Asradi
Völva
13-10-2024, 07:50 PM
A ver, las cosas como eran. A pesar del atuendo estrafalario que, a sus ojos, portaba el hombre enmascarado, tenía que reconocer que, al menos físicamente, tenía un algo atractivo. O quizás solo era su forma de hablar y expresarse, que le resultaba llamativa. La cuestión es que, durante unos momentos, Asradi se regaló un poco la vista con aquel tipo en tanga. Los ojos estaban para mirar, ¿no? Y, además, si se aparecía así de repente, en tanga, pues... ¿qué culpa tenía ella? De todas maneras, no pudo evitar sonreír con un deje de gracia e innata coquetería cuando sus ojos se encontraron con otro par de tonalidades celestes, terriblemente expresivos. La sirena sintió como su aliento parecía contenerse durante unos momentos, con cierto calor en sus mejillas, hasta que decidió apartar un instante la mirada, negando divertida con la cabeza.
También algo más le llamó la atención, y eran algunas cicatrice que podían percibirse en algunas zonas de la piel que la camisa de Lemon no cubría. No dijo nada, aunque sintió cierta curiosidad. Y también un silencioso respeto por no preguntar sobre ellas. Ella sabía más que nada lo que era cargar con ese tipo de marcas. Al menos con las suyas propias.
Cuando se estrecharon las manos, a modo de presentación, y después de que Lemon hiciese tamaña afirmación, Asradi enarcó una ceja. Pero no parecía ofendida, sino más bien divertida por el descaro natural que el otro estaba mostrando.
— Quizás si te portas bien, algún día puedas tener ese concierto. — Ella también sabía jugar a ese juego, y alzó la comisura de los labios cuando dejó la frase ahí en el aire, mostrando levemente el par de afilados colmillitos que poseía.
En realidad sí podría darle un concierto pero, probablemente, no como él planeaba. O pensaba, quizás.
— Bueno, siempre es bueno conocer el nombre de un camarada, al parecer. Aunque podría buscarte un apodo gracioso. — ¿Podía? Quizás, pero no sabía qué tanto podría molestar al contrario. — ¡Ah, Lemon! Ese era el nombre. — Recordaba haberlo escuchado. Así que no era Simón, como había pensado en un principio. O Sifón incluso. — Yo soy Asradi. — Dijo, mientras estrechaba su mano con la contraria.
Mantuvo el contacto un momento, mientras se reía levemente por toda la confianza mostrada por el enmascarado.
— Parece que tienes muy claras tus ideas sobre tu futura paternidad. — No sabía si tomárselo a broma o en serio. Aunque la situación le hacía gracia. — Aún así, no son muchos, aunque te animo a ello. — Los tiburones y, en su caso, las sirenas de su subespecie, podían poner una buena cantidad de huevos que luego darían lugar a pequeños y adorables tiburoncitos.
Por fortuna, la pelinegra todavía no estaba por la labor de pensar en la maternidad. Demasiado joven y con demasiadas ganas de libertad como para centrarse en algo como eso.
Luego de eso, le siguió con la mirada mientras el varón extendía la toalla para tomar el sol y se acomodaba en la misma. Se había quitado la máscara y, ahora, la sirena podía contemplar mucho mejor sus facciones. Tenía un rostro expresivo, atractivo de alguna manera. Los ojos azules enmarcados por aquel cabello rubio como el sol que, ahora, calentaba y bañaba con su luz a ambos. Lemon tenía su puntito, eso tenía que reconocerlo abiertamente.
Tenía curiosidad, ahora, por conocerle un poco más, así que se acomodó cerca, “sentándose” un tanto sobre su propia cola. Una de tiburón de escamas plateadas que, gracias a los rayos del sol, arrancaba pequeños y bonitos brillos sutiles. Pero también guardando cierta distancia para no acaparar su espacio.
— ¿Cómo que te debilitas? — Le miró abiertamente cuando Lemon comenzó a contar su problema con el agua. Eses síntomas... Simplemente le sonaban. ¿No sería qué...? Miró al varón, bastante más alto que ella, con un deje clarísimo de intriga. Lo hizo de arriba a abajo, de hecho. Y también aprovechó para deleitarse la vista un poquito más. — ¿Por algún casual has comido una fruta de aspecto extraño?
