Airgid Vanaidiam
Metalhead
15-10-2024, 02:01 AM
Por fin Airgid iba a cumplir uno de sus sueños más inmediatos: probar la hamburguesa de albóndigas. Acababa de pedirla, tirando un poco del teatro y la mentira para convencer al camarero de que le ofreciese tremenda bomba alimenticia y le dejó espacio a Octojin para que también pidiera lo que quisiera. Le sorprendió ver que había decidido seguirle la corriente, arrimándose a su misma mentira para pedir un par de hamburguesas más y dos cervezas grandes. Airgid tuvo que contenerse la risa, mordiéndose un poco el labio inferior para no soltarla delante del camarero. ¿Quién cojones se iba a creer que eran hermanos? Al menos de sangre, saltaba a la vista que era una trola como un camión. Pero al tío no pareció importarle mucho, aceptando el encargo y dirigiéndose a la cocina. Aunque finalmente no terminó por reírse. Cuando el camarero se fue volvió a recordar las preguntas de Octojin.
Sus respuestas fueron crudas, la primera más que la segunda. Airgid había abierto una parte vulnerable de ella misma en ese momento, algo que no solía hacer con todo el mundo y menos aún cuando le acababa de conocer prácticamente. Pero por algún motivo lo sintió natural, para nada forzado. Quizás no eran hermanos, como él había dicho en su mentirijilla, pero por un momento sintió que podía confiar en él cómo si fuera uno, y es que el tiburón irradiaba temeridad y fortaleza, pero también protección. Se sentía segura con él, lo suficiente como para sincerarse de esa manera.
Ahora le tocaba a ella preguntar, y la verdad es que lo tuvo muy fácil, ahora quería conocer las respuestas de Octojin a eso mismo que él le había preguntado con tanta curiosidad. Esbozó una sonrisilla pícara cuando el gyojin dejó caer que había ido a lo sencillo, devolviéndosela como una pelota, pero no dijo nada, dejándole espacio para que hablase. Y lo que dijo llamó su atención, mirándole con una nueva expresión de sorpresa. Señaló con la cabeza hacia diferentes lugares y Airgid siguió el gesto con la mirada mientras escuchaba su explicación. Era curioso, Airgid nunca se había dado cuenta de ese tipo de actitudes y de miradas que denostaban racismo, como él decía. Nunca las había vivido, ni ella ninguno de sus amigos, tampoco es como si en su isla natal se relacionara con muchos gyojins o personas de otras razas, por lo que nunca había sido testigo de ese tipo de actitudes. Pero gracias a Octojin, fue capaz de notar la sutil violencia que irradiaban esas miradas, un matiz que antes había pasado por alto. Darse cuenta de repente de cómo debía sentirse Octojin en ese momento, le sentó como una patada en el estómago. Y no pudo reprimir una expresión de asco en su cara. Aunque rápidamente pasó del tema, ignorando a esos asquerosos hombres, centrándose en escuchar a Octojin hablar sobre su sueño. Uno que no tenía del todo claro, pues al parecer era más de vivir el día a día.
Hubo un pequeño silencio tras la confesión de ambos. Airgid le había pedido que fuera sincero con ella y había cumplido con creces con su petición. En ningún momento se esperaría que pudiera hablar de temas tan profundos con aquel tiburón amenazante del vertedero, y eso era un poco la magia de conocer a alguien a nuevo. Ahora sentía un vínculo bastante cercano con él. Antes de que pudiera decir nada, la comida llegó a la mesa.
Olía que te podías morir del gusto. En total, tres hamburguesas de albóndigas, dos jarras de cerveza y una cola extra grande se encontraban frente a ellos, y los dos, como sincronizados, no se demoraron un segundo en poner las zarpas encima. El primer bocado de semejante manjar fue como un besito en todo su cerebro. — Jooodeeegggr... — Susurró la rubia con la boca llena, aunque rápidamente se tapó con la mano, tratando de ocultar su despiste. Estaba tan bueno, tan rico, ¿acaso Airgid había muerto? ¿Era esto el cielo? Se le dibujó una enorme sonrisa, olvidando de repente todas las penas y adversidades que habían compartido y pensado, centrándose solo en aquel delicioso sabor. Intentó no comer demasiado deprisa, no quería terminarse la hamburguesa rápido y quedarse con la sensación de que había sido poco, tuvo que tirar de toda su fuerza de voluntad para ir tranquilita. Miró a Octojin disfrutar de su propia comida y eso solo hizo que sonriera un poco más.
