Asradi
Völva
15-10-2024, 11:46 AM
Las palabras de Octojin le llegaban al corazón. De hecho, sentía ese molesto y doloroso nudo en la garganta a medida que el gyojin se sinceraba de aquella manera con ella. ¿Por qué no podía ella hacer lo mismo con él? Se obligó a no derramar ni una sola lágrima por mucho que aquella situación le doliese en el alma. Y, cuando estuvieron nuevamente frente a frente, alzó las manos, incluso estirándose lo suficiente como para que éstas alcanzasen ambas mejillas del escualo. Las mantuvo ahí, acariciando con los dedos de manera sutil, disfrutando en silencio de aquel contacto. De aquella cercanía.
— No sé que me estás haciendo, grandullón... — Esbozó apenas una sonrisa. Una mezcla de vergonzosa diversión con un halo de ligera tristeza. Los ojos claros de la sirena, puestos sobre los de Octojin, deleitándose con sus facciones. — Entiendo lo que dices, créeme. Pero de esa misma manera que tú quieres ayudarme y protegerme a mi... Yo también quiero hacer lo mismo contigo. No puedo ponerte en peligro, no deseo arrastrarte conmigo. No hasta que todo esté bien.
Se permitió ser sincera con él en ese aspecto. Todavía había cosas que no podía contarle, que no debía. Y lo hacía por él, por mantenerle seguro y fuera de todo lo que le perseguía a ella. Pero también se sentía tremendamente halagada.
— No estoy sola, Octojin... — Esta vez le regaló una sonrisa mucho más comedida, pero plagada de cariño. Incluso con un gracioso rubor que no tardó en colorear un tanto sus mejillas. — Vaya donde vaya, siempre te llevo conmigo. — La caricia que le dedicó, ahora, fue una mucho más suave, más sentida. — Te quiero, Octo, como quizás no he querido a nadie antes. No de esta manera.
La sirena tragó saliva unos momentos. Estaba emocionada y tenía miedo al mismo tiempo. Era un revoltijo agridulce de emociones. El saberse querida y apreciada por alguien era algo tremendamente importante para ella después de tantos años de soledad y vejaciones.
— Pero no me perdonaría jamás el ponerte a propósito en peligro. — Esta vez el tono con el que lo dijo fue más serio y más resolutivo, a pesar de la tristeza que todavía la embargaba. — Por eso... Confía en mi, te prometo que haré todo lo posible para estemos juntos lo más pronto posible. Es el mejor apoyo que podría recibir ahora mismo...
Su voz se fue apagando lentamente, pero porque no dudó en refugiarse en aquel abrazo que el gyojin le estaba ofreciendo. El corazón se le encogió por unos momentos y no pudo evitar acurrucarse contra aquel cuerpo, devolviéndole el gesto de manera necesitada. El tiburón no tenía ni la menor idea de cuánto necesitaba ese gesto ahora mismo. Asradi cerró los ojos únicamente para poder sentir aquel contacto todavía más, todo lo que pudiese.
El mayor temor que tenía la sirena era de perderle de alguna forma.
— Tienes razón, todo fluirá poco a poco. Todo se solucionará si nos esforzamos. — Aunque, en realidad, ella todavía no tenía ni la menor idea de cómo podría solucionar lo suyo. Por unos instantes, su cuerpo se estremeció apenas, antes de que aquel contacto entre ambos se fuese desprendiendo poco a poco. Y, aún así, a pesar de eso, todavía sentía ese calor que le había devuelto un poquito de felicidad.
Se obligó nuevamente a sonreír. A sonreírle a él. Octojin no se merecía menos, y asintió a sus palabras. Sí, debían recoger todo y dejar la playa tal cual la habían encontrado, o incluso mejor si era necesario. Pero antes...
— Gracias. — Susurró, únicamente para él y poniéndose “de puntillas”, apoyándose también un poco en el cuerpo del escualo, y lo suficiente como para darle un suave beso en la comisura de los labios, antes de volver a separarse de manera tenue, con esa luz de nuevo en sus ojos. — De verdad no sabes cuánto significa todo esto para mi.
Después de eso, no dudó en comenzar a ayudarle a recoger todo lo que habían usado, sintiéndose un poco más animada al respecto. Todavía algo culpable muy en el fondo, pero no quería amargar aquel momento, aquel reencuentro. Así que la idea de ir a descansar a un lugar más apartado, más recogido e íntimo, le pareció excelente.
— ¿Algo para mí? — Asradi le miró con una mezcla de casi infantil curiosidad y una emoción palpable en dicha mirada. — ¿Y porqué no me dices que es? ¿No me vas a dar tan siquiera una pista? — Ahora comenzaba el acoso y derribo, aunque solo fue por unos segundos, pues tampoco quería agobiarle con ello. Aunque sí era verdad que, ahora, tenía muchas ganas de regresar.
Con él.