Preguntó, tanteando el terreno.
— Y no, no te preocupes, no te voy a cobrar nada. — Por ahora. — Solo he venido aquí también a relajarme un poco, y a volver a conectar con el mar. — Como hacía todas las veces en las que, sentía, pasaba demasiado tiempo en tierra.
También algo más le llamó la atención, y eran algunas cicatrice que podían percibirse en algunas zonas de la piel que la camisa de Lemon no cubría. No dijo nada, aunque sintió cierta curiosidad. Y también un silencioso respeto por no preguntar sobre ellas. Ella sabía más que nada lo que era cargar con ese tipo de marcas. Al menos con las suyas propias.
Cuando se estrecharon las manos, a modo de presentación, y después de que Lemon hiciese tamaña afirmación, Asradi enarcó una ceja. Pero no parecía ofendida, sino más bien divertida por el descaro natural que el otro estaba mostrando.
— Quizás si te portas bien, algún día puedas tener ese concierto. — Ella también sabía jugar a ese juego, y alzó la comisura de los labios cuando dejó la frase ahí en el aire, mostrando levemente el par de afilados colmillitos que poseía.
En realidad sí podría darle un concierto pero, probablemente, no como él planeaba. O pensaba, quizás.
— Bueno, siempre es bueno conocer el nombre de un camarada, al parecer. Aunque podría buscarte un apodo gracioso. — ¿Podía? Quizás, pero no sabía qué tanto podría molestar al contrario. — ¡Ah, Lemon! Ese era el nombre. — Recordaba haberlo escuchado. Así que no era Simón, como había pensado en un principio. O Sifón incluso. — Yo soy Asradi. — Dijo, mientras estrechaba su mano con la contraria.
Mantuvo el contacto un momento, mientras se reía levemente por toda la confianza mostrada por el enmascarado.
— Parece que tienes muy claras tus ideas sobre tu futura paternidad. — No sabía si tomárselo a broma o en serio. Aunque la situación le hacía gracia. — Aún así, no son muchos, aunque te animo a ello. — Los tiburones y, en su caso, las sirenas de su subespecie, podían poner una buena cantidad de huevos que luego darían lugar a pequeños y adorables tiburoncitos.
Por fortuna, la pelinegra todavía no estaba por la labor de pensar en la maternidad. Demasiado joven y con demasiadas ganas de libertad como para centrarse en algo como eso.
Luego de eso, le siguió con la mirada mientras el varón extendía la toalla para tomar el sol y se acomodaba en la misma. Se había quitado la máscara y, ahora, la sirena podía contemplar mucho mejor sus facciones. Tenía un rostro expresivo, atractivo de alguna manera. Los ojos azules enmarcados por aquel cabello rubio como el sol que, ahora, calentaba y bañaba con su luz a ambos. Lemon tenía su puntito, eso tenía que reconocerlo abiertamente.
Tenía curiosidad, ahora, por conocerle un poco más, así que se acomodó cerca, “sentándose” un tanto sobre su propia cola. Una de tiburón de escamas plateadas que, gracias a los rayos del sol, arrancaba pequeños y bonitos brillos sutiles. Pero también guardando cierta distancia para no acaparar su espacio.
— ¿Cómo que te debilitas? — Le miró abiertamente cuando Lemon comenzó a contar su problema con el agua. Eses síntomas... Simplemente le sonaban. ¿No sería qué...? Miró al varón, bastante más alto que ella, con un deje clarísimo de intriga. Lo hizo de arriba a abajo, de hecho. Y también aprovechó para deleitarse la vista un poquito más. — ¿Por algún casual has comido una fruta de aspecto extraño?
Preguntó, tanteando el terreno.
— Y no, no te preocupes, no te voy a cobrar nada. — Por ahora. — Solo he venido aquí también a relajarme un poco, y a volver a conectar con el mar. — Como hacía todas las veces en las que, sentía, pasaba demasiado tiempo en tierra.