Sowon
Luna Sangrienta
14-10-2024, 10:56 PM
Una vida, un combate, nada que lamentar tras haber combatido. Claramente no era la mejor batalla del planeta, no era el combate que más le había hecho sudar e incluso se quedaba corto en duración, esperaba mucho más cuando se metió en aquel lugar pero claramente sus rivales no estaban preparados para lo que había llegado a sacudir la arena como un huracán indomable. Limpió la sangre de la espada con un movimiento tras el poderoso ataque de Alpha, había sido un golpe limpio e incluso peligroso, ese enano era fuerte pese a que al principio pareciera que se estaba conteniendo. No era alguien a quien convenía tener de enemigo, pero la mujer rubia podía vislumbrar un rival, un sujeto a quien podía seguir para sentir la emoción de la batalla mucho más seguido. No le tomó gran importancia a lo que había acontecido, según su mente y tradición era simplemente un intercambio de intenciones dentro de un gran ring, conocer a un posible aliado dejando que su arma hable por él y no dejarse llevar por cuentos. Ahora sabía que lejos de aquella isla había grandes aventuras por vivir, enemigos a los que vencer y posiblemente la respuesta a sus dudas sobre los sueños. Si algo no le convencía era seguirle como una tripulante, su corazón y espíritu se negaban a someterse a alguien, a ofrecer su libertad a favor de otra persona pero si este le aseguraba un transporte y no le imponía ninguna voluntad podía aferrarse al pequeño sujeto que parecía mucho más propenso a los contactos. Comenzó a reír, por mero reflejo, a la hora de responder a la broma que le habían hecho ya que de todos los peligros del mundo el aburrimiento no era uno que realmente pudiera preocuparle.
―Parece que esta isla tiene poco que ofrecer, al menos si buscamos combates que en verdad nos hagan hervir la sangre, supongo que pueden llegar sujetos fuertes de vez en cuando pero dudo que regresen tras haber hecho sus cosas. Movernos, puede que sea la mejor solución a la hora de encontrar mejores lugares, quizás en el mundo haya templos o lugares dedicados al arte de la espada y me emociona pensar en enfrentarme a esos maestros uno a uno.―
Respondió con una sonrisa mientras envainaba su espada a su espalda y proseguía a seguirle el paso, habían causado una buena impresión en aquel circuito pero defender un título que no oponía resistencia sería una tarea aburrida. El ganar podía llevar al conformismo, a oxidarse al creer que era mucho más poderosa de lo que en verdad era. Ella era una bestia competitiva, una depredadora que le gustaba sentir el filo del peligro para poder progresar. Alpha le ofrecía el transporte para continuar un viaje, para instruirse en diferentes estilos y dominar cada aspecto de un estilo que apenas estaba descubriendo. Era la oferta de superar sus límites, de hacerse un nombre propio y sin estar atada a contratos, capitanes o una jerarquía. Un pequeño empujón para volverse una capitana por su cuenta y a lo mejor contar con su propia tripulación en un futuro, un conjunto de individuos que le siguiesen para escapar de la monotonía que muchas veces amenazaba la vida.
―Tal parece que tendremos bastante tiempo para entrenar y algún día a lo mejor termine por morder tu cuello cuando menos lo esperes enano, no te descuides ni te confíes porque puedes ser fuerte y a lo mejor reciba unas cuantas palizas de tu parte. Pero créeme que no soy de las que se dan por vencidas, algún día juro que te haré caer ante mi espada. Después de todo... no has visto todo lo que puedo hacer y sé bien que yo tampoco...―
Comentó en un tono de broma, una broma que escondía bastante mal la verdad, le estaba aceptando como alguien digno de considerarse un rival. Algo que no solía ocurrir a no ser que a la Oni le llamase poderosamente la atención, pero en consecuencia era un muro que la mujer trabajaría día y noche en derribar. Si aquel pirata se confiaba, si llegaba a descuidarse u olvidar su entrenamiento, la mujer estaría preparada para recordarle las cosas y no de una manera suave. Porque la cultura de los Shinozaki era bastante simple, pero con un fin marcado, entrenar y superar. Romper las barreras de lo común, para algún día convertirse en la cadena dominante de la vida, la mujer tenía en mente cortar una bestia pero luego iría por otras, por montañas, por islas enteras y claro entre esas bestias a superar se encontraba el enano delante de ella.
―Parece que esta isla tiene poco que ofrecer, al menos si buscamos combates que en verdad nos hagan hervir la sangre, supongo que pueden llegar sujetos fuertes de vez en cuando pero dudo que regresen tras haber hecho sus cosas. Movernos, puede que sea la mejor solución a la hora de encontrar mejores lugares, quizás en el mundo haya templos o lugares dedicados al arte de la espada y me emociona pensar en enfrentarme a esos maestros uno a uno.―
Respondió con una sonrisa mientras envainaba su espada a su espalda y proseguía a seguirle el paso, habían causado una buena impresión en aquel circuito pero defender un título que no oponía resistencia sería una tarea aburrida. El ganar podía llevar al conformismo, a oxidarse al creer que era mucho más poderosa de lo que en verdad era. Ella era una bestia competitiva, una depredadora que le gustaba sentir el filo del peligro para poder progresar. Alpha le ofrecía el transporte para continuar un viaje, para instruirse en diferentes estilos y dominar cada aspecto de un estilo que apenas estaba descubriendo. Era la oferta de superar sus límites, de hacerse un nombre propio y sin estar atada a contratos, capitanes o una jerarquía. Un pequeño empujón para volverse una capitana por su cuenta y a lo mejor contar con su propia tripulación en un futuro, un conjunto de individuos que le siguiesen para escapar de la monotonía que muchas veces amenazaba la vida.
―Tal parece que tendremos bastante tiempo para entrenar y algún día a lo mejor termine por morder tu cuello cuando menos lo esperes enano, no te descuides ni te confíes porque puedes ser fuerte y a lo mejor reciba unas cuantas palizas de tu parte. Pero créeme que no soy de las que se dan por vencidas, algún día juro que te haré caer ante mi espada. Después de todo... no has visto todo lo que puedo hacer y sé bien que yo tampoco...―
Comentó en un tono de broma, una broma que escondía bastante mal la verdad, le estaba aceptando como alguien digno de considerarse un rival. Algo que no solía ocurrir a no ser que a la Oni le llamase poderosamente la atención, pero en consecuencia era un muro que la mujer trabajaría día y noche en derribar. Si aquel pirata se confiaba, si llegaba a descuidarse u olvidar su entrenamiento, la mujer estaría preparada para recordarle las cosas y no de una manera suave. Porque la cultura de los Shinozaki era bastante simple, pero con un fin marcado, entrenar y superar. Romper las barreras de lo común, para algún día convertirse en la cadena dominante de la vida, la mujer tenía en mente cortar una bestia pero luego iría por otras, por montañas, por islas enteras y claro entre esas bestias a superar se encontraba el enano delante de ella.