Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
12-10-2024, 12:58 AM
Era difícil, pero el pirata logró mantener su compostura mientras la mujer de cuernos continuaba con su discurso. Sus comentarios, aunque rudos y directos, lo hicieron reír internamente debido a las curiosas comparaciones y forma de expresarse. La mujer seguía pensando que él era una simple “hormiga…” que necesitaba ser protegida, pero este ex-noble confiaba bastante en que sus verdaderas armas no requerían de esfuerzo físico, sino intelectual. Exactamente, él era un maestro en el arte de manipular, engañar y, si era necesario, escapar por cualquier medio, pero jamás le demostraría esto a lo que parecía haberse convertido en su compañera atrapa gallos.
Alzó una ceja y ajustó su túnica con un movimiento elegante, sin dejar de caminar a su lado, aunque manteniendo esa distancia prudente que claramente ella había marcado desde un inicio, el peliverde-azulado ni siquiera se preguntó por qué, ahora solo le importaba que había sido aceptado y que los márgenes de ganancia eran tan variables como la situación. En absoluto, el aire de seguridad que exudaba no se veía afectado por las palabras de su acompañante, parecer un debilucho indefenso no era opción.
— Mi querida gigante compañera. — dijo, mientras dibujaba una leve sonrisa en su rostro y mantenía el ritmo inicial del trayecto. — El mundo está lleno de brutos que creen que solo con la espada se resuelven los problemas. No me malinterpretes, puedo defenderme cuando es necesario, pero prefiero evitar la sangre en mi túnica. — continuó con un tono muy musical y energético, aunque siempre cargado de ironía y vanidad. — Y en cuanto a lo de mi túnica… Bueno, quizá no entiendas de estilo, pero te aseguro que esta prenda ha sido testigo de situaciones más interesantes que unas simples aves perdidas. —
Mientras caminaba, su mirada gris detectó al grupo de hombres que seguían sus pasos a lo lejos desde hace ya mucho rato. No era la primera vez que se encontraba bajo el escrutinio de miradas curiosas o peligrosas, y sabía que su apariencia llamativa no ayudaba a pasar desapercibido. Sin embargo, en lugar de preocuparse, vio una oportunidad. Después de todo, si había algo que sabía hacer era desviar la atención y sacar provecho de las situaciones más incómodas, aunque ahora debía preocuparse porque aquellas personas no les estuvieran siguiendo para buscar problemas que terminen ahuyentando a los gallos, o peor aún tratar de quitarles los gallos y al final terminar con un daño colateral no deseado.
Mayura dejó que una pequeña risa escapara de sus labios antes de responder a la pregunta final de su compañera, utilizaría sus palabras y el tema de conversación para crear preocupación a sus seguidores, la oni quizás iba muy adelantada en el camino y centrada en los gallos como para notarlos. No obstante, él que iba detrás, utilizaría sus siguientes palabras con aun más cautela para preocupar a sus no deseados fanáticos. — ¿Matar gente? Mi estilo, querida, es algo más... refinado. No siempre necesitas una espada para derrotar a tus enemigos. A veces, basta con una palabra en el oído adecuado o un buen engaño. — Detuvo su paso por un momento, mirando a los gallos a su alrededor y los charcos de agua sucia, evitando caer en alguno y manchar su ropa.
— Pero si realmente te preocupa mi capacidad de defenderme, te invito a que mires más allá de mi apariencia. Las lenguas filosas, como las espadas, pueden ser letales, si sabes cómo manejarlas. Sobre todo, cuando andas con una daga igual de filosa. — Su tono de voz fue mucho más elevado, quería asegurar de que lo estuvieran escuchando. Al mismo tiempo, no pudo evitar jugar con la situación un poco más. Evidentemente podía notar que la enorme chica estaba acostumbrada a la fuerza bruta o resolver cualquier situación a la fuerza, pero era claro que estaba subestimando lo que un pirata astuto como el pavo real del océano podía llegar a hacer.
