Atlas
Nowhere | Fénix
15-10-2024, 01:39 AM
Todo va viento en popa para los revolucionarios encargados de derribar la presa que mantenía en funcionamiento la central hidroeléctrica del Reino de Oykot. Tanto es así que, con las fuerzas locales derrotadas y el Escuadrón Barracuda descabezado y con sus integrantes en horas bajas, os disponéis a continuar con el plan e incorporaros al resto de fuerzas de la liberación que operan en el resto de la isla.
Tofun, no tienes ningún problema para aproximarte al enemigo de Alistair y darle una buena ayuda al muchacho. Como comprenderás, concentrado como está en él y después del golpe que se ha llevado contra la tubería, no espera que nadie aparezca para darle una tunda y volver a irse. De cualquier modo, si ni siquiera Diana fue capaz de responder en modo alguno a tu ofensiva, imagínate lo lejos que está ese pobre diablo de ser capaz de hacerlo.
Por otro lado, parece que el gran gyojin por fin ha zanjado los asuntos que tenía con los curiosos buzos —o al menos ha decidido dejarlos atrás— y no encuentras dificultad ni impedimento alguno para encaramarte a su hombro y seguir la corriente rumbo a vuestro próximo objetivo.
Umibozu, encajas como un campeón las acometidas de tus adversarios, que, si ya de por sí no eran demasiado capaces de herirte demasiado, con el agotamiento y las heridas fruto de un combate con alguien como tú están lejos de producirte un daño serio. Es entonces cuando ves que, justo frente a ti, ambos se desploman a escasos metros del que ya estaba en el suelo. Un último ataque a la desesperada era todo lo que tenían para intentar derribar al coloso que ha tirado por tierra la monumental presa que les habían encargado proteger. En el proceso de partida, tus compañeros se van subiendo a tu espalda y os disponéis a incorporaros al resto de fuerzas de la Revolución presentes en Oykot.
Alistair, frente a tus ojos, una centella sin demasiado sentido llamada Tofun hace acto de presencia y, con una velocidad pasmosa a la que tu oponente no puede reaccionar, le da dos soberanos golpes que provocan que se le caiga el arma, salga volando y choque con una tubería diferente a la que tú le habías lanzado antes. Es justo ese momento el que aprovechar para, tú también, abalanzarte sobre él y propinarle un nuevo corte, así como dos golpes más con la zona roma de tu espada. El tipo queda en el suelo, aturdido pero aún consciente e intentando recuperar el arma que se le ha arrebatado sin demasiado éxito. Por tu parte, nada te impide alzar el vuelo y colocarte junto a tus compañeros sobre Umibozu para recorrer el cauce del río generado del desborde de la presa.
Ubben, tampoco tienes problema alguno en aterrizar sobre la espalda de vuestro compañero que, de paso, se acaba de convertir en vuestro medio de transporte. Un barquito pintoresco y de lo más coqueto, creo que en eso vamos a estar todos de acuerdo. Bueno, a lo mejor ese desgraciado que te ha disparado a traición no lo ve con los mismos ojos, pero que le den por culo. Esa más que dudosa satisfacción que se puede haber llevado al atinarte no es más que un espejismo. Él y el resto de sus compañeros han fracasado estrepitosamente en su misión, a la vista está. De hecho, si te diese por darte la vuelta podrías ver su frustración encarnada en forma de repetidos golpes a la pasarela en la que sigue tumbado.
Percival, tras observar todo desde tu privilegiada posición te decides a unirte a los demás a lomos de Umibozu para continuar con la misión que tenéis entre manos. Sí, habéis hecho una excelente labor en la presa y, según podéis intuir, el resto tampoco haber tenido un mal desempeño en sus partes del plan. Quizás la liberación esté un poco más cerca de la gente de Oykot. A lo mejor los balleneros al fin van a poder disfrutar de la justicia y el reconocimiento que históricamente les ha sido negado una y otra vez, ¿no?
Esto es algo que sólo vuestros siguientes pasos podrán terminar de decidir.
Tofun, no tienes ningún problema para aproximarte al enemigo de Alistair y darle una buena ayuda al muchacho. Como comprenderás, concentrado como está en él y después del golpe que se ha llevado contra la tubería, no espera que nadie aparezca para darle una tunda y volver a irse. De cualquier modo, si ni siquiera Diana fue capaz de responder en modo alguno a tu ofensiva, imagínate lo lejos que está ese pobre diablo de ser capaz de hacerlo.
Por otro lado, parece que el gran gyojin por fin ha zanjado los asuntos que tenía con los curiosos buzos —o al menos ha decidido dejarlos atrás— y no encuentras dificultad ni impedimento alguno para encaramarte a su hombro y seguir la corriente rumbo a vuestro próximo objetivo.
Umibozu, encajas como un campeón las acometidas de tus adversarios, que, si ya de por sí no eran demasiado capaces de herirte demasiado, con el agotamiento y las heridas fruto de un combate con alguien como tú están lejos de producirte un daño serio. Es entonces cuando ves que, justo frente a ti, ambos se desploman a escasos metros del que ya estaba en el suelo. Un último ataque a la desesperada era todo lo que tenían para intentar derribar al coloso que ha tirado por tierra la monumental presa que les habían encargado proteger. En el proceso de partida, tus compañeros se van subiendo a tu espalda y os disponéis a incorporaros al resto de fuerzas de la Revolución presentes en Oykot.
Alistair, frente a tus ojos, una centella sin demasiado sentido llamada Tofun hace acto de presencia y, con una velocidad pasmosa a la que tu oponente no puede reaccionar, le da dos soberanos golpes que provocan que se le caiga el arma, salga volando y choque con una tubería diferente a la que tú le habías lanzado antes. Es justo ese momento el que aprovechar para, tú también, abalanzarte sobre él y propinarle un nuevo corte, así como dos golpes más con la zona roma de tu espada. El tipo queda en el suelo, aturdido pero aún consciente e intentando recuperar el arma que se le ha arrebatado sin demasiado éxito. Por tu parte, nada te impide alzar el vuelo y colocarte junto a tus compañeros sobre Umibozu para recorrer el cauce del río generado del desborde de la presa.
Ubben, tampoco tienes problema alguno en aterrizar sobre la espalda de vuestro compañero que, de paso, se acaba de convertir en vuestro medio de transporte. Un barquito pintoresco y de lo más coqueto, creo que en eso vamos a estar todos de acuerdo. Bueno, a lo mejor ese desgraciado que te ha disparado a traición no lo ve con los mismos ojos, pero que le den por culo. Esa más que dudosa satisfacción que se puede haber llevado al atinarte no es más que un espejismo. Él y el resto de sus compañeros han fracasado estrepitosamente en su misión, a la vista está. De hecho, si te diese por darte la vuelta podrías ver su frustración encarnada en forma de repetidos golpes a la pasarela en la que sigue tumbado.
Percival, tras observar todo desde tu privilegiada posición te decides a unirte a los demás a lomos de Umibozu para continuar con la misión que tenéis entre manos. Sí, habéis hecho una excelente labor en la presa y, según podéis intuir, el resto tampoco haber tenido un mal desempeño en sus partes del plan. Quizás la liberación esté un poco más cerca de la gente de Oykot. A lo mejor los balleneros al fin van a poder disfrutar de la justicia y el reconocimiento que históricamente les ha sido negado una y otra vez, ¿no?
Esto es algo que sólo vuestros siguientes pasos podrán terminar de decidir.