Airgid Vanaidiam
Metalhead
13-10-2024, 11:52 PM
Su chillido fue acompañado por otro más que solo la asustó aún más, haciendo que se tambalease en su intento por ponerse de pie y volviendo a gritar una vez más. — ¡AAAAH COÑO! — Es que no sabía ni qué decir, se habían enzarzado en un bucle de gritos y "coños" que era un espectáculo. Que a ver, en parte había sido culpa suya por colarse de esa forma en el Departamento revolucionario, pero no se esperaba que hubiera nadie esperándola en aquella habitación pequeñita, y solo quería probar un poco sus habilidad encubiertas, ya que de eso iba todo el tema. — ¡No soy un ladrón, zopenco! — Se defendió a sí misma y a su dignidad. Lo cierto es que un poco ladrona sí que era, pero no en esa ocasión, ¿de acuerdo? Al menos ya fue capaz de verle un poco mejor, de darse cuenta de que no estaba deformado, sino que aquel hombre llevaba en la cara algo parecido a una máscara.
Estuvo a punto de decirle algo al respecto, un poco más calmada, pero el tipo se le adelantó, diciendo no se qué cosa de un clérigo y de unos videojuegos. ¿De qué estaba hablando? ¿Hablaba en su mismo idioma siquiera? Que a ver, estaba acostumbrada a tratar con personas extranjeras, solo hacía falta ver su relación con Ragnheidr, pero incluso a él le entendía un poco mejor que a aquel enmascarado. Se quedó tan anonadada que no supo qué responderle, simplemente le tomó de la mano, aceptando su ayuda para incorporarse de nuevo.
Se tomó su propio tiempo para verle bien. Era un tío grande, más alto que ella y parecía esconder un físico bastante potente debajo de ese traje. Aunque lo que más llamaba su atención era, por supuesto, la máscara. Y es que a Airgid le gustaban mucho las máscaras, muchísimo. Y aquella una máscara completamente roja, de cabeza entera y simulando la forma de un corazón humano. Joder, iba dura de cojones. Tenía un par de oscuros agujeros por la que pudo ver algo de sus ojos, que parecían ser azules, pero así, ensombrecidos, era difícil de distinguir. Se presentó como Lemon Stone, hijo de un tal William y una tal Cristal. Y que no creía en los espíritus, fue lo último que dijo. ¿Y eso a qué venía? ¿Todos los revolucionarios eran así? No es que conociera a muchos, pero todos los que se habia cruzado eran cuanto menos, peculiares. — Joder, me flipa tu máscara. Ni se te ocurra quitártela. — Podía parecer raro de cojones pedirle eso, pero es que lo que más le gustaba a Airgid de las máscaras era el misterio de no saber qué escondían, ese morbo raro de curiosidad pero a la vez que no querer conocer lo que se hallaba tras ella. No sé, era una tía un poco rara. — Yo me llamo Airgid Vanaidiam. — Le zarandeó la mano con entusiasmo, la misma que había usado para ayudarse, a modo de saludo. — Y tampoco creo en los espíritus, la verdad, no es nada matemático. — Airgid era una mujer de ciencia, así que se mostraba bastante escéptica en cuanto a los demonios, dioses, y por supuesto, espíritus. Aunque estaba aprendiendo a ser un poco más tolerante con el tema. Ni si quiera sabía por qué decía lo de los fantasmas y tal, quizás era una forma suya de presentarse. al final cada uno era de su padre y de su madre, oye. No iba a meterse con cómo quisiera presentarse cada uno. — ¿Eres mi... compa? Eres revolucionario al menos, ¿no? No me he equivocao de edificio, ¿verdá? — Ya empezaba a dudar. No tenía ni puta idea de nada de esa isla, había llegado hace poco e igualde novata era dentro de la armada, así que esperaba no estar cagándola y haber allanado una propiedad privada. Sería bastante revolucionario por su parte, la verdad, pero no era el plan de hoy.
Estuvo a punto de decirle algo al respecto, un poco más calmada, pero el tipo se le adelantó, diciendo no se qué cosa de un clérigo y de unos videojuegos. ¿De qué estaba hablando? ¿Hablaba en su mismo idioma siquiera? Que a ver, estaba acostumbrada a tratar con personas extranjeras, solo hacía falta ver su relación con Ragnheidr, pero incluso a él le entendía un poco mejor que a aquel enmascarado. Se quedó tan anonadada que no supo qué responderle, simplemente le tomó de la mano, aceptando su ayuda para incorporarse de nuevo.
Se tomó su propio tiempo para verle bien. Era un tío grande, más alto que ella y parecía esconder un físico bastante potente debajo de ese traje. Aunque lo que más llamaba su atención era, por supuesto, la máscara. Y es que a Airgid le gustaban mucho las máscaras, muchísimo. Y aquella una máscara completamente roja, de cabeza entera y simulando la forma de un corazón humano. Joder, iba dura de cojones. Tenía un par de oscuros agujeros por la que pudo ver algo de sus ojos, que parecían ser azules, pero así, ensombrecidos, era difícil de distinguir. Se presentó como Lemon Stone, hijo de un tal William y una tal Cristal. Y que no creía en los espíritus, fue lo último que dijo. ¿Y eso a qué venía? ¿Todos los revolucionarios eran así? No es que conociera a muchos, pero todos los que se habia cruzado eran cuanto menos, peculiares. — Joder, me flipa tu máscara. Ni se te ocurra quitártela. — Podía parecer raro de cojones pedirle eso, pero es que lo que más le gustaba a Airgid de las máscaras era el misterio de no saber qué escondían, ese morbo raro de curiosidad pero a la vez que no querer conocer lo que se hallaba tras ella. No sé, era una tía un poco rara. — Yo me llamo Airgid Vanaidiam. — Le zarandeó la mano con entusiasmo, la misma que había usado para ayudarse, a modo de saludo. — Y tampoco creo en los espíritus, la verdad, no es nada matemático. — Airgid era una mujer de ciencia, así que se mostraba bastante escéptica en cuanto a los demonios, dioses, y por supuesto, espíritus. Aunque estaba aprendiendo a ser un poco más tolerante con el tema. Ni si quiera sabía por qué decía lo de los fantasmas y tal, quizás era una forma suya de presentarse. al final cada uno era de su padre y de su madre, oye. No iba a meterse con cómo quisiera presentarse cada uno. — ¿Eres mi... compa? Eres revolucionario al menos, ¿no? No me he equivocao de edificio, ¿verdá? — Ya empezaba a dudar. No tenía ni puta idea de nada de esa isla, había llegado hace poco e igualde novata era dentro de la armada, así que esperaba no estar cagándola y haber allanado una propiedad privada. Sería bastante revolucionario por su parte, la verdad, pero no era el plan de hoy.