Con suerte la alza en su tono haría girar a la chica. En caso de conseguirlo, señalaría discretamente con un leve gesto a las personas que iban metros detrás de él, escondiéndose detrás de cajas, roca, paredes, a medida que avanzaban. Quería dejar claro el grupo que los observaba desde las sombras, confiando en que bandidos de ese nivel no comprenderían el juego de palabra y que tampoco podrían percatarse de señas discretas con el rostro pues no podían verlo desde sus espaldas.
Se detuvo repentinamente, fingiendo que se caería, solo para desenvainar discretamente el tanto que llevaba atado a la cintura por debajo de la túnica y esconderlo discretamente bajo el mango derecho. — ¡Rayos mi túnica! — exclamo al ver que con tal movimiento se le había ensuciado. "Con suerte, estos bandidos caerán en mi trampa antes de que mi querida compañera lo arruine con su 'enfoque directo'. Además, si la gigante es considerada podré cobrarle más debido a mi túnica sucia." Pensó maquinando rápidamente el resto del plan para las situaciones que esperaba que sucedieran. No esperaba ser salvado y mucho menos esperaba ser ayudado por la oni para derrotar a tres miserables bandidos.
— ¡Sera, que esos curiosos a lo lejos...podrían ayudarme! ¿O acaso están aquí solo para deleitarse a lo lejos? Vamos, ya no tienen dieciséis pervertidos. — Dijo, con una ligera sonrisa a modo de invitación, listo para cualquier cosa que pudiera pasar, aun a medio parar sin siquiera voltear la mirada hacia quienes les estaban siguiendo. — No te preocupes, si quieren problemas, podré demostrarte de lo que un pirata tan único como yo puede ser capaz. — respondió con seriedad ahora alzando su mirada hacia su compañera, sacando un poco su daga debajo de la manga desde un ángulo en que los indeseables visitantes no pudieran verla y que el sol reflejara un poco sobre ella para que su compañera pudiera notarla ya que sabía que a lo lejos se le dificultaría ver. Procedió a guardarla rápidamente y esperar a la respuesta o acercamiento de los asechadores antes de dar su próximo paso.
"¿De verdad creen que un grupo de bandidos tan patéticos puede intimidar a alguien como yo? Qué desperdicio de tiempo. Es una pena que mi túnica sea el daño colateral de mi distracción, solo espero que esta bárbara me entregue la porción cuando terminemos con los gallos." Pensaba despreocupado mientras esperaba al desenlace de sus acciones.
Alzó una ceja y ajustó su túnica con un movimiento elegante, sin dejar de caminar a su lado, aunque manteniendo esa distancia prudente que claramente ella había marcado desde un inicio, el peliverde-azulado ni siquiera se preguntó por qué, ahora solo le importaba que había sido aceptado y que los márgenes de ganancia eran tan variables como la situación. En absoluto, el aire de seguridad que exudaba no se veía afectado por las palabras de su acompañante, parecer un debilucho indefenso no era opción.
— Mi querida gigante compañera. — dijo, mientras dibujaba una leve sonrisa en su rostro y mantenía el ritmo inicial del trayecto. — El mundo está lleno de brutos que creen que solo con la espada se resuelven los problemas. No me malinterpretes, puedo defenderme cuando es necesario, pero prefiero evitar la sangre en mi túnica. — continuó con un tono muy musical y energético, aunque siempre cargado de ironía y vanidad. — Y en cuanto a lo de mi túnica… Bueno, quizá no entiendas de estilo, pero te aseguro que esta prenda ha sido testigo de situaciones más interesantes que unas simples aves perdidas. —
Mientras caminaba, su mirada gris detectó al grupo de hombres que seguían sus pasos a lo lejos desde hace ya mucho rato. No era la primera vez que se encontraba bajo el escrutinio de miradas curiosas o peligrosas, y sabía que su apariencia llamativa no ayudaba a pasar desapercibido. Sin embargo, en lugar de preocuparse, vio una oportunidad. Después de todo, si había algo que sabía hacer era desviar la atención y sacar provecho de las situaciones más incómodas, aunque ahora debía preocuparse porque aquellas personas no les estuvieran siguiendo para buscar problemas que terminen ahuyentando a los gallos, o peor aún tratar de quitarles los gallos y al final terminar con un daño colateral no deseado.
