Asradi
Völva
13-10-2024, 12:57 PM
Por fin un poco de descanso. De paz y de tranquilidad.
Oykot era una tremenda caja de sorpresas en todos los sentidos, y después de todo lo acontecido, Asradi agradecía un pequeño descanso de tanto caos. Además, ahora ya no estaba viajando sola, así que era también un aliciente para que su humor mejorase. Aunque el grupo que había conocido, era bastante caótico. No había tenido la oportunidad de conocer bien a todos y era consciente de que tendría que volver a partir. Esperaba que acompañada esta vez.
Fuese como fuese, había decidido madrugar ese día y bajar a la playa. Como muchos amaneceres, siempre realizaba el mismo ritual de agradecimiento y en silencio ante la orilla del mar. Siempre lo hacía cada vez que tenía oportunidad. Era una manera de reconectarse con los suyos, en mayor o menor medida. Inicialmente, todo iba bien, hasta que escuchó pasos acercándose. Para cuando contempló por sobre su hombro, enarcó una ceja. Allí llegaba el estrafalario tipo de la máscara.
¿Cómo era que se llamaba? ¿Limón? ¿Simón? No estaba segura, era terrible para los nombres extranjeros. Bueno, el tipo de la máscara. Asradi le miró de arriba a abajo, con todas esas pintas relajadas y playeras que llevaba.
¿Eso era un tanga?
Lo mejor es el discurso con el que iba acompañado. ¿Decía algo de confiscar a todas las sirenas? Pues iba listo el tipo.
En silencio, Asradi se acercó hacia él, con graciosos saltitos gracias a la fuerza de los músculos de su cola.
— Al oído no creo que te vaya a cantar. Y depende de lo que te cante. A lo mejor te vuelves loco. —Medio bromeó, aunque su expresión era terriblemente seria. Incluso entornó los ojos mirando directamente al enmascarado revolucionario.
Aunque acto seguido, esbozó una abierta sonrisa.
— Creo que no nos hemos presentado formalmente antes. — Si lo habían hecho, no lo recordaba. Habían pasado demasiadas cosas. Agitó, muy suavemente, la punta de su aleta caudal. — Bonita camisa, por cierto.
¿Era un halago o, simplemente, se estaba metiendo con él? Quizás era un poco de ambas cosas. De hecho, no pudo evitar quedársele mirando un tanto de arriba a abajo. Aunque procuraba no posar la mirada sobre aquel tanga.
Había que tener valor. O desvergüenza. O un poco de ambas cosas, quizás.
— ¿Has venido también a tomar el sol? — Preguntó.
Oykot era una tremenda caja de sorpresas en todos los sentidos, y después de todo lo acontecido, Asradi agradecía un pequeño descanso de tanto caos. Además, ahora ya no estaba viajando sola, así que era también un aliciente para que su humor mejorase. Aunque el grupo que había conocido, era bastante caótico. No había tenido la oportunidad de conocer bien a todos y era consciente de que tendría que volver a partir. Esperaba que acompañada esta vez.
Fuese como fuese, había decidido madrugar ese día y bajar a la playa. Como muchos amaneceres, siempre realizaba el mismo ritual de agradecimiento y en silencio ante la orilla del mar. Siempre lo hacía cada vez que tenía oportunidad. Era una manera de reconectarse con los suyos, en mayor o menor medida. Inicialmente, todo iba bien, hasta que escuchó pasos acercándose. Para cuando contempló por sobre su hombro, enarcó una ceja. Allí llegaba el estrafalario tipo de la máscara.
¿Cómo era que se llamaba? ¿Limón? ¿Simón? No estaba segura, era terrible para los nombres extranjeros. Bueno, el tipo de la máscara. Asradi le miró de arriba a abajo, con todas esas pintas relajadas y playeras que llevaba.
¿Eso era un tanga?
Lo mejor es el discurso con el que iba acompañado. ¿Decía algo de confiscar a todas las sirenas? Pues iba listo el tipo.
En silencio, Asradi se acercó hacia él, con graciosos saltitos gracias a la fuerza de los músculos de su cola.
— Al oído no creo que te vaya a cantar. Y depende de lo que te cante. A lo mejor te vuelves loco. —Medio bromeó, aunque su expresión era terriblemente seria. Incluso entornó los ojos mirando directamente al enmascarado revolucionario.
Aunque acto seguido, esbozó una abierta sonrisa.
— Creo que no nos hemos presentado formalmente antes. — Si lo habían hecho, no lo recordaba. Habían pasado demasiadas cosas. Agitó, muy suavemente, la punta de su aleta caudal. — Bonita camisa, por cierto.
¿Era un halago o, simplemente, se estaba metiendo con él? Quizás era un poco de ambas cosas. De hecho, no pudo evitar quedársele mirando un tanto de arriba a abajo. Aunque procuraba no posar la mirada sobre aquel tanga.
Había que tener valor. O desvergüenza. O un poco de ambas cosas, quizás.
— ¿Has venido también a tomar el sol? — Preguntó.