Anko
Médica Despiadada
15-10-2024, 04:24 PM
Era ya los últimos momentos que Anko pasaría en la Isla Goza, ubicada en el Archipiélago Conomi ¿Qué hacía tan lejos de su isla natal? O mejor aún ¿Qué hacía tan lejos de la isla donde estaba su base y daba servicio? Una pregunta sencilla de responder, fue mandada hasta allí desde la base G-23 de la marina en Kilombo para entregar cierta información a los altos mandos base G-39, información que aparentemente no podía ser compartida por Den Den Mushi y se necesitaba llevar hasta ellos. También cabe decir que la información a llevar no era en extremo importante, por lo que, al ostentar el rango de Sargento en ese entonces, simplemente se decidió porque partiera junto a un pequeño grupo de soldados rasos que sirvieran de utilidad en caso de alguna emergencia, y claro, eso también les serviría para sus entrenamientos y capacitaciones.
Dentro de una posada de la Aldea Goza, se encontraba el grupo de marines llegados desde Kilombo. Anko como de costumbre, empezó su día preparándose para salir de su habitación y preparar todo para el viaje de regreso, la pequeña misión había sido completada con éxito y el grupo no necesitaba estar más tiempo allí. Los preparativos ya estaban en la cabeza de la joven, ideando como organizarse de forma más rápida y eficiente para partir cuanto antes, pero esos pensamientos tuvieron que ser interrumpidos cuando un leve golpeteo se escuchó en la puerta de madera que mantenía su habitación aislada de un largo pasillo de cuartos de la posada.
La peli marrón suspiró y alistó los últimos detalles en su vestimenta antes de moverse hacia la puerta, tomar el pomo y girarlo. Al abrirla, uno de los soldados rasos que la acompañaban hizo el típico saludo militar, con su mano extendida sobre la cien. — ¡Sargento! — . — Descansa, soldado… ¿Qué es lo que necesitas? —. Cuestionó sin dudarlo, pues no era de las personas que se la pensaba mucho al momento de hablar y siempre prefería ir al grano, directamente a lo importante. El hombre abandonó su postura militar y se acercó un poco más a la espadachina, no sin antes mover su cabeza de lado a lado para cerciorarse que nadie los miraba.
— Parece ser que alguien está interesado en esa página… —. Los ojos de Anko se abrieron de sorpresa, no esperaba que eso sucediera pronto y menos en un lugar como Goza. Resulta que días antes, en su llegada, Anko transportaba consigo un tesoro que había tenido la fortuna de adquirir, una página de la enciclopedia sobre las Akuma No Mi, y por raro que pareciera, ella no estaba interesada en tales objetos, por lo que pretendía deshacerse de ella, y que mejor forma que ganarle algo de dinero a ese pequeño pero importante pedazo de papel. Claro, al ser ella la sargento, no podía estar en busca de un comprador, pues tenía otros asuntos más importantes que atender, así que el hombre que estaba frente a ella en ese momento, fue el encargado de buscar al interesado.
— Bien, aunque no estamos haciendo ningún negocio torcido, no hace falta que seas tan precavido… —. — Talvez no, pero nunca sabemos, un asqueroso ladrón de poca monta podría escucharnos e intentar robarnos —. Dijo el soldado a su sargento. Ella con un gesto de su diestra le dio a entender que no debía preocuparse tanto por ello y su conversación finalizó con los detalles de la reunión y un agradecimiento por parte de Anko. Con eso en mente, la joven abandonó la posada para dirigirse al punto de entrega, “La Taberna del Teniente Smith”, un lugar altamente frecuentado por marines, tanto nuevos como veteranos ¿sería su comprador algún marine de la base G-39? Eso no lo sabía, pero no tardaría en descubrirlo.
Al llegar al mencionado lugar, usó sus manos para abrir la puerta de la taberna, las miradas no tardaron en enfocarse en su figura inerte en el marco de la puerta, los ojos intrépidos de los marines ahí pudieron notar las insignias en su uniforme que identificaban a Anko como una sargento, esto hizo que los soldados más novicios dentro de la organización dejarán de mirarla y se pusieran de nuevo con lo suyo, aunque otros marines más experimentados fueron desviando sus miradas de apoco, no tan pronto como el resto. Sus ojos inspeccionaron el lugar, parecía ser uno agradable y lleno de vida, pero no estaba ahí para beber y disfrutar. No tardó mucho en encontrar la mesa donde se reuniría con el interesado, ahí, la presencia de un hombre de cabello color miel con un estilo peculiar aguardaba por su llegada.
