Atlas
Nowhere | Fénix
12-10-2024, 12:19 PM
Sí, había caído al suelo... abatido. Era algo que me tenía que hacer mirar, porque los enemigos a los que me enfrentaba no paraban de caer muertos. Pocas cosas había más lejos de mis intenciones que arrebatarle la vida a nadie. Con inutilizarles me quedaba tranquilo, conforme y a gusto. Cansados y heridos, podían ser detenidos y juzgados para, posteriormente, cumplir la condena oportuna donde fuese preciso. Vale, se podía abrir el debate de hasta qué punto condenar a alguien a pasar un sinfín de años en privación de libertad era mejor o peor que, sencillamente, quitarle la vida, pero no era el momento. Al menos yo dormía más tranquilo cuando regresaba de una misión y ninguna vida segada pesaba sobre mi conciencia.
Fuera como fuese, allí nada había terminado. A mi lado, la muchacha poseída por la locura y el otro tipo continuaban peleando. Con ver un par de movimientos de cada uno quedaba manifiestamente claro que el tipo no era rival para ella, lo que llevaba inevitablemente a la pregunta de por qué demonios se habían lanzado a por ella entonces. Aunque, visto de otro modo, la situación tampoco permitía pararse a pensar en demasiadas cosas.
El sujeto me interpeló, demandando una ayuda que los dos —seguramente los tres— sabíamos que no merecía. Por otro lado, estaba claro que necesitaba información y, del mismo modo, que era probable que el tipo intentase escapar a la menor oportunidad que viese. ¿Cómo podía hacerlo? Después de pensarlo durante un instante una idea acudió a mi cabeza. Era arriesgada, pero tal vez pudiese funcionar. En primer lugar intentaría dejar fuera de combate al sujeto —sin matarle, claro— y, acto seguido, intentaría aprovechar el momento de lucidez que estaba teniendo la mujer para calmarla y zanjar aquella disputa sin sentido de una vez por todas. Así podría tener acceso a la información que necesitaba a través del tipo y podría sacar a la desconocida del pozo de sufrimiento en el que parecía estar confinada.
Fue por ello que, sin decir nada, me orienté hacia la mujer y alcé mi naginata con toda la intención de atacarla a ella. Sin embargo, en el último momento mi desplazamiento y la orientación de mi hoja cambiaron para señalar al matón. Di un único y veloz paso hacia él, trazando al mismo tiempo un corte con el que pretendía lanzarle por los aires para que, al golpearse con la pared, quedase inconsciente o al menos lo suficientemente herido como para no poder escapar.
No podía pararme a comprobar si todo había salido tal y como había planeado. Por el contrario, encaré a la mujer y, en un desesperado intento de que no me viese como una amenaza, guardé mi arma en el soporte que cargaba a mi espalda. Alcé ambas manos en señal de paz. No quería que me viese como una amenaza. Con el ataque al matón y mis siguientes pasos pretendía diferenciarme cuanto fuese posible de los que la habían mantenido allí recluida, desquiciada y sola —porque eso parecía—.
—No voy a hacerte daño —comencé con voz suave—. Mis compañeros y yo hemos venido a acabar con esta gente —continué, dando por hecho que aquellos tipos tenían algo que ver con el motivo inicial de que hubiésemos ido a parar allí... Eran demasiadas desgracias juntas y coincidentes para un pueblo tan pequeño; debía haber un nexo que lo conectase todo—, y yo he venido a sacarte de aquí y asegurarme de que no te vuelvan a meter en un agujero como éste, ¿qué me dices?
Fuera como fuese, allí nada había terminado. A mi lado, la muchacha poseída por la locura y el otro tipo continuaban peleando. Con ver un par de movimientos de cada uno quedaba manifiestamente claro que el tipo no era rival para ella, lo que llevaba inevitablemente a la pregunta de por qué demonios se habían lanzado a por ella entonces. Aunque, visto de otro modo, la situación tampoco permitía pararse a pensar en demasiadas cosas.
El sujeto me interpeló, demandando una ayuda que los dos —seguramente los tres— sabíamos que no merecía. Por otro lado, estaba claro que necesitaba información y, del mismo modo, que era probable que el tipo intentase escapar a la menor oportunidad que viese. ¿Cómo podía hacerlo? Después de pensarlo durante un instante una idea acudió a mi cabeza. Era arriesgada, pero tal vez pudiese funcionar. En primer lugar intentaría dejar fuera de combate al sujeto —sin matarle, claro— y, acto seguido, intentaría aprovechar el momento de lucidez que estaba teniendo la mujer para calmarla y zanjar aquella disputa sin sentido de una vez por todas. Así podría tener acceso a la información que necesitaba a través del tipo y podría sacar a la desconocida del pozo de sufrimiento en el que parecía estar confinada.
Fue por ello que, sin decir nada, me orienté hacia la mujer y alcé mi naginata con toda la intención de atacarla a ella. Sin embargo, en el último momento mi desplazamiento y la orientación de mi hoja cambiaron para señalar al matón. Di un único y veloz paso hacia él, trazando al mismo tiempo un corte con el que pretendía lanzarle por los aires para que, al golpearse con la pared, quedase inconsciente o al menos lo suficientemente herido como para no poder escapar.
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
No Aprendida
33
1
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]
No podía pararme a comprobar si todo había salido tal y como había planeado. Por el contrario, encaré a la mujer y, en un desesperado intento de que no me viese como una amenaza, guardé mi arma en el soporte que cargaba a mi espalda. Alcé ambas manos en señal de paz. No quería que me viese como una amenaza. Con el ataque al matón y mis siguientes pasos pretendía diferenciarme cuanto fuese posible de los que la habían mantenido allí recluida, desquiciada y sola —porque eso parecía—.
—No voy a hacerte daño —comencé con voz suave—. Mis compañeros y yo hemos venido a acabar con esta gente —continué, dando por hecho que aquellos tipos tenían algo que ver con el motivo inicial de que hubiésemos ido a parar allí... Eran demasiadas desgracias juntas y coincidentes para un pueblo tan pequeño; debía haber un nexo que lo conectase todo—, y yo he venido a sacarte de aquí y asegurarme de que no te vuelvan a meter en un agujero como éste, ¿qué me dices?