Marvolath
-
13-10-2024, 06:06 PM
La información era escasa pero valiosa para quien no sabía nada. Juzgando que no sacaría más de los bandidos, que fuera por ignorancia, miedo, o tenacidad no parecían aportar más que lamentos, comenzó a tratar la fractura. Fue un arreglo sencillo, inmovilizando la pierna con una larga astilla de madera de las cajas que se habían roto durante el encuentro y atándola con la propia camisa del herido. Un tratamiento a la altura del pago al fin y al cabo, a juzgar por el escaso valor de lo que encontró en sus bolsillos. Un rápido vistazo a los otros dos le bastó para confirmar que estaban más asustados que heridos, y se permitió partir a la carrera, de vuelta al hospital.
Encontró a Rael aún atendiendo al padre del chico, que presentaba mejor aspecto ahora que tenía las heridas limpias y vendadas. Sin más tiempo que perder, dispusieron lo necesario para preparar el remedio. Rael atendía con máxima atención, tratando de interiorizar cada detalle, pues sabía que como mucho tendrían una dosis para hoy pero él sería el responsable de preparar las siguientes. Marvolath realizaba cada paso tan lento como era seguro, explicando en profundidad los procesos y la razón detrás de cada uno de ellos. Era una explicación densa que embotaría la mente de la mayoría, pero que Rael no sólo parecía seguir sino que preguntaba con sagacidad y aportaba comentarios acertados.
Una vez terminado, se encargaron primero del hijo del valiente padre que había arriesgado la vida consiguiendo las medicinas, separándose después para tratar con diligencia al resto de pacientes. Pasada algo más de una hora habían terminado, y el continuo gemido y episodios de tos que componían el ambiente del hospital había dado paso a respiraciones más relajadas, y un aroma a infusión de hierbas disimulaba, si uno le ponía ganas, al hedor del sudor y enfermedad.
Los tres se sentaron en un rincón apartado, sudorosos por el esfuerzo y el calor del edificio, a descansar tras el duro trabajo. La escasa luz de las lámparas de aceite proporcionaban un refugio fuera de las miradas de la mayoría, y Marvolath se inclinó, formando un pequeño corro con los otros dos hombres en el que poder hablar sin que oídos casuales pudieran escucharles.
- No robaron las hierbas por casualidad. Los bandidos confesaron que alguien del otro lado del río está pagando para que la situación no cambie si no es a peor. - hizo un silencio, dejando que la gravedad de la situación calase - Ya entraremos en detalle de lo que contaron, pues con lo que contaron no es suficiente para identificar a nadie con certeza, y será sólo un hilo del que tirar para encontrar al culpable.
Se detuvo al escuchar unos pasos que se acercaban. Los tres quedaron en silencio, expectantes. Un paciente cruzó pesadamente el pasillo cercano, sin prestarles más atención. Suspiraron, dejando salir parte de la tensión que había comenzado a acumularse.
- Lo importante ahora mismo es que las noticias de que este hospital ha conseguido tratar a los enfermos no tardarán en circular. Llegarán más enfermos buscando ayuda, pero también quien busque detener lo que estamos haciendo. Y no parecen de los que tengan reparos en los medios. - una nueva pausa, en la que desvió la mirada - Puedo encargarme de algunos matones, pero hay más peligros de los que puedo enfrentar, y no me quedaré mucho. Debemos ser más rápidos que las noticias, encontrar al responsable y detener el problema de raíz.
Un largo silencio siguió a sus palabras. Había poca información, pero mucho que digerir y en lo que pensar. Se venían tiempos difíciles para el hospital y toda la población del lado Este de Oykot, y tres pequeñas personas cargaban con una responsabilidad mucho mayor que ellos mismos.
Encontró a Rael aún atendiendo al padre del chico, que presentaba mejor aspecto ahora que tenía las heridas limpias y vendadas. Sin más tiempo que perder, dispusieron lo necesario para preparar el remedio. Rael atendía con máxima atención, tratando de interiorizar cada detalle, pues sabía que como mucho tendrían una dosis para hoy pero él sería el responsable de preparar las siguientes. Marvolath realizaba cada paso tan lento como era seguro, explicando en profundidad los procesos y la razón detrás de cada uno de ellos. Era una explicación densa que embotaría la mente de la mayoría, pero que Rael no sólo parecía seguir sino que preguntaba con sagacidad y aportaba comentarios acertados.
Una vez terminado, se encargaron primero del hijo del valiente padre que había arriesgado la vida consiguiendo las medicinas, separándose después para tratar con diligencia al resto de pacientes. Pasada algo más de una hora habían terminado, y el continuo gemido y episodios de tos que componían el ambiente del hospital había dado paso a respiraciones más relajadas, y un aroma a infusión de hierbas disimulaba, si uno le ponía ganas, al hedor del sudor y enfermedad.
Los tres se sentaron en un rincón apartado, sudorosos por el esfuerzo y el calor del edificio, a descansar tras el duro trabajo. La escasa luz de las lámparas de aceite proporcionaban un refugio fuera de las miradas de la mayoría, y Marvolath se inclinó, formando un pequeño corro con los otros dos hombres en el que poder hablar sin que oídos casuales pudieran escucharles.
- No robaron las hierbas por casualidad. Los bandidos confesaron que alguien del otro lado del río está pagando para que la situación no cambie si no es a peor. - hizo un silencio, dejando que la gravedad de la situación calase - Ya entraremos en detalle de lo que contaron, pues con lo que contaron no es suficiente para identificar a nadie con certeza, y será sólo un hilo del que tirar para encontrar al culpable.
Se detuvo al escuchar unos pasos que se acercaban. Los tres quedaron en silencio, expectantes. Un paciente cruzó pesadamente el pasillo cercano, sin prestarles más atención. Suspiraron, dejando salir parte de la tensión que había comenzado a acumularse.
- Lo importante ahora mismo es que las noticias de que este hospital ha conseguido tratar a los enfermos no tardarán en circular. Llegarán más enfermos buscando ayuda, pero también quien busque detener lo que estamos haciendo. Y no parecen de los que tengan reparos en los medios. - una nueva pausa, en la que desvió la mirada - Puedo encargarme de algunos matones, pero hay más peligros de los que puedo enfrentar, y no me quedaré mucho. Debemos ser más rápidos que las noticias, encontrar al responsable y detener el problema de raíz.
Un largo silencio siguió a sus palabras. Había poca información, pero mucho que digerir y en lo que pensar. Se venían tiempos difíciles para el hospital y toda la población del lado Este de Oykot, y tres pequeñas personas cargaban con una responsabilidad mucho mayor que ellos mismos.