Asradi
Völva
15-10-2024, 11:36 AM
Había una mezcla de curiosidad e incertidumbre en los ojos azules de Asradi, mientras estes permanecían fijos y posados sobre los de Galhard después de haberle echo la pregunta. ¿Conocería a Octojin? Estaba deseosa de saber de él, y el pelicastaño era el único marine, aparte del gyojin, que conocía como tal. Y con el que tenía también confianza. Por eso, estuvo expectante a las palabras de él. A la información que Gal pudiese darle. Sentía que el corazón le latía a mil por hora, como si se le fuese a salir del pecho en algún momento.
— Sí, un gyojin tiburón. — Añadió a la primera pregunta de él. Y se mantuvo luego en silencio, escuchando de manera afanosa. A medida que él le iba contando, una sonrisa muy suave, esperanzadora, se fue dibujando en los labios de la sirena.
Era verdad que Galhard no había confirmado el nombre ni nada parecido. Pero la descripción que le estaba dando, aunque no era exacta, le decía que se trataba de él. Ella quería creer eso, al menos. Octojin era alguien muy importante para ella. Y le dolía en el alma tener que haberle dejado atrás, al menos de momento. Pero estaría bien. Los dos lo estarían hasta que consiguiesen solucionar, primero, sus propios asuntos.
Se mordisqueó el labio inferior, pensativa durante unos momentos, antes de volver a mirar a Galhard y sonreirle tremendamente agradecida. Porque no solo le estaba diciendo eso, sino que también le estaba ofreciendo a averiguar más la próxima vez que se pasase por Loguetown.
— En realidad, si le ves... — Había un brillo feliz, alegre en los preciosos ojos azules de la sirena, aunque también había un deje de vergüenza, de inseguridad. — … Solo dile que estoy bien. Él lo entenderá.
O esperaba que lo entendiese. Que estaba bien, que le echaba de menos y que aún le quería. Tenía también algunas dudas o miedos internos al respecto, pero prefería no pensar en eso.
— Te lo agradecería mucho. — De verdad que lo haría, para ella sería el favor más grande que le pudiesen hacer. — Y te prometo que te lo retribuiré de la manera que gustes.
Estaba dispuesta a prácticamente casi todo, dentro de lo decente, claro. Aunque sabía que Galhard no iba por eses derroteros.
Tras eso, se relajó y sonrió de manera más suave. O, más bien, no pudo evitar reírse cuando el marine comenzó a nadar de esa manera, como una medusa, hacia ella. Le salpicó un poco el rostro, a modo de juego, pero asintió.
— Tienes razón. El mar siempre provee, tarde o temprano. — Era una frase que siempre había dicho, y que creía en ella. Luego miró al pelicastaño, con algo de curiosidad. Incluso se atrevió a empujarle un poco, dejando que flotase sobre la superficie del agua, solo para meterse un poco con él. — ¿Y tú? ¿Tienes a alguien que te importe?
Ahora quería conocer un poco más de él.
— Sí, un gyojin tiburón. — Añadió a la primera pregunta de él. Y se mantuvo luego en silencio, escuchando de manera afanosa. A medida que él le iba contando, una sonrisa muy suave, esperanzadora, se fue dibujando en los labios de la sirena.
Era verdad que Galhard no había confirmado el nombre ni nada parecido. Pero la descripción que le estaba dando, aunque no era exacta, le decía que se trataba de él. Ella quería creer eso, al menos. Octojin era alguien muy importante para ella. Y le dolía en el alma tener que haberle dejado atrás, al menos de momento. Pero estaría bien. Los dos lo estarían hasta que consiguiesen solucionar, primero, sus propios asuntos.
Se mordisqueó el labio inferior, pensativa durante unos momentos, antes de volver a mirar a Galhard y sonreirle tremendamente agradecida. Porque no solo le estaba diciendo eso, sino que también le estaba ofreciendo a averiguar más la próxima vez que se pasase por Loguetown.
— En realidad, si le ves... — Había un brillo feliz, alegre en los preciosos ojos azules de la sirena, aunque también había un deje de vergüenza, de inseguridad. — … Solo dile que estoy bien. Él lo entenderá.
O esperaba que lo entendiese. Que estaba bien, que le echaba de menos y que aún le quería. Tenía también algunas dudas o miedos internos al respecto, pero prefería no pensar en eso.
— Te lo agradecería mucho. — De verdad que lo haría, para ella sería el favor más grande que le pudiesen hacer. — Y te prometo que te lo retribuiré de la manera que gustes.
Estaba dispuesta a prácticamente casi todo, dentro de lo decente, claro. Aunque sabía que Galhard no iba por eses derroteros.
Tras eso, se relajó y sonrió de manera más suave. O, más bien, no pudo evitar reírse cuando el marine comenzó a nadar de esa manera, como una medusa, hacia ella. Le salpicó un poco el rostro, a modo de juego, pero asintió.
— Tienes razón. El mar siempre provee, tarde o temprano. — Era una frase que siempre había dicho, y que creía en ella. Luego miró al pelicastaño, con algo de curiosidad. Incluso se atrevió a empujarle un poco, dejando que flotase sobre la superficie del agua, solo para meterse un poco con él. — ¿Y tú? ¿Tienes a alguien que te importe?
Ahora quería conocer un poco más de él.