Alistair
Mochuelo
15-10-2024, 09:28 AM
El grupo se desplazó a espaldas de la fortaleza móvil que era Umibozu, un titan que podía acomodar al grupo con una aterradora facilidad, aun si las condiciones del lugar ayudaban poco a nada, entorpeciendo sus esfuerzos por avanzar hasta el nuevo destino a alcanzar; la llamada del grupo C no pasó desapercibida -y menos mal que ahora contaba con un Den Den robado de las tropas locales o estaría más perdido que de costumbre-, pidiendo ayuda por la situación que se había montado en su posición. Por supuesto que todas sus acciones en la presa no iban a pasar desapercibidas, y cada vez escalaban más alto hasta que la operación de asalto se convirtió en una batalla campal en todo cumplimiento de su definición.
Tan temporal como pudiera ser, la caída de la presa les concedió un muy necesario respiro para reunir sus pensamientos y continuar con el resto de la misión. O al menos, era algo necesario para el Lunarian que había experimentado mas acción en ese momento que en toda la temporada. Era su primera misión, y en ella pudo medir el grado de caos que podía montarse en un instante. ¿Y siendo sincero? No se arrepentía de pelear ni por un instante. Por una causa, por algo con significado, y por personas que lo necesitaban.
Sus bonitos pensamientos de rosas y mundos idealistas se interrumpieron de golpe por un aroma asaltando a su nariz sin ninguna piedad, un hedor infernal que caló hasta lo mas profundo de su cabeza y echó raíz en alguna de sus neuronas, porque estaba bastante seguro que no olvidaría esa metafórica bofetada a las fosas nasales en un muy largo tiempo; que su sentido del olfato fuese como el de un perro, en este contexto, jugaba enormemente en su contra. "Nauseas" era un descriptor bastante ligero a lo que quería hacer ahora mismo. Su primer movimiento fue instintivo enteramente, cerrándose las fosas nasales con los dedos para que no pudiese entrar más de esa nube de olores. Nunca en su vida volvería a burlarse de las figurillas de pinitos que servían como aromatizantes, con lo bien que le sentaría colgarse uno al cuello ahora mismo...
La iniciativa la tomaría Tofun, señalando hacia el oeste unos tejados sobre los que se revolvía una buena parte de la caótica situación, y expresando sus intenciones en el lugar. Ni corto ni perezoso, Alistair quería ayudar con lo que pudiera aportar. — ¡Voy detrás tuya, Tofun! — Anunció su proceder. Quizá no contaba con la demencial velocidad del Tontatta, pero contaba con una ventaja que quizá ahora podría sacarle mayor partido que antes: Con sus alas, usar su capacidad de vuelo para alternar entre tejados y asistir en el combate podía ser de utilidad. Bajó del coloso marino, siguiendo a su ritmo el paso del revolucionario cervecero.
Entre el grupo sobre el cual poseía poco conocimiento, uno de los rostros presentes en la zona guardaba familiaridad en los recuerdos del Lunarian: Su superior blandefarolas y compañero de entrenamiento, una entidad caótica que podía sacarte una carcajada como podía cargarse un edificio entero de un farolazo. Era más que bueno ver a Lemon de nuevo, pero no era hora de conversaciones ni reuniones; lo primero ahora mismo era acabar con la guardia real.
Procuró seguirle el paso al Tontatta, quedando rezagado por la diferencia de movimiento pero encargándose de finiquitar las acciones del Tontatta tal que no quedara ninguna amenaza futura, siempre que pudiera funcionar en primer lugar; mientras que Tofun se encargara de apalizarlos a la velocidad del rayo, el Lunarian por su parte zurcaría los cielos y se encargaría de arrojar a los que aún parecían conservar su consciencia a la corriente que la presa reventada había creado, tal que fueran arrastrados lejos del campo de batalla y asegurándose de que no llegarían a ser un problema con el cual lidiar después. Una labor simple, pero efectiva si salía bien. Y si se encontraba con alguno consciente... Lo mismo: Pa'l rio.
Tan temporal como pudiera ser, la caída de la presa les concedió un muy necesario respiro para reunir sus pensamientos y continuar con el resto de la misión. O al menos, era algo necesario para el Lunarian que había experimentado mas acción en ese momento que en toda la temporada. Era su primera misión, y en ella pudo medir el grado de caos que podía montarse en un instante. ¿Y siendo sincero? No se arrepentía de pelear ni por un instante. Por una causa, por algo con significado, y por personas que lo necesitaban.
Sus bonitos pensamientos de rosas y mundos idealistas se interrumpieron de golpe por un aroma asaltando a su nariz sin ninguna piedad, un hedor infernal que caló hasta lo mas profundo de su cabeza y echó raíz en alguna de sus neuronas, porque estaba bastante seguro que no olvidaría esa metafórica bofetada a las fosas nasales en un muy largo tiempo; que su sentido del olfato fuese como el de un perro, en este contexto, jugaba enormemente en su contra. "Nauseas" era un descriptor bastante ligero a lo que quería hacer ahora mismo. Su primer movimiento fue instintivo enteramente, cerrándose las fosas nasales con los dedos para que no pudiese entrar más de esa nube de olores. Nunca en su vida volvería a burlarse de las figurillas de pinitos que servían como aromatizantes, con lo bien que le sentaría colgarse uno al cuello ahora mismo...
La iniciativa la tomaría Tofun, señalando hacia el oeste unos tejados sobre los que se revolvía una buena parte de la caótica situación, y expresando sus intenciones en el lugar. Ni corto ni perezoso, Alistair quería ayudar con lo que pudiera aportar. — ¡Voy detrás tuya, Tofun! — Anunció su proceder. Quizá no contaba con la demencial velocidad del Tontatta, pero contaba con una ventaja que quizá ahora podría sacarle mayor partido que antes: Con sus alas, usar su capacidad de vuelo para alternar entre tejados y asistir en el combate podía ser de utilidad. Bajó del coloso marino, siguiendo a su ritmo el paso del revolucionario cervecero.
Entre el grupo sobre el cual poseía poco conocimiento, uno de los rostros presentes en la zona guardaba familiaridad en los recuerdos del Lunarian: Su superior blandefarolas y compañero de entrenamiento, una entidad caótica que podía sacarte una carcajada como podía cargarse un edificio entero de un farolazo. Era más que bueno ver a Lemon de nuevo, pero no era hora de conversaciones ni reuniones; lo primero ahora mismo era acabar con la guardia real.
Procuró seguirle el paso al Tontatta, quedando rezagado por la diferencia de movimiento pero encargándose de finiquitar las acciones del Tontatta tal que no quedara ninguna amenaza futura, siempre que pudiera funcionar en primer lugar; mientras que Tofun se encargara de apalizarlos a la velocidad del rayo, el Lunarian por su parte zurcaría los cielos y se encargaría de arrojar a los que aún parecían conservar su consciencia a la corriente que la presa reventada había creado, tal que fueran arrastrados lejos del campo de batalla y asegurándose de que no llegarían a ser un problema con el cual lidiar después. Una labor simple, pero efectiva si salía bien. Y si se encontraba con alguno consciente... Lo mismo: Pa'l rio.