Mayura dejó que una pequeña risa escapara de sus labios antes de responder a la pregunta final de su compañera, utilizaría sus palabras y el tema de conversación para crear preocupación a sus seguidores, la oni quizás iba muy adelantada en el camino y centrada en los gallos como para notarlos. No obstante, él que iba detrás, utilizaría sus siguientes palabras con aun más cautela para preocupar a sus no deseados fanáticos. — ¿Matar gente? Mi estilo, querida, es algo más... refinado. No siempre necesitas una espada para derrotar a tus enemigos. A veces, basta con una palabra en el oído adecuado o un buen engaño. — Detuvo su paso por un momento, mirando a los gallos a su alrededor y los charcos de agua sucia, evitando caer en alguno y manchar su ropa.
— Pero si realmente te preocupa mi capacidad de defenderme, te invito a que mires más allá de mi apariencia. Las lenguas filosas, como las espadas, pueden ser letales, si sabes cómo manejarlas. Sobre todo, cuando andas con una daga igual de filosa. — Su tono de voz fue mucho más elevado, quería asegurar de que lo estuvieran escuchando. Al mismo tiempo, no pudo evitar jugar con la situación un poco más. Evidentemente podía notar que la enorme chica estaba acostumbrada a la fuerza bruta o resolver cualquier situación a la fuerza, pero era claro que estaba subestimando lo que un pirata astuto como el pavo real del océano podía llegar a hacer.
Con suerte la alza en su tono haría girar a la chica. En caso de conseguirlo, señalaría discretamente con un leve gesto a las personas que iban metros detrás de él, escondiéndose detrás de cajas, roca, paredes, a medida que avanzaban. Quería dejar claro el grupo que los observaba desde las sombras, confiando en que bandidos de ese nivel no comprenderían el juego de palabra y que tampoco podrían percatarse de señas discretas con el rostro pues no podían verlo desde sus espaldas.
Se detuvo repentinamente, fingiendo que se caería, solo para desenvainar discretamente el tanto que llevaba atado a la cintura por debajo de la túnica y esconderlo discretamente bajo el mango derecho. — ¡Rayos mi túnica! — exclamo al ver que con tal movimiento se le había ensuciado. "Con suerte, estos bandidos caerán en mi trampa antes de que mi querida compañera lo arruine con su 'enfoque directo'. Además, si la gigante es considerada podré cobrarle más debido a mi túnica sucia." Pensó maquinando rápidamente el resto del plan para las situaciones que esperaba que sucedieran. No esperaba ser salvado y mucho menos esperaba ser ayudado por la oni para derrotar a tres miserables bandidos.
— ¡Sera, que esos curiosos a lo lejos...podrían ayudarme! ¿O acaso están aquí solo para deleitarse a lo lejos? Vamos, ya no tienen dieciséis pervertidos. — Dijo, con una ligera sonrisa a modo de invitación, listo para cualquier cosa que pudiera pasar, aun a medio parar sin siquiera voltear la mirada hacia quienes les estaban siguiendo. — No te preocupes, si quieren problemas, podré demostrarte de lo que un pirata tan único como yo puede ser capaz. — respondió con seriedad ahora alzando su mirada hacia su compañera, sacando un poco su daga debajo de la manga desde un ángulo en que los indeseables visitantes no pudieran verla y que el sol reflejara un poco sobre ella para que su compañera pudiera notarla ya que sabía que a lo lejos se le dificultaría ver. Procedió a guardarla rápidamente y esperar a la respuesta o acercamiento de los asechadores antes de dar su próximo paso.
"¿De verdad creen que un grupo de bandidos tan patéticos puede intimidar a alguien como yo? Qué desperdicio de tiempo. Es una pena que mi túnica sea el daño colateral de mi distracción, solo espero que esta bárbara me entregue la porción cuando terminemos con los gallos." Pensaba despreocupado mientras esperaba al desenlace de sus acciones.