Asradi
Völva
13-10-2024, 08:41 PM
Asradi suspiró con una mezcla de alivio y molestia cuando, finalmente, Celine se decidió a soltarla, al menos parcialmente. A la pelinegra no se le escapó el hecho de que la chica continuaba demasiado cerca de ella y, no solo eso, sino que sus piernas estaban todavía sobre su cola. Como si tratase de impedirle el movimiento o, más bien... Asradi parpadeó un par de veces, percatándose y, ahora, mirando de reojo a la otra sirena. ¿La estaba intentando proteger de alguna manera? ¿O solo le estaba advirtiendo sin más?
La más joven alzó el mentón en un pequeño gesto de orgullo.
— Si no quisiera que los humanos me viesen ya me habría escondido por mi misma, ¿no crees? — Le recriminó también en parte. No le culpaba, ella misma solía tener cuidado cuando se adentraba en algún pueblo o asentamiento humano, o de alguien de la superficie. — Sé lo que me hago y tengo cuidado, créeme.
No era una petición, sino más bien una sugerencia. De momento, además, no había hecho nada malo ni nada raro para que algún humano de ese pueblo pudiese sospechar de ella. O eso creía, en primera instancia. De todas maneras, a pesar de todo, Asradi sacudió levemente su cabeza. Le escamaba tanta insistencia por parte de Celine, aunque no podía culparla. Entendía su reticencia hacia los humanos, pero era lo mismo de siempre. El odio visceral que se traían ambas especies desde hacía años y años. ¿Cuándo iba a acabar eso?
De todas maneras, el cambio en la expresión de Celine hizo que la propia de Asradi también variase. A una más cautelosa y confusa. ¿Por qué de repente estaba tan intensa? Recordaba que, cuando la había dejado atrás en ese asentamiento, se había portado muy bien con ella. Vale, no es que ahora no lo estuviese haciendo, pero le extrañaba bastante esa actitud.
— Vale... — Murmuró apenas, con un deje de inicial inseguridad cuando ella le indicó que le siguiese.
Y entonces, cuando Celine le dió la espalda, la vió. Asradi se quedó sin aliento en ese momento, sintió como el corazón se le encogía en el pecho y se llevó, por inercia, una mano al brazo contrario, apretando la piel con los dedos. Como si, ahora mismo, la espalda le quemase también a ella. Se quedó en el más absoluto de los silencios durante unos momentos. Así que Celine también...
Asradi aceleró un poco el paso, a saltitos, hasta alcanzar a la otra sirena, bastante más alta y fornida que ella.
— Escucha, Celine... — Ahora la llamó, con un tono de voz más comedido, un tanto más arrepentido, quizás, por cómo le había hablado antes. — Sé que hay gente mucho peor. Yo también lo he sufrido... — La miró con comprensión, con empatía esta vez. No sabía cuánto había sufrido Celine, pero la entendía. — Y comprendo que estés recelosa, pero no todos son así, por suerte.
Quería que entendiese que, aunque habían tenido una terrible experiencia, el mundo no estaba cortado por ese mismo patrón. Que todavía había gente buena.
Cuando sus ojos se entrecruzaron con los de Celine, fue Asradi quien le tomó de la mano, asintiendo de manera breve.
— Está bien, confío en tí. — Lo hacía, a ciegas. — Quizás me venga bien pasar una noche bajo un techo. — Le sonrió de manera suave, más cercana. — Y me alegra volver a verte, que lo sepas.
La más joven alzó el mentón en un pequeño gesto de orgullo.
— Si no quisiera que los humanos me viesen ya me habría escondido por mi misma, ¿no crees? — Le recriminó también en parte. No le culpaba, ella misma solía tener cuidado cuando se adentraba en algún pueblo o asentamiento humano, o de alguien de la superficie. — Sé lo que me hago y tengo cuidado, créeme.
No era una petición, sino más bien una sugerencia. De momento, además, no había hecho nada malo ni nada raro para que algún humano de ese pueblo pudiese sospechar de ella. O eso creía, en primera instancia. De todas maneras, a pesar de todo, Asradi sacudió levemente su cabeza. Le escamaba tanta insistencia por parte de Celine, aunque no podía culparla. Entendía su reticencia hacia los humanos, pero era lo mismo de siempre. El odio visceral que se traían ambas especies desde hacía años y años. ¿Cuándo iba a acabar eso?
De todas maneras, el cambio en la expresión de Celine hizo que la propia de Asradi también variase. A una más cautelosa y confusa. ¿Por qué de repente estaba tan intensa? Recordaba que, cuando la había dejado atrás en ese asentamiento, se había portado muy bien con ella. Vale, no es que ahora no lo estuviese haciendo, pero le extrañaba bastante esa actitud.
— Vale... — Murmuró apenas, con un deje de inicial inseguridad cuando ella le indicó que le siguiese.
Y entonces, cuando Celine le dió la espalda, la vió. Asradi se quedó sin aliento en ese momento, sintió como el corazón se le encogía en el pecho y se llevó, por inercia, una mano al brazo contrario, apretando la piel con los dedos. Como si, ahora mismo, la espalda le quemase también a ella. Se quedó en el más absoluto de los silencios durante unos momentos. Así que Celine también...
Asradi aceleró un poco el paso, a saltitos, hasta alcanzar a la otra sirena, bastante más alta y fornida que ella.
— Escucha, Celine... — Ahora la llamó, con un tono de voz más comedido, un tanto más arrepentido, quizás, por cómo le había hablado antes. — Sé que hay gente mucho peor. Yo también lo he sufrido... — La miró con comprensión, con empatía esta vez. No sabía cuánto había sufrido Celine, pero la entendía. — Y comprendo que estés recelosa, pero no todos son así, por suerte.
Quería que entendiese que, aunque habían tenido una terrible experiencia, el mundo no estaba cortado por ese mismo patrón. Que todavía había gente buena.
Cuando sus ojos se entrecruzaron con los de Celine, fue Asradi quien le tomó de la mano, asintiendo de manera breve.
— Está bien, confío en tí. — Lo hacía, a ciegas. — Quizás me venga bien pasar una noche bajo un techo. — Le sonrió de manera suave, más cercana. — Y me alegra volver a verte, que lo sepas.