Jack D. Agnis
Golden Eyes
14-10-2024, 03:27 AM
—Nah, nah, ya te dije que no fue así. La cosa es que, al ver mi muñón, esa mujer salió corriendo. Nadie se espera encontrarse con medio hombre cuando se están desnudando —dije, riendo mientras daba otro trago a mi jarro de ron—. Estoy seguro de que se habría detenido si me hubiera visto la verga. Lo que me falta de brazo se me fue allá abajo.
Para ese momento, ya estaba algo ebrio, pero no tanto como para no articular palabra.
—Nadie te cree, Jack. Has mentido tanto en este pueblo que ya muchos te llaman el "mentiroso de Fosha". Además, no conozco mujer, ni siquiera las que cobran por ello, que hable bien de tu verga. Así que no vengas a presumir, porque parece que no es nada del otro mundo —dijo el tabernero, riendo. Otro cliente soltó una carcajada.
No me molestaba que se rieran de mí, especialmente cuando yo había sacado el tema. Así que me uní a la risa.
—En este pueblo no saben una mierda. Así que tu palabra vale menos que un pescado de hace una semana —solté, divertido.
La familiaridad con la que nos tratábamos siempre creaba un ambiente animado en la taberna. Mientras estaba allí, rodeado de mis "amigos" de la isla, vi cómo el Doc se acercaba.
—¿Vienes por un trago, Doc? —pregunté, antes de escuchar lo que tenía que decirme. Lo miré con curiosidad. No tenía idea de cómo se había enterado de aquello; la idea era que nadie lo supiera.
—No sé de qué me hablas, pero siempre es divertido enterarse de los rumores, ¿eh? ¿Quién lo anda diciendo? "Así me encargo de esa basura "—le respondí, sonriendo mientras negaba con la cabeza y giraba en el taburete para mirarlo de frente.
—¿Esas son las preguntas que no te dejan dormir? ¿Si soy más fuerte y si puedo usar un bisturí? ¿No te basta con saber que puedo arreglar o construir un barco con un solo brazo? —dije, confundido por sus palabras. Pero cuando escuché lo último, una sonrisa se dibujó en mi rostro, casi deformando mi cara.
—¿Así que eso es lo que quieres, eh? ¿No te parece un poco desacertado venir ahora a buscar pelea? —dije, mirando mi jarro vacío de ron—. ¿Sabes qué? Paso. Hoy quiero emborracharme y tirarme en los campos de las afueras por el resto del día. Tal vez otro día, con más calma, y cuando no tenga nada importante que hacer —añadí, volviendo la mirada al tabernero, que había estado siguiendo nuestra conversación de cerca.
Pero el maldito Doc tenía que insistir. No podía dejarme tranquilo hoy; tenía que venir a molestarme. Di un largo suspiro, mirando al suelo, mientras mis ganas de beber se evaporaban.
Tras ese suspiro, giré hacia él y dije:
—¿Miedo? ¿Yo? Ni que fueras un Yonkou —respondí con una sonrisa burlona, dejando la jarra de ron sobre la mesa y girando de nuevo hacia él—. Muy bien, si eso es lo que buscas, acepto el desafío. Pero para hacerlo más interesante, apostemos. Un millón de berris a que no puedes ganarme —dije, levantando una ceja—. ¿Qué dices, cachorro? ¿Te animas?
—¡Ey, ey! Si van a pelear, que sea fuera de esta taberna. No quiero tener que arreglar lo que rompan —exclamó el tabernero, señalando la puerta con la mano.
Esperé la respuesta de Alex, preparado para moverme hacia las afueras del pueblo. No quería que el duelo se prolongara mucho; tenía la intención de regresar y seguir bebiendo.
—Muy bien, cuando quieras —dije, mientras apoyaba la mano sobre la empuñadura de mi espada.