Shiro
Ninguno
13-10-2024, 11:56 AM
El peliblanco hizo caso omiso a su alrededor. Todo se estaba yendo al traste demasiado rápido y no podía entretenerse con nada que no fuese buscar una manera de salir de allí junto a sus nakamas, por lo que Shiro centró todos sus esfuerzos en alcanzar aquella placa en el suelo. Sentía que había dado con la clave para escapar del lugar de una forma segura. Shiro sabía que la infame mente que había creado aquel lugar debía de haber oculto algún mecanismo que detuviese aquello… aunque el cocinero no tardó en averiguar lo equivocado que estaba.
- Cagamos - pensó el joven cuando escuchó los chorros emerger a través de los huecos de las escaleras como un claro presagio de lo que se avecinaba.
Al joven le hubiese gustado comprobar si sus nakamas se encontraban bien, pero antes de poder hacer nada, la losa que tenía frente a él explotó expulsando otro torrente de agua que golpeó a la estatua haciéndola tambalear. El peliblanco hizo un esfuerzo abismal para mantener el control mientras se aferraba a esta con todas sus fuerzas en un intento de estabilizarla, sin embargo, todos los esfuerzos de Shiro fueron en vano y terminó siendo arrastrado por el agua mientras se aferraba al autómata.
El viaje por la corriente fue de lo más tortuoso, ramas, cascotes e incluso parte del tesoro que había estado esparcido por el suelo se transformó en una lluvia de proyectiles que laceraron al espadachín aquí y allá. El muchacho temía que alguno acabase impactándole en algún ojo, por lo que rehusó a fijarse en las escenas que decoraban las paredes. En su lugar, el peliblanco pegó la cabeza a la estatua a la que aún seguía agarrado y cerró los ojos esperando a que aquello acabase rápido.
Shiro se mantuvo en aquella posición hasta que notó como la gravedad lo reclamaba. El inequívoco tirón que ejercía esta cuando caías era inconfundible, por lo que cuando el empapado cocinero volvió a abrir los ojos se encontraba en el aire cayendo hacia la selva que habían cruzado al llegar. El espadachín, en un intento desenfrenado de salvarse ante aquella caída, volvió a activar sus poderes aprovechando que había conseguido mantenerse sujeto a la estatua, pero una vez que el autómata volvió bajo su control, se dió cuenta de que no había servido para nada. Su instinto le había llevado a hacer aquella maniobra pensando que podría hacer levitar el objeto, pero como tenía movilidad propia solo consiguió caer al vacío junto a una estatua gigante que pataleaba inútilmente mientras sujetaba un sarcófago.
El impacto contra los árboles fue brutal. Por suerte para Shiro el golpe principal se lo llevó la estatua, pero tras partir el primer árbol en dos no pudo aguantar más agarrado a ella y salió despedido como un muñeco de trapo. A partir de ahí, el arriba y abajo perdió el sentido, partiendo ramas durante su trayecto hasta que frenó en seco cuando chocó contra el tronco de uno de ellos… y llegó la negrura.
Shiro no supo cuánto tiempo estuvo sin sentido, pero tras un tiempo indeterminado un incesante zumbido comenzó a sacarle de su estado poco a poco. El peliblanco al principio pensó que era la cabeza a punto de estallarle, sin embargo, resultó ser el pequeño den den mushi que había llevado consigo. Al peliblanco le costó horrores moverse, el cuerpo le pedía que reposase un rato más, que necesitaba descansar y que luego ya si acaso se movería.
- Espero que no estéis ninguno muerto… - terminó cediendo ante la razón mientras buscaba al pequeño caracol que no paraba de zumbar entre sus ropajes.
La voz de Lance fue como un remanso de paz para el cocinero. Por el tono de este parecía que todo andaba bien, así que había llegado la hora de dejar de vaguear y volverse a poner en pie. El cuerpo de Shiro se quejó a cada movimiento que daba. La caída lo había dejado bastante destrozado, pero no podía preocupar a sus nakamas. Debía de sacar fuerzas una última vez y ya luego podría descansar en el To´Shulo tranquilamente.
Lo primero que hizo Shiro fue reconocer la zona, donde se encontró la estatua que los había atacado en la sala del tesoro, aún abrazada al sarcófago al que había hecho agarrarse cuando el joven la cabalgaba. Fue todo un alivio para el espadachín no haber perdido el botín.
- Volvamos al ruedo, pequeña - pensó Shiro mientras buscaba la forma de volver a subirse a la zona adecuada para usar sus poderes.
