Drake Longspan
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13-10-2024, 03:27 AM
(Última modificación: 13-10-2024, 03:28 AM por Drake Longspan.)
En medio del caos, la revolución avanzaba con una energía casi palpable. Rocket Raccoon, estaba en su elemento, si el anarco-terrorismo cuenta como elemento. Después de ser lanzado con precisión a un tejado, se dedicó a lanzar cohetes como si estuviera organizando una fiesta de fuegos artificiales, pero con un toque bélico. Cada explosión retumbaba en el aire, y aunque no logró hundir el barco enemigo, sí les consiguió algo de tiempo para el grupo. Su toque final fue un cohete especial que pintó en el cielo la "R" y la "A", adornadas con alas enormes, un símbolo que haría historia y podrían contárselo a las nuevas generaciones.
Si sobrevivía...
Mientras tanto, Lobo Jackson, el mink con una guitarra en mano y ahora con un nuevo Alias: "Perrito Supervisor", convertía el campo de batalla en un concierto improvisado. Sus acordes no solo levantaban el ánimo de los suyos, sino que incluso hacían que los enemigos se tambalearan al ritmo de su música. Parecía imposible que alguien pudiera mantener la concentración con tanta energía en el aire. Lobo no solo tocaba para inspirar, sino que su música se sentía como una declaración: La historia se puede transmitir con música. El daño realizado por Lobo es ineludible por los guardias, los cuáles parecen sorprenderse ante la forma de combate del Mink.
Hato actuaba con rapidez, era como ver a un torbellino en el campo de batalla. Con su Kanabo en mano, se movía entre los guardias con una precisión que solo podía venir de alguien con su nivel de experiencia. Cada golpe era devastador, lanzando a sus enemigos metros atrás, y con su dial de propulsión, los remataba sin darles oportunidad de reacción. Hato no solo estaba luchando, estaba dominando a los pobres guardias reales que le hacían frente y su energía era contagiosa.
Los enemigos atacados por la Skypean, hicieron qué cayesen completamente noqueados
Lemon Stone, por otro lado, tenía un enfoque... bizarro. Había esparcido mantequilla por toda una avenida y ahora, mientras la veía derretirse lentamente con una mezcla de satisfacción y duda, se preguntaba si era lo correcto. Pero las dudas duraron poco, si alguna vez dudó. La mantequilla comenzó a arder fruto a los tablones de madera, incendiando casas de pobres civiles junto a la calle, montando una barricada improvisada. Esta batalla le iba a costar bastante de reponer para el ejercito revolucionario, pero no se gana una batalla sin pérdidas. Para mas inri, Lemon decidió añadir un toque de cigarro para potenciar todavía más las llamas...
Algo parecía indicar que iban a prohibir fumar en esa isla próximamente.
El fuego se extendía rápidamente por el lado oeste del puerto de Oykot, parecía que todo iba a ser consumido por las llamas hasta qué el sonido del agua retumbó por todo el ambiente.
Mientras el grupo huía en dirección norte, el resonar del agua parecía llegaros de camino, dispuestos a arrastraros de vuelta hacia el pueblo, rumbo a una más que probable batalla campal.
Tras el sonido fluvial y estruendo, una figura se muestra en las encharcadas calles del muelle sur. En lo alto de una plataforma improvisada, con el rugido del río como único testigo de lo que estaba a punto de suceder, Karina se colocó frente a la multitud que se había reunido de camino hacia el puerto de Oykot. Balleneros, padres, hijos de pescadores, miembros de la guardia real, marines y cuatro revolucionarios del East Blue fueron testigos expectantes, con los rostros curtidos por el viento salado y el miedo mezclado con una esperanza naciente. La mujer, con sus ojos encendidos como dos llamas, alzó la voz para ser escuchada por todos.