Ella se acercó hasta la mesa y tomó una de las sillas en frente de él para sacarla y tomar asiento. — Soy la sargento Anko Uguisu, es un placer —. Saludó de forma amable al Solarian frente a ella, era la primera vez que veía a alguien de esa raza, hasta ese momento, solo había leído cosas vagas sobre ellos en libros y escuchado algún que otro rumor de las malas lenguas de DemonTooth y Kilombo. — Supongo… Tú eres el interesado en esa página… Debo decir que no pareces un marine como creí… —. Dijo sin tapujos, pero algo era cierto, tampoco estaba ahí para indagar en los objetivos del hombre, además de que por su apariencia, parecía ser alguien noble sin motivos ocultos.
Dentro de una posada de la Aldea Goza, se encontraba el grupo de marines llegados desde Kilombo. Anko como de costumbre, empezó su día preparándose para salir de su habitación y preparar todo para el viaje de regreso, la pequeña misión había sido completada con éxito y el grupo no necesitaba estar más tiempo allí. Los preparativos ya estaban en la cabeza de la joven, ideando como organizarse de forma más rápida y eficiente para partir cuanto antes, pero esos pensamientos tuvieron que ser interrumpidos cuando un leve golpeteo se escuchó en la puerta de madera que mantenía su habitación aislada de un largo pasillo de cuartos de la posada.
La peli marrón suspiró y alistó los últimos detalles en su vestimenta antes de moverse hacia la puerta, tomar el pomo y girarlo. Al abrirla, uno de los soldados rasos que la acompañaban hizo el típico saludo militar, con su mano extendida sobre la cien. — ¡Sargento! — . — Descansa, soldado… ¿Qué es lo que necesitas? —. Cuestionó sin dudarlo, pues no era de las personas que se la pensaba mucho al momento de hablar y siempre prefería ir al grano, directamente a lo importante. El hombre abandonó su postura militar y se acercó un poco más a la espadachina, no sin antes mover su cabeza de lado a lado para cerciorarse que nadie los miraba.
— Parece ser que alguien está interesado en esa página… —. Los ojos de Anko se abrieron de sorpresa, no esperaba que eso sucediera pronto y menos en un lugar como Goza. Resulta que días antes, en su llegada, Anko transportaba consigo un tesoro que había tenido la fortuna de adquirir, una página de la enciclopedia sobre las Akuma No Mi, y por raro que pareciera, ella no estaba interesada en tales objetos, por lo que pretendía deshacerse de ella, y que mejor forma que ganarle algo de dinero a ese pequeño pero importante pedazo de papel. Claro, al ser ella la sargento, no podía estar en busca de un comprador, pues tenía otros asuntos más importantes que atender, así que el hombre que estaba frente a ella en ese momento, fue el encargado de buscar al interesado.
— Bien, aunque no estamos haciendo ningún negocio torcido, no hace falta que seas tan precavido… —. — Talvez no, pero nunca sabemos, un asqueroso ladrón de poca monta podría escucharnos e intentar robarnos —. Dijo el soldado a su sargento. Ella con un gesto de su diestra le dio a entender que no debía preocuparse tanto por ello y su conversación finalizó con los detalles de la reunión y un agradecimiento por parte de Anko. Con eso en mente, la joven abandonó la posada para dirigirse al punto de entrega, “La Taberna del Teniente Smith”, un lugar altamente frecuentado por marines, tanto nuevos como veteranos ¿sería su comprador algún marine de la base G-39? Eso no lo sabía, pero no tardaría en descubrirlo.
Al llegar al mencionado lugar, usó sus manos para abrir la puerta de la taberna, las miradas no tardaron en enfocarse en su figura inerte en el marco de la puerta, los ojos intrépidos de los marines ahí pudieron notar las insignias en su uniforme que identificaban a Anko como una sargento, esto hizo que los soldados más novicios dentro de la organización dejarán de mirarla y se pusieran de nuevo con lo suyo, aunque otros marines más experimentados fueron desviando sus miradas de apoco, no tan pronto como el resto. Sus ojos inspeccionaron el lugar, parecía ser uno agradable y lleno de vida, pero no estaba ahí para beber y disfrutar. No tardó mucho en encontrar la mesa donde se reuniría con el interesado, ahí, la presencia de un hombre de cabello color miel con un estilo peculiar aguardaba por su llegada.
Ella se acercó hasta la mesa y tomó una de las sