Asradi
Völva
12-10-2024, 11:54 AM
Tras las risas iniciales, y una conversación mucho más amena sobre los disfraces que ambos habían llevado y que, de hecho, Asradi todavía portaba a medias, tocaba relajarse un poco después de tanto jolgorio. Una fiesta que, sabía, iba a continuar tal y como estaban pintando las cosas. Pero de momento se tomaría un instante de respiro. Hacía tiempo que no veía a Galhard, desde aquel momento en la playa, así que siempre era bueno saber de él. Parecía estar bien, y eso le alegraba.
— Sí que lo ha sido. — Murmuró en respuesta a él. La noche había sido excelente, aunque algunos resacosos quizás se quejasen después. Pero ese momento de libertad y felicidad no se los iba a quitar nadie.
También había conocido a algunos compañeros de Ragnheidr, como ese pequeño tontatta, el que se había casado. El recuerdo de aquella imagen le hizo sonreír un tanto más divertida. Luego de eso, mientras Galhard reflexionaba en voz alta, ella asintió también pensativa.
— A veces vivir el día a día no es tan malo, sobre todo para que uno se olvide de sus propios problemas. — Por supuesto, dependía de la situación en la que cada uno se encontrase. Ella lo hacía por mera supervivencia. Desde hacía varios años.
De todas maneras, pensar en eso no le ayudaba, así que decidió descartar eses funestos recuerdos y centrarse en el ahora. En la compañía. Galhard era un marine, sí. Pero de momento parecía buena gente, ,lo poco que había compartido con él en aquella ocasión y ahora también. Hubiese deseado ver y saber de Octojin. No había vuelto a saber del escualo desde que ambos se habían separado en Loguetown.
Miró al pelicastaño un momento, todavía con esa duda rondándole la cabeza. Hasta que Galhard la sacó de sus pensamientos con la propuesta siguiente.
— ¿Al mar? ¿Quieres meterte a nadar después de la resaca? — Sí que tenía agallas el hombre, sí. La sirena se rió ligeramente, complacida y divertida al mismo tiempo. — Me parece perfecto, pero no te quejes si el agua todavía está algo fría.
Era bastante temprano por la mañana todavía. Se irguió ligeramente. Aunque solo lo suficiente como para desprenderse de los restos del disfraz que todavía llevaba. Por algún motivo, le gustaba, y pretendía guardarlo como recuerdo. Después de dejar los trozos de tela sobrantes sobre la arena se aproximó en graciosos saltitos hacia la orilla.
— Y no digas eso. Te quedaba perfecto el disfraz de plátano. — Le miró con un halo de travesura pincelando sus ojos, así como la sonrisa de la misma índole. Esperó a que Galhard estuviese a su altura.
Y... Cuando lo hiciese, le empujó a traición hacia el agua, antes de zambullirse ella entre risas.
— Sí que lo ha sido. — Murmuró en respuesta a él. La noche había sido excelente, aunque algunos resacosos quizás se quejasen después. Pero ese momento de libertad y felicidad no se los iba a quitar nadie.
También había conocido a algunos compañeros de Ragnheidr, como ese pequeño tontatta, el que se había casado. El recuerdo de aquella imagen le hizo sonreír un tanto más divertida. Luego de eso, mientras Galhard reflexionaba en voz alta, ella asintió también pensativa.
— A veces vivir el día a día no es tan malo, sobre todo para que uno se olvide de sus propios problemas. — Por supuesto, dependía de la situación en la que cada uno se encontrase. Ella lo hacía por mera supervivencia. Desde hacía varios años.
De todas maneras, pensar en eso no le ayudaba, así que decidió descartar eses funestos recuerdos y centrarse en el ahora. En la compañía. Galhard era un marine, sí. Pero de momento parecía buena gente, ,lo poco que había compartido con él en aquella ocasión y ahora también. Hubiese deseado ver y saber de Octojin. No había vuelto a saber del escualo desde que ambos se habían separado en Loguetown.
Miró al pelicastaño un momento, todavía con esa duda rondándole la cabeza. Hasta que Galhard la sacó de sus pensamientos con la propuesta siguiente.
— ¿Al mar? ¿Quieres meterte a nadar después de la resaca? — Sí que tenía agallas el hombre, sí. La sirena se rió ligeramente, complacida y divertida al mismo tiempo. — Me parece perfecto, pero no te quejes si el agua todavía está algo fría.
Era bastante temprano por la mañana todavía. Se irguió ligeramente. Aunque solo lo suficiente como para desprenderse de los restos del disfraz que todavía llevaba. Por algún motivo, le gustaba, y pretendía guardarlo como recuerdo. Después de dejar los trozos de tela sobrantes sobre la arena se aproximó en graciosos saltitos hacia la orilla.
— Y no digas eso. Te quedaba perfecto el disfraz de plátano. — Le miró con un halo de travesura pincelando sus ojos, así como la sonrisa de la misma índole. Esperó a que Galhard estuviese a su altura.
Y... Cuando lo hiciese, le empujó a traición hacia el agua, antes de zambullirse ella entre risas.