Ray
Kuroi Ya
13-10-2024, 06:13 PM
El ascenso hacia el palacio es largo y tortuoso. Al fin y al cabo el desnivel existente es muy importante, y el esfuerzo que ha supuesto para los tres alterar el curso del río tras la llegada del agua procedente de la presa no ha sido ni muchísimo menos desdeñable. Pero sin duda ha merecido la pena. Poco a poco vais viendo cómo el plan trazado por el Ejército Revolucionario para liberar a los ciudadanos del Reino de Oykot de la tiranía va dando sus frutos, avanzando de forma lenta pero inexorable. Y los habitantes de la zona humilde del reino, el pueblo conocido como Oykot de Abajo, parecen empezar también a darse cuenta. La esperanza ha ido volviendo a sus corazones, enardecidos por las heroicas acciones de los tres grupos de revolucionarios que luchan por ellos y por su patria.
Fruto de esto una enorme cantidad de balleneros siguieron a Karina a la batalla, y suponéis que se encuentren peleando contra el grueso del ejército real junto a vuestros compañeros del grupo de Lobo Jackson. Pero eso no era todo, pues muchísimas personas de toda clase parecían estar recorriendo el mismo camino que vosotros. Sus rostros reflejaban una decisión que hace unos días no veíais en ellos mientras ascendían hacia el palacio entre gritos y consignas en las que pedían explicaciones.
Es en ese momento cuando el Den Den Mushi de Airgid comienza a sonar. Al contestar puedes oír la voz del joven Robson, el ballenero novato con el que Ragnheidr habló en el mercado, solicitando que este se ponga al teléfono. Si lo hace le contará lo que ha estado haciendo, pues para vuestra sorpresa no se encuentra peleando junto a Karina:
- ¡Estamos en la explanada frente a la puerta del palacio! - Anuncia con un tono de voz claramente exultante. - Estamos protestando contra la instalación de la central eléctrica y las trabas que desde la corona se pone a nuestro estilo de vida. Apenas hay nadie protegiendo el edificio, solo el viejo general.
Aceleráis el paso y seguís vuestro camino, subiendo la colina hasta que, finalmente, llegáis a la explanada mencionada por Robson. Allí podéis ver a una multitud de personas protestando entre gritos, de forma bastante desorganizada pero con unos argumentos muy similares entre todos. La mayoría de los allí reunidos son ancianos, mujeres y adolescentes, junto a unos pocos de los más jovenes entre los balleneros. El amigo de Ragnheidr es quien encabeza la manifestación, intentando que los cánticos, gritos y protestas se unifiquen lo máximo posible. En su rostro podéis ver la esperanza que vuestra organización ha dado a esas humildes gentes, mezclada con decisión y rabia.
Es en ese momento cuando las puertas de palacio se abren a lo lejos, apareciendo una figura que sale del mismo con paso lento pero decidido. Es un hombre de edad muy avanzada, casi calvo aunque con escaso cabello blanco a los lados y en la parte posterior de la cabeza, así como un prominente bigote del mismo color. En su rostro, surcado por innumerables arrugas, puede verse la experiencia de quien ha librado cientos de batallas. Lleva una armadura de placas metálica y, aparentemente, muy pesada. En la pechera porta multitud de medallas que acreditan sus méritos en combate. Y en torno a su hombro derecho cuelga una larga capa negra.
- Es el General Kudthrow, el más alto cargo del ejército real. - Os dice Robson con un tono que denota cierta preocupación. - Es famoso por su maestría en batalla.
El anciano general avanza hasta situarse a unos diez metros de los más adelantados entre los manifestantes, siendo Robson uno de ellos. Allí se detiene y mira a todos a quienes tiene enfrente con rabia. En ese momento empieza a hablar con un tono de voz calmado pero firme y profundo, que logra transmitir amenaza en cada una de sus palabras:
- Buenas gentes de Oykot. Entiendo vuestras preocupaciones, y habéis de saber que la Corona las atenderá a su debido tiempo, pero esta no es la forma de solicitar nada. Volved a vuestras casas, cesad en vuestros gritos y amenazas, o me veré obligado a disolver por la fuerza esta reunión.
Muchos de los presentes enmudecen. El prestigio del afamado militar le precede, y sus solas palabras bastan para sembrar el miedo y la duda en los corazones de no pocos entre los manifestantes. Durante unos segundos un runrún dubitativo recorre a la multitud, hasta que Robson, haciéndose cargo de la situación, proclama a los cuatro vientos:
- ¡No nos iremos de aquí hasta que nuestras demandas sean escuchadas y tenidas en cuenta! ¡Las gentes de Oykot estamos hartas de que los poderosos se aprovechen de nosotros!
Podéis ver en ese momento cómo la expresión en la cara del General cambia. Agacha ligeramente la cabeza y niega, resoplando sutilmente. Murmura algo y, al mismo tiempo, deja caer su capa. Bajo ella se muestra entonces una gran maza de color negro con unas afiladas púas que ocupan toda su superficie salvo el mango.
