Silver D. Syxel
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11-10-2024, 07:09 PM
Syxel observaba en silencio mientras Octojin interactuaba con los chatarreros. Era evidente que el tiburón tenía buena relación con esa gente, y su presencia facilitaba las cosas. Tom y Kwen no se detuvieron mucho en preguntar quién era el acompañante, lo cual le convenía al capitán. Mientras el gyojin hablaba con Tom, el pirata sacó un par de monedas de su bolsillo y las dejó en la mesa de chatarra del recolector como muestra de agradecimiento. Mantener contentos a los locales siempre era una buena inversión, por si en el futuro necesitaban seguir tirando de los hilos en ese caos de hierro oxidado.
La información proporcionada por Kwen sobre el refugio de Glen resultó ser una buena pista. Si Boran estaba escondido en algún lugar, un refugio en mal estado sonaba como el lugar perfecto para un hombre en apuros. Además, el hecho de que no estuviera solo hacía la situación mucho más interesante. El pirata ya estaba acostumbrado a que las ratas como Boran se rodearan de cómplices, aferrándose a los márgenes más oscuros de la sociedad.
El capitán no mostró mucho en su expresión cuando Kwen les dio la pista que necesitaban. Apenas una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, lo justo para hacerle saber al chatarrero que su ayuda era apreciada. Mientras Octojin ayudaba a Kwen a bajar de la montaña de chatarra, Silver dejó caer otro puñado de monedas en la mano sucia del hombre, asegurándose de que la información fluyera siempre en la dirección correcta. El sonido metálico de las monedas contra los dedos callosos fue lo último que escucharon antes de seguir su camino.
Cuando ambos se encaminaron hacia el sector este, el capitán permaneció en silencio unos momentos, evaluando las posibilidades. Esa parte de Gray Terminal era una de las más ocultas y caóticas, perfecta para alguien que buscaba desaparecer. Si Boran y su grupo estaban realmente allí, la siguiente fase del plan sería sacarlos de su escondite. Syxel dio un trago a su petaca mientras caminaban y luego volvió a guardarla en su chaqueta. Desvió la mirada hacia el tiburón que lo acompañaba.
—Un refugio en el sector este, ¿eh? —comentó, con su tono despreocupado—. Es justo el tipo de agujero donde una rata como Boran se escondería. Y si realmente no está solo, esto podría ponerse interesante.
El pirata tendía a preparse para el peor de los escenarios. Si el objetivo tenía aliados, podrían enfrentarse a algo más que simples estafadores, y eso significaba que debía estar alerta. Mientras avanzaban entre las montañas de chatarra, su mirada, aunque relajada, no dejaba de examinar cada rincón, como si cada sombra pudiera ocultar un peligro inesperado. El lugar era traicionero, pues los más desesperados siempre resultaban ser los más peligrosos.
Tras caminar un buen rato, las estructuras de metal y desechos comenzaron a volverse más caóticas, lo que les indicaba que estaban cerca de su destino. Syxel se detuvo un momento, observando los alrededores. Frente a ellos, una estructura semiderruida destacaba entre los montones de basura. Aunque llena de escombros, era evidente que había sido una casa en algún momento. El pirata esbozó una sonrisa. Era un buen sitio para que alguien como Boran se escondiera. Tras prepararse mentalmente para lo que estaba por venir, y con una sonrisa burlona en los labios, miró al gyojin.
—¿Qué dices, amigo? ¿Llamamos a la puerta o la echamos abajo? —bromeó, aunque la chispa en sus ojos dejaba claro que estaba listo para cualquier cosa que pudiera salir de aquella estructura medio en ruinas.
La información proporcionada por Kwen sobre el refugio de Glen resultó ser una buena pista. Si Boran estaba escondido en algún lugar, un refugio en mal estado sonaba como el lugar perfecto para un hombre en apuros. Además, el hecho de que no estuviera solo hacía la situación mucho más interesante. El pirata ya estaba acostumbrado a que las ratas como Boran se rodearan de cómplices, aferrándose a los márgenes más oscuros de la sociedad.
El capitán no mostró mucho en su expresión cuando Kwen les dio la pista que necesitaban. Apenas una ligera sonrisa se dibujó en su rostro, lo justo para hacerle saber al chatarrero que su ayuda era apreciada. Mientras Octojin ayudaba a Kwen a bajar de la montaña de chatarra, Silver dejó caer otro puñado de monedas en la mano sucia del hombre, asegurándose de que la información fluyera siempre en la dirección correcta. El sonido metálico de las monedas contra los dedos callosos fue lo último que escucharon antes de seguir su camino.
Cuando ambos se encaminaron hacia el sector este, el capitán permaneció en silencio unos momentos, evaluando las posibilidades. Esa parte de Gray Terminal era una de las más ocultas y caóticas, perfecta para alguien que buscaba desaparecer. Si Boran y su grupo estaban realmente allí, la siguiente fase del plan sería sacarlos de su escondite. Syxel dio un trago a su petaca mientras caminaban y luego volvió a guardarla en su chaqueta. Desvió la mirada hacia el tiburón que lo acompañaba.
—Un refugio en el sector este, ¿eh? —comentó, con su tono despreocupado—. Es justo el tipo de agujero donde una rata como Boran se escondería. Y si realmente no está solo, esto podría ponerse interesante.
El pirata tendía a preparse para el peor de los escenarios. Si el objetivo tenía aliados, podrían enfrentarse a algo más que simples estafadores, y eso significaba que debía estar alerta. Mientras avanzaban entre las montañas de chatarra, su mirada, aunque relajada, no dejaba de examinar cada rincón, como si cada sombra pudiera ocultar un peligro inesperado. El lugar era traicionero, pues los más desesperados siempre resultaban ser los más peligrosos.
Tras caminar un buen rato, las estructuras de metal y desechos comenzaron a volverse más caóticas, lo que les indicaba que estaban cerca de su destino. Syxel se detuvo un momento, observando los alrededores. Frente a ellos, una estructura semiderruida destacaba entre los montones de basura. Aunque llena de escombros, era evidente que había sido una casa en algún momento. El pirata esbozó una sonrisa. Era un buen sitio para que alguien como Boran se escondiera. Tras prepararse mentalmente para lo que estaba por venir, y con una sonrisa burlona en los labios, miró al gyojin.
—¿Qué dices, amigo? ¿Llamamos a la puerta o la echamos abajo? —bromeó, aunque la chispa en sus ojos dejaba claro que estaba listo para cualquier cosa que pudiera salir de aquella estructura medio en ruinas.