Pero sin darse cuenta, incumplió su propio reto. Se había zampado la hamburguesa entera en un segundo. Le dio un trago a su cola, en parte triste, pero a la vez tan satisfecha. Las palabras de Octojin la pillaron desprevenida, pues eran tan sinceras, que a ella no le salió otra cosa que no fuera responderle con la misma moneda. — A mi también. ¿has visto que ojo tengo? Sabía que había hecho bien al acercarme a ti, aunque fuera con esa amenaza tan tonta. — Se echó una risilla entre un trago y otro de cola. — Que rica estaba la hamburguesa... estoy llenita. Por mí repetimos toas las veces que quieras. — ¿Cómo iba a negarse?
La pregunta de Octojin le sacó una nueva risa, se notaba que estaba de mejor humor después de tener el estómago lleno. — ¿En cinco años? Pue... tendría... — Contó con los dedos, denotando que le costaba un poco el asunto. — Casi veintiún años... coño, ¡sería casi una vieja como tú! — Le sacó la lengua, divertida, metiéndose un poco con él y continuando con la broma anterior. — Já, mmm... la verdá es que no lo he pensao. Dame un sec. — Se tomó un segundo para pensar. Momento en el que la mirada se le desvió sin querer hacia las dos jarras de cerveza. Se veían fresquitas, apetitosas. — ¿Me dá un poquito? — Señaló con el dedo una de las jarras, la que más cerca le quedaba. Acababa de dar a entender que aún era menor de edad, de hecho, no era como si lo ocultase ni nada parecido, puede que eso hiciera que Octojin le negara la bebida, pero Airgid lo intentaría de todas formas. Tampoco es como si fuera la primera vez que probaría el alcohol en su vida, pero obviamente no estaba nada acostumbrada a tomarlo. Y le apetecía un pelín, también por conocer la posible respuesta del gyojin. — A vé, creo que... me veo por ahí, en alguna isla rara, explorando mundo. Espero haber crecío un poco má, haber mejorao mi fuerza... y seguramente tenga novio, sí. O pretendientes, por lo meno. — Soltó tan pancha, con toda la naturalidad del mundo. No es que hubiera nada raro en sus palabras, pero sí que había vuelto a ser tremendamente sincera con sus expectativas. Airgid aún no se había enamorado nunca, pero le encantaba el concepto del amor, el enamorarse tan fuerte y tan intenso que te podías morir de una sobredosis. Si no era así de intenso, no lo quería para nada. — Me toca. — Anunció a su colega. — ¿Te has enamorao alguna vez? ¿Cómo es tu vía sentimental? ¿Ligas mucho? — No pudo evitar esbozar una sonrisa juguetona. No dejaba de ser una adolescente, y ese tipo de temas le generaban curiosidad, de hecho, ocupaban, sin quererlo, un buen espacio en su cerebro. Típico tema un poco tabú que le interesaba porque ella aún no había experimentado en absoluto.
Sus respuestas fueron crudas, la primera más que la segunda. Airgid había abierto una parte vulnerable de ella misma en ese momento, algo que no solía hacer con todo el mundo y menos aún cuando le acababa de conocer prácticamente. Pero por algún motivo lo sintió natural, para nada forzado. Quizás no eran hermanos, como él había dicho en su mentirijilla, pero por un momento sintió que podía confiar en él cómo si fuera uno, y es que el tiburón irradiaba temeridad y fortaleza, pero también protección. Se sentía segura con él, lo suficiente como para sincerarse de esa manera.
Ahora le tocaba a ella preguntar, y la verdad es que lo tuvo muy fácil, ahora quería conocer las respuestas de Octojin a eso mismo que él le había preguntado con tanta curiosidad. Esbozó una sonrisilla pícara cuando el gyojin dejó caer que había ido a lo sencillo, devolviéndosela como una pelota, pero no dijo nada, dejándole espacio para que hablase. Y lo que dijo llamó su atención, mirándole con una nueva expresión de sorpresa. Señaló con la cabeza hacia diferentes lugares y Airgid siguió el gesto con la mirada mientras escuchaba su explicación. Era curioso, Airgid nunca se había dado cuenta de ese tipo de actitudes y de miradas que denostaban racismo, como él decía. Nunca las había vivido, ni ella ninguno de sus amigos, tampoco es como si en su isla natal se relacionara con muchos gyojins o personas de otras razas, por lo que nunca había sido testigo de ese tipo de actitudes. Pero gracias a Octojin, fue capaz de notar la sutil violencia que irradiaban esas miradas, un matiz que antes había pasado por alto. Darse cuenta de repente de cómo debía sentirse Octojin en ese momento, le sentó como una patada en el estómago. Y no pudo reprimir una expresión de asco en su cara. Aunque rápidamente pasó del tema, ignorando a esos asquerosos hombres, centrándose en escuchar a Octojin hablar sobre su sueño. Uno que no tenía del todo claro, pues al parecer era más de vivir el día a día.
Hubo un pequeño silencio tras la confesión de ambos. Airgid le había pedido que fuera sincero con ella y había cumplido con creces con su petición. En ningún momento se esperaría que pudiera hablar de temas tan profundos con aquel tiburón amenazante del vertedero, y eso era un poco la magia de conocer a alguien a nuevo. Ahora sentía un vínculo bastante cercano con él. Antes de que pudiera decir nada, la comida llegó a la mesa.
Olía que te podías morir del gusto. En total, tres hamburguesas de albóndigas, dos jarras de cerveza y una cola extra grande se encontraban frente a ellos, y los dos, como sincronizados, no se demoraron un segundo en poner las zarpas encima. El primer bocado de semejante manjar fue como un besito en todo su cerebro. — Jooodeeegggr... — Susurró la rubia con la boca llena, aunque rápidamente se tapó con la mano, tratando de ocultar su despiste. Estaba tan bueno, tan rico, ¿acaso Airgid había muerto? ¿Era esto el cielo? Se le dibujó una enorme sonrisa, olvidando de repente todas las penas y adversidades que habían compartido y pensado, centrándose solo en aquel delicioso sabor. Intentó no comer demasiado deprisa, no quería terminarse la hamburguesa rápido y quedarse con la sensación de que había sido poco, tuvo que tirar de toda su fuerza de voluntad para ir tranquilita. Miró a Octojin disfrutar de su propia comida y eso solo hizo que sonriera un poco más.
Pero sin darse cuenta, incumplió su propio reto. Se había zampado la hamburguesa entera en un segundo. Le dio un trago a su cola, en parte triste, pero a la vez tan satisfecha. Las palabras de Octojin la pillaron desprevenida, pues eran tan sinceras, que a ella no le salió otra cosa que no fuera responderle con la misma moneda. — A mi también. ¿has visto que ojo tengo? Sabía que había hecho bien al acercarme a ti, aunque fuera con esa amenaza tan tonta. — Se echó una risilla entre un trago y otro de cola. — Que rica estaba la hamburguesa... estoy llenita. Por mí repetimos toas las veces que quieras. — ¿Cómo iba a negarse?
La pregunta de Octojin le sacó una nueva risa, se notaba que estaba de mejor humor después de tener el estómago lleno. — ¿En cinco años? Pue... tendría... — Contó con los dedos, denotando que le costaba un poco el asunto. — Casi veintiún años... coño, ¡sería casi una vieja como tú! — Le sacó la lengua, divertida, metiéndose un poco con él y continuando con la broma anterior. — Já, mmm... la verdá es que no lo he pensao. Dame un sec. — Se tomó un segundo para pensar. Momento en el que la mirada se le desvió sin querer hacia las dos jarras de cerveza. Se veían fresquitas, apetitosas. — ¿Me dá un poquito? — Señaló con el dedo una de las jarras, la que más cerca le quedaba. Acababa de dar a entender que aún era menor de edad, de hecho, no era como si lo ocultase ni nada parecido, puede que eso hiciera que Octojin le negara la bebida, pero Airgid lo intentaría de todas formas. Tampoco es como si fuera la primera vez que probaría el alcohol en su vida, pero obviamente no estaba nada acostumbrada a tomarlo. Y le apetecía un pelín, también por conocer la posible respuesta del gyojin. — A vé, creo que... me veo por ahí, en alguna isla rara, explorando mundo. Espero haber crecío un poco má, haber mejorao mi fuerza... y seguramente tenga novio, sí. O pretendientes, por lo meno. — Soltó tan pancha, con toda la naturalidad del mundo. No es que hubiera nada raro en sus palabras, pero sí que había vuelto a ser tremendamente sincera con sus expectativas. Airgid aún no se había enamorado nunca, pero le encantaba el concepto del amor, el enamorarse tan fuerte y tan intenso que te podías morir de una sobredosis. Si no era así de intenso, no lo quería para nada. — Me toca. — Anunció a su colega. — ¿Te has enamorao alguna vez? ¿Cómo es tu vía sentimental? ¿Ligas mucho? — No pudo evitar esbozar una sonrisa juguetona. No dejaba de ser una adolescente, y ese tipo de temas le generaban curiosidad, de hecho, ocupaban, sin quererlo, un buen espacio en su cerebro. Típico tema un poco tabú que le interesaba porque ella aún no había experimentado en absoluto.