— ¡Compañeros del mar, del puerto y de la tierra que amamos! Hoy no estamos aquí como simples balleneros, pescadores o padres de familia. ¡Hoy somos algo más! Hoy somos el puño cerrado de un pueblo que ha sido aplastado por demasiado tiempo. Somos los hijos de este mar que nos ha dado todo, y ahora debemos devolverle su libertad. Nos han arrebatado nuestra dignidad, nuestros hogares y, lo peor de todo, el futuro de nuestros hijos. Pero hoy… ¡hoy será diferente!
Apretó su puño antes de dar un pisotón sobre un barril.
— ¡Porque somos el rugido del mar, somos las olas que arrasan todo a su paso, somos la tempestad que trae consigo el amanecer de un nuevo día! ¡Y cuando la tormenta pase, cuando el humo del combate se disipe, será nuestro estandarte el que ondee en lo alto! ¡El estandarte de los libres, de los que no se rinden, de los que pelearon por su tierra y la ganaron! ¡Hoy, compañeros, no somos solo hombres y mujeres de Oykot, ni del East Blue! Hoy somos la tempestad que arrasa con la opresión. ¡Hoy somos la marea que destruirá sus cadenas! ¡Por la libertad! ¡Por nuestras familias! ¡Por cada golpe que hemos soportado y por cada victoria que ganaremos!
El eco del grito de Karina resonó como un trueno, y la multitud estalló en vítores, alzando sus puños al cielo. El paso fluvial de aquel río rompió con más fuerza contra el puerto, como si la propia naturaleza respondiera a su llamado. La revolución había comenzado.
— A la batalla.
Justo cuando el río desbordante llega hasta las orillas, el barco de la Marina finalmente atraca, haciendo que estos desembarquen frente a los revolucionarios, los cuáles están en busca y captura por sospechas de terrorismo, no así aún los balleneros. Mae Sinfo fija en la distancia, en los tejados, la figura de Rocket Raccoon. No parece quedar ni un solo tripulante en dicho barco.
— Atrapadles. — Dijo secamente, tapando su rostro avergonzado en dirección a Rocket Raccoon.
Seis marines junto a la suboficial se dirigen hacia el grupo desde la zona sur. La guardia real que no había sucumbido a la paliza del grupo, había sido primero incendiada por Lemon Stone y luego llevada por la corriente hasta el agua salada del puerto.
Del submarino del muelle, parece abrirse la escotilla, saliendo un grupo de élite armado... Solamente aquellos que fueron arrastrados por el agua en dirección al muelle sur podrían leer sus intenciones y escuchar sus palabras:
— Dios salve a la reina.
Si sobrevivía...
Mientras tanto, Lobo Jackson, el mink con una guitarra en mano y ahora con un nuevo Alias: "Perrito Supervisor", convertía el campo de batalla en un concierto improvisado. Sus acordes no solo levantaban el ánimo de los suyos, sino que incluso hacían que los enemigos se tambalearan al ritmo de su música. Parecía imposible que alguien pudiera mantener la concentración con tanta energía en el aire. Lobo no solo tocaba para inspirar, sino que su música se sentía como una declaración: La historia se puede transmitir con música. El daño realizado por Lobo es ineludible por los guardias, los cuáles parecen sorprenderse ante la forma de combate del Mink.
Hato actuaba con rapidez, era como ver a un torbellino en el campo de batalla. Con su Kanabo en mano, se movía entre los guardias con una precisión que solo podía venir de alguien con su nivel de experiencia. Cada golpe era devastador, lanzando a sus enemigos metros atrás, y con su dial de propulsión, los remataba sin darles oportunidad de reacción. Hato no solo estaba luchando, estaba dominando a los pobres guardias reales que le hacían frente y su energía era contagiosa.
Los enemigos atacados por la Skypean, hicieron qué cayesen completamente noqueados
Lemon Stone, por otro lado, tenía un enfoque... bizarro. Había esparcido mantequilla por toda una avenida y ahora, mientras la veía derretirse lentamente con una mezcla de satisfacción y duda, se preguntaba si era lo correcto. Pero las dudas duraron poco, si alguna vez dudó. La mantequilla comenzó a arder fruto a los tablones de madera, incendiando casas de pobres civiles junto a la calle, montando una barricada improvisada. Esta batalla le iba a costar bastante de reponer para el ejercito revolucionario, pero no se gana una batalla sin pérdidas. Para mas inri, Lemon decidió añadir un toque de cigarro para potenciar todavía más las llamas...
Algo parecía indicar que iban a prohibir fumar en esa isla próximamente.
El fuego se extendía rápidamente por el lado oeste del puerto de Oykot, parecía que todo iba a ser consumido por las llamas hasta qué el sonido del agua retumbó por todo el ambiente.
Mientras el grupo huía en dirección norte, el resonar del agua parecía llegaros de camino, dispuestos a arrastraros de vuelta hacia el pueblo, rumbo a una más que probable batalla campal.
Tras el sonido fluvial y estruendo, una figura se muestra en las encharcadas calles del muelle sur. En lo alto de una plataforma improvisada, con el rugido del río como único testigo de lo que estaba a punto de suceder, Karina se colocó frente a la multitud que se había reunido de camino hacia el puerto de Oykot. Balleneros, padres, hijos de pescadores, miembros de la guardia real, marines y cuatro revolucionarios del East Blue fueron testigos expectantes, con los rostros curtidos por el viento salado y el miedo mezclado con una esperanza naciente. La mujer, con sus ojos encendidos como dos llamas, alzó la voz para ser escuchada por todos.
— ¡Compañeros del mar, del puerto y de la tierra que amamos! Hoy no estamos aquí como simples balleneros, pescadores o padres de familia. ¡Hoy somos algo más! Hoy somos el puño cerrado de un pueblo que ha sido aplastado por demasiado tiempo. Somos los hijos de este mar que nos ha dado todo, y ahora debemos devolverle su libertad. Nos han arrebatado nuestra dignidad, nuestros hogares y, lo peor de todo, el futuro de nuestros hijos. Pero hoy… ¡hoy será diferente!
Apretó su puño antes de dar un pisotón sobre un barril.
— ¡Porque somos el rugido del mar, somos las olas que arrasan todo a su paso, somos la tempestad que trae consigo el amanecer de un nuevo día! ¡Y cuando la tormenta pase, cuando el humo del combate se disipe, será nuestro estandarte el que ondee en lo alto! ¡El estandarte de los libres, de los que no se rinden, de los que pelearon por su tierra y la ganaron! ¡Hoy, compañeros, no somos solo hombres y mujeres de Oykot, ni del East Blue! Hoy somos la tempestad que arrasa con la opresión. ¡Hoy somos la marea que destruirá sus cadenas! ¡Por la libertad! ¡Por nuestras familias! ¡Por cada golpe que hemos soportado y por cada victoria que ganaremos!
El eco del grito de Karina resonó como un trueno, y la multitud estalló en vítores, alzando sus puños al cielo. El paso fluvial de aquel río rompió con más fuerza contra el puerto, como si la propia naturaleza respondiera a su llamado. La revolución había comenzado.
— A la batalla.
Justo cuando el río desbordante llega hasta las orillas, el barco de la Marina finalmente atraca, haciendo que estos desembarquen frente a los revolucionarios, los cuáles están en busca y captura por sospechas de terrorismo, no así aún los balleneros. Mae Sinfo fija en la distancia, en los tejados, la figura de Rocket Raccoon. No parece quedar ni un solo tripulante en dicho barco.
— Atrapadles. — Dijo secamente, tapando su rostro avergonzado en dirección a Rocket Raccoon.
Seis marines junto a la suboficial se dirigen hacia el grupo desde la zona sur. La guardia real que no había sucumbido a la paliza del grupo, había sido primero incendiada por Lemon Stone y luego llevada por la corriente hasta el agua salada del puerto.
Del submarino del muelle, parece abrirse la escotilla, saliendo un grupo de élite armado... Solamente aquellos que fueron arrastrados por el agua en dirección al muelle sur podrían leer sus intenciones y escuchar sus palabras:
— Dios salve a la reina.