Al cabo de un buen rato, Asradi se sacudió las manos cuando hubieron terminado de recoger los restos y demás, dejando aquel trozo de playa totalmente impoluto. Por algún motivo se sentía mucho mejor, aunque no hubiese podido sacarse, del todo, aquella espina. Pero cuando regresó al lado de Octojin para retomar el camino hacia el lugar donde el gyojin se hospedaba, no dudó en tomarle la mano, con una mezcla de cariño y cercanía. Un gesto en el que, sentía, ya no estaba sola.
— No sé que me estás haciendo, grandullón... — Esbozó apenas una sonrisa. Una mezcla de vergonzosa diversión con un halo de ligera tristeza. Los ojos claros de la sirena, puestos sobre los de Octojin, deleitándose con sus facciones. — Entiendo lo que dices, créeme. Pero de esa misma manera que tú quieres ayudarme y protegerme a mi... Yo también quiero hacer lo mismo contigo. No puedo ponerte en peligro, no deseo arrastrarte conmigo. No hasta que todo esté bien.
Se permitió ser sincera con él en ese aspecto. Todavía había cosas que no podía contarle, que no debía. Y lo hacía por él, por mantenerle seguro y fuera de todo lo que le perseguía a ella. Pero también se sentía tremendamente halagada.
— No estoy sola, Octojin... — Esta vez le regaló una sonrisa mucho más comedida, pero plagada de cariño. Incluso con un gracioso rubor que no tardó en colorear un tanto sus mejillas. — Vaya donde vaya, siempre te llevo conmigo. — La caricia que le dedicó, ahora, fue una mucho más suave, más sentida. — Te quiero, Octo, como quizás no he querido a nadie antes. No de esta manera.
La sirena tragó saliva unos momentos. Estaba emocionada y tenía miedo al mismo tiempo. Era un revoltijo agridulce de emociones. El saberse querida y apreciada por alguien era algo tremendamente importante para ella después de tantos años de soledad y vejaciones.
— Pero no me perdonaría jamás el ponerte a propósito en peligro. — Esta vez el tono con el que lo dijo fue más serio y más resolutivo, a pesar de la tristeza que todavía la embargaba. — Por eso... Confía en mi, te prometo que haré todo lo posible para estemos juntos lo más pronto posible. Es el mejor apoyo que podría recibir ahora mismo...
Su voz se fue apagando lentamente, pero porque no dudó en refugiarse en aquel abrazo que el gyojin le estaba ofreciendo. El corazón se le encogió por unos momentos y no pudo evitar acurrucarse contra aquel cuerpo, devolviéndole el gesto de manera necesitada. El tiburón no tenía ni la menor idea de cuánto necesitaba ese gesto ahora mismo. Asradi cerró los ojos únicamente para poder sentir aquel contacto todavía más, todo lo que pudiese.
El mayor temor que tenía la sirena era de perderle de alguna forma.
— Tienes razón, todo fluirá poco a poco. Todo se solucionará si nos esforzamos. — Aunque, en realidad, ella todavía no tenía ni la menor idea de cómo podría solucionar lo suyo. Por unos instantes, su cuerpo se estremeció apenas, antes de que aquel contacto entre ambos se fuese desprendiendo poco a poco. Y, aún así, a pesar de eso, todavía sentía ese calor que le había devuelto un poquito de felicidad.
Se obligó nuevamente a sonreír. A sonreírle a él. Octojin no se merecía menos, y asintió a sus palabras. Sí, debían recoger todo y dejar la playa tal cual la habían encontrado, o incluso mejor si era necesario. Pero antes...
— Gracias. — Susurró, únicamente para él y poniéndose “de puntillas”, apoyándose también un poco en el cuerpo del escualo, y lo suficiente como para darle un suave beso en la comisura de los labios, antes de volver a separarse de manera tenue, con esa luz de nuevo en sus ojos. — De verdad no sabes cuánto significa todo esto para mi.
Después de eso, no dudó en comenzar a ayudarle a recoger todo lo que habían usado, sintiéndose un poco más animada al respecto. Todavía algo culpable muy en el fondo, pero no quería amargar aquel momento, aquel reencuentro. Así que la idea de ir a descansar a un lugar más apartado, más recogido e íntimo, le pareció excelente.
— ¿Algo para mí? — Asradi le miró con una mezcla de casi infantil curiosidad y una emoción palpable en dicha mirada. — ¿Y porqué no me dices que es? ¿No me vas a dar tan siquiera una pista? — Ahora comenzaba el acoso y derribo, aunque solo fue por unos segundos, pues tampoco quería agobiarle con ello. Aunque sí era verdad que, ahora, tenía muchas ganas de regresar.
Con él.
Al cabo de un buen rato, Asradi se sacudió las manos cuando hubieron terminado de recoger los restos y demás, dejando aquel trozo de playa totalmente impoluto. Por algún motivo se sentía mucho mejor, aunque no hubiese podido sacarse, del todo, aquella espina. Pero cuando regresó al lado de Octojin para retomar el camino hacia el lugar donde el gyojin se hospedaba, no dudó en tomarle la mano, con una mezcla de cariño y cercanía. Un gesto en el que, sentía, ya no estaba sola.