En ese momento, sin apenas dar tiempo para reaccionar a los presentes, acelera de forma brusca en dirección al joven ballenero mientras agarra su arma con ambas manos y trata de asestarle un poderoso mazazo en la cabeza antes de que este sea capaz de hacer nada por evitarlo.
Fruto de esto una enorme cantidad de balleneros siguieron a Karina a la batalla, y suponéis que se encuentren peleando contra el grueso del ejército real junto a vuestros compañeros del grupo de Lobo Jackson. Pero eso no era todo, pues muchísimas personas de toda clase parecían estar recorriendo el mismo camino que vosotros. Sus rostros reflejaban una decisión que hace unos días no veíais en ellos mientras ascendían hacia el palacio entre gritos y consignas en las que pedían explicaciones.
Es en ese momento cuando el Den Den Mushi de Airgid comienza a sonar. Al contestar puedes oír la voz del joven Robson, el ballenero novato con el que Ragnheidr habló en el mercado, solicitando que este se ponga al teléfono. Si lo hace le contará lo que ha estado haciendo, pues para vuestra sorpresa no se encuentra peleando junto a Karina:
- ¡Estamos en la explanada frente a la puerta del palacio! - Anuncia con un tono de voz claramente exultante. - Estamos protestando contra la instalación de la central eléctrica y las trabas que desde la corona se pone a nuestro estilo de vida. Apenas hay nadie protegiendo el edificio, solo el viejo general.
Aceleráis el paso y seguís vuestro camino, subiendo la colina hasta que, finalmente, llegáis a la explanada mencionada por Robson. Allí podéis ver a una multitud de personas protestando entre gritos, de forma bastante desorganizada pero con unos argumentos muy similares entre todos. La mayoría de los allí reunidos son ancianos, mujeres y adolescentes, junto a unos pocos de los más jovenes entre los balleneros. El amigo de Ragnheidr es quien encabeza la manifestación, intentando que los cánticos, gritos y protestas se unifiquen lo máximo posible. En su rostro podéis ver la esperanza que vuestra organización ha dado a esas humildes gentes, mezclada con decisión y rabia.
Es en ese momento cuando las puertas de palacio se abren a lo lejos, apareciendo una figura que sale del mismo con paso lento pero decidido. Es un hombre de edad muy avanzada, casi calvo aunque con escaso cabello blanco a los lados y en la parte posterior de la cabeza, así como un prominente bigote del mismo color. En su rostro, surcado por innumerables arrugas, puede verse la experiencia de quien ha librado cientos de batallas. Lleva una armadura de placas metálica y, aparentemente, muy pesada. En la pechera porta multitud de medallas que acreditan sus méritos en combate. Y en torno a su hombro derecho cuelga una larga capa negra.
- Es el General Kudthrow, el más alto cargo del ejército real. - Os dice Robson con un tono que denota cierta preocupación. - Es famoso por su maestría en batalla.
El anciano general avanza hasta situarse a unos diez metros de los más adelantados entre los manifestantes, siendo Robson uno de ellos. Allí se detiene y mira a todos a quienes tiene enfrente con rabia. En ese momento empieza a hablar con un tono de voz calmado pero firme y profundo, que logra transmitir amenaza en cada una de sus palabras:
- Buenas gentes de Oykot. Entiendo vuestras preocupaciones, y habéis de saber que la Corona las atenderá a su debido tiempo, pero esta no es la forma de solicitar nada. Volved a vuestras casas, cesad en vuestros gritos y amenazas, o me veré obligado a disolver por la fuerza esta reunión.
Muchos de los presentes enmudecen. El prestigio del afamado militar le precede, y sus solas palabras bastan para sembrar el miedo y la duda en los corazones de no pocos entre los manifestantes. Durante unos segundos un runrún dubitativo recorre a la multitud, hasta que Robson, haciéndose cargo de la situación, proclama a los cuatro vientos:
- ¡No nos iremos de aquí hasta que nuestras demandas sean escuchadas y tenidas en cuenta! ¡Las gentes de Oykot estamos hartas de que los poderosos se aprovechen de nosotros!
Podéis ver en ese momento cómo la expresión en la cara del General cambia. Agacha ligeramente la cabeza y niega, resoplando sutilmente. Murmura algo y, al mismo tiempo, deja caer su capa. Bajo ella se muestra entonces una gran maza de color negro con unas afiladas púas que ocupan toda su superficie salvo el mango.
En ese momento, sin apenas dar tiempo para reaccionar a los presentes, acelera de forma brusca en dirección al joven ballenero mientras agarra su arma con ambas manos y trata de asestarle un poderoso mazazo en la cabeza antes de que este sea capaz de hacer nada por evitarlo.