Dado al dolor de su cuerpo, esta vez no fue tan sencillo para Shiro, pero tras varios intentos al fin lo consiguió y pudo volver a colocar la estatua de pie. Durante la caída parecía que el mecanismo de la pierna derecha se había estropeado y no podía caminar como antes, así que no le quedó otra que avanzar con ella haciéndola saltar a la pata coja.
- Cagamos - pensó el joven cuando escuchó los chorros emerger a través de los huecos de las escaleras como un claro presagio de lo que se avecinaba.
Al joven le hubiese gustado comprobar si sus nakamas se encontraban bien, pero antes de poder hacer nada, la losa que tenía frente a él explotó expulsando otro torrente de agua que golpeó a la estatua haciéndola tambalear. El peliblanco hizo un esfuerzo abismal para mantener el control mientras se aferraba a esta con todas sus fuerzas en un intento de estabilizarla, sin embargo, todos los esfuerzos de Shiro fueron en vano y terminó siendo arrastrado por el agua mientras se aferraba al autómata.
El viaje por la corriente fue de lo más tortuoso, ramas, cascotes e incluso parte del tesoro que había estado esparcido por el suelo se transformó en una lluvia de proyectiles que laceraron al espadachín aquí y allá. El muchacho temía que alguno acabase impactándole en algún ojo, por lo que rehusó a fijarse en las escenas que decoraban las paredes. En su lugar, el peliblanco pegó la cabeza a la estatua a la que aún seguía agarrado y cerró los ojos esperando a que aquello acabase rápido.
Shiro se mantuvo en aquella posición hasta que notó como la gravedad lo reclamaba. El inequívoco tirón que ejercía esta cuando caías era inconfundible, por lo que cuando el empapado cocinero volvió a abrir los ojos se encontraba en el aire cayendo hacia la selva que habían cruzado al llegar. El espadachín, en un intento desenfrenado de salvarse ante aquella caída, volvió a activar sus poderes aprovechando que había conseguido mantenerse sujeto a la estatua, pero una vez que el autómata volvió bajo su control, se dió cuenta de que no había servido para nada. Su instinto le había llevado a hacer aquella maniobra pensando que podría hacer levitar el objeto, pero como tenía movilidad propia solo consiguió caer al vacío junto a una estatua gigante que pataleaba inútilmente mientras sujetaba un sarcófago.
El impacto contra los árboles fue brutal. Por suerte para Shiro el golpe principal se lo llevó la estatua, pero tras partir el primer árbol en dos no pudo aguantar más agarrado a ella y salió despedido como un muñeco de trapo. A partir de ahí, el arriba y abajo perdió el sentido, partiendo ramas durante su trayecto hasta que frenó en seco cuando chocó contra el tronco de uno de ellos… y llegó la negrura.
Shiro no supo cuánto tiempo estuvo sin sentido, pero tras un tiempo indeterminado un incesante zumbido comenzó a sacarle de su estado poco a poco. El peliblanco al principio pensó que era la cabeza a punto de estallarle, sin embargo, resultó ser el pequeño den den mushi que había llevado consigo. Al peliblanco le costó horrores moverse, el cuerpo le pedía que reposase un rato más, que necesitaba descansar y que luego ya si acaso se movería.
- Espero que no estéis ninguno muerto… - terminó cediendo ante la razón mientras buscaba al pequeño caracol que no paraba de zumbar entre sus ropajes.
La voz de Lance fue como un remanso de paz para el cocinero. Por el tono de este parecía que todo andaba bien, así que había llegado la hora de dejar de vaguear y volverse a poner en pie. El cuerpo de Shiro se quejó a cada movimiento que daba. La caída lo había dejado bastante destrozado, pero no podía preocupar a sus nakamas. Debía de sacar fuerzas una última vez y ya luego podría descansar en el To´Shulo tranquilamente.
Lo primero que hizo Shiro fue reconocer la zona, donde se encontró la estatua que los había atacado en la sala del tesoro, aún abrazada al sarcófago al que había hecho agarrarse cuando el joven la cabalgaba. Fue todo un alivio para el espadachín no haber perdido el botín.
- Volvamos al ruedo, pequeña - pensó Shiro mientras buscaba la forma de volver a subirse a la zona adecuada para usar sus poderes.
Dado al dolor de su cuerpo, esta vez no fue tan sencillo para Shiro, pero tras varios intentos al fin lo consiguió y pudo volver a colocar la estatua de pie. Durante la caída parecía que el mecanismo de la pierna derecha se había estropeado y no podía caminar como antes, así que no le quedó otra que avanzar con ella haciéndola saltar a la pata coja.