello llaman la atención por lo tremendamente desarrollados que están. Su expresión es calmada y tranquila a la vez que confiada, como si fuera un paso por delante de todos los demás y supiera algo que ellos no saben.
A su lado se encuentra un hombre de rostro serio y cabellos negros engominados y repeinados hacia atrás. Su expresión es adusta y fiera, como si odiase a todo el mundo o como si estuviera oliendo algo a punto de pudrirse. Lleva una gran mochila a la espalda por la que asoman multitud de higos sorprendentemente parecidos a los que hay en la cocina, los que supuestamente pusieron tan enfermo al chef Zazaemon.
Por último, situado más cerca de tu posición y a la derecha de sus compañeros, se encuentra un hombre de cabellos lisos y rubios, que lleva largos y recogidos en un pequeño pero elegante moño. Es tremendamente guapo, y por su expresión facial, que parece sacada de un posado de una revista, parece que es perfectamente consciente de ello. Lleva al hombro lo que parece un enorme jamón. Si te fijas, podrás ver que la enorme pata está goteando sangre y que incluso tiene algún pequeño trocito de materia gris pegada. Parece que has encontrado el arma del crimen.
En ese momento el tipo calvo y calmado se adelanta ligeramente y, con voz firme pero tranquila, comienza a hablar:
- Guestaugante Bagatie, guecomiendo que os guindáis ante nosotgos sin oponeg guesistensia. Somos Los Galácticos, el tegog de los hostelegos avaguiciosos. No tenemos nada contga vosotgos, solo queguemos vuestgo negocio.
- ¡Por encima de mi cadáver! - Responde Douma, visiblemente airado. - ¡Nunca permitiría que el restaurante de mis padres, por el que tanto han trabajado durante casi cinco décadas, caiga en manos de alguien como vosotros!
- Entonces moguid. - Replicó a su vez, sin perder en absoluto la templanza, el calvo.
En ese momento el tipo repeinado saca dos higos de su mochila y los lanza contra Douma. Este se mueve con gran celeridad, abandonando su posición antes de que estos impacten. Lo que, según todos podéis comprobar, es una gran decisión, pues al tocar el suelo ambas frutas estallan en dos pequeñas pero claramente peligrosas explosiones. La situación estalla en un momento. Los siete empleados del restaurante se encaran con los siete lugartenientes de los asaltantes, pero Douma queda emparejado con los cuatro que aparentemente son los líderes. Por el momento nadie se ha percatado de tu presencia allí, pero es probable que eso cambie si haces algún movimiento.
A su alrededor las mesas se han vaciado por completo, y se pueden ver platos a medio terminar en muchas de ellas, así como sillas tiradas en el suelo. Todo esto son indicativos de que los clientes han salido corriendo, despavoridos, al ver lo que estaba sucediendo. Salvo por una persona, un hombre de mediana edad vestido con un traje sencillo, que se encuentra en el suelo. Al lado de su mesa, tumbado de lado y con la silla en la que con toda seguridad había estado sentado volcada en la misma dirección que él. Su cráneo roto dejaba al descubierto parte de sus sesos, y un gran charco de sangre cubría el suelo a su alrededor, salpicado por algún que otro trocito de tejido cerebral.
Y frente a ellos, en el centro de la sala, once personas se encuentran plantadas frente a ellos. Todos ellos vestidos completamente de blanco, con uniformes totalmente idénticos entre sí. Estos consisten en una camiseta lisa salvo por un letrero en su centro en color azul que reza "Seimins DDM", un pantalón corto por encima de la rodilla y unos calcetines anormalmente largos que casi llegan a juntarse con los pantalones. Su calzado es también extraño, pues se trata de una especie de zapatillas deportivas, cada par diferente al anterior (era el único accesorio distinto en todos ellos), pero todas ellas con colores y formas ciertamente extravagantes, y con la particularidad de que todas ellas parecían tener unos peculiares tacos en su suela. Siete de estos tipos van armados con pistolas, y probablemente el arma que has escuchado desde la cocina unos segundos antes pertenezca a uno de ellos. Pero quienes llaman la atención son los cuatro hombres situados en el centro, quienes miran hacia Douma y sus hombres con decisión.
El que está situado más lejos de ti, situado el que más a la izquierda de los cuatro, es un tipo de tez morena y con un abdomen ciertamente prominente. Su cabeza no tiene pelo salvo por laparte de delante, en la que lleva un extraño flequillo negro que no pega nada con el resto de su inexistente cabellera. Sonríe con una extraña alegría, en una mueca que deja ver unos grandes dientes. Lleva una espada en su mano derecha que agarra con aparente confianza.
En el lado central izquierdo se encuentra un hombre alto, delgado y completamente calvo. Su cabeza brilla con fuerza bajo la luz de las lámparas que iluminan el comedor principal, y los músculos de su cuello llaman la atención por lo tremendamente desarrollados que están. Su expresión es calmada y tranquila a la vez que confiada, como si fuera un paso por delante de todos los demás y supiera algo que ellos no saben.
A su lado se encuentra un hombre de rostro serio y cabellos negros engominados y repeinados hacia atrás. Su expresión es adusta y fiera, como si odiase a todo el mundo o como si estuviera oliendo algo a punto de pudrirse. Lleva una gran mochila a la espalda por la que asoman multitud de higos sorprendentemente parecidos a los que hay en la cocina, los que supuestamente pusieron tan enfermo al chef Zazaemon.
Por último, situado más cerca de tu posición y a la derecha de sus compañeros, se encuentra un hombre de cabellos lisos y rubios, que lleva largos y recogidos en un pequeño pero elegante moño. Es tremendamente guapo, y por su expresión facial, que parece sacada de un posado de una revista, parece que es perfectamente consciente de ello. Lleva al hombro lo que parece un enorme jamón. Si te fijas, podrás ver que la enorme pata está goteando sangre y que incluso tiene algún pequeño trocito de materia gris pegada. Parece que has encontrado el arma del crimen.
En ese momento el tipo calvo y calmado se adelanta ligeramente y, con voz firme pero tranquila, comienza a hablar:
- Guestaugante Bagatie, guecomiendo que os guindáis ante nosotgos sin oponeg guesistensia. Somos Los Galácticos, el tegog de los hostelegos avaguiciosos. No tenemos nada contga vosotgos, solo queguemos vuestgo negocio.
- ¡Por encima de mi cadáver! - Responde Douma, visiblemente airado. - ¡Nunca permitiría que el restaurante de mis padres, por el que tanto han trabajado durante casi cinco décadas, caiga en manos de alguien como vosotros!
- Entonces moguid. - Replicó a su vez, sin perder en absoluto la templanza, el calvo.
En ese momento el tipo repeinado saca dos higos de su mochila y los lanza contra Douma. Este se mueve con gran celeridad, abandonando su posición antes de que estos impacten. Lo que, según todos podéis comprobar, es una gran decisión, pues al tocar el suelo ambas frutas estallan en dos pequeñas pero claramente peligrosas explosiones. La situación estalla en un momento. Los siete empleados del restaurante se encaran con los siete lugartenientes de los asaltantes, pero Douma queda emparejado con los cuatro que aparentemente son los líderes. Por el momento nadie se ha percatado de tu presencia allí, pero es probable que eso cambie si haces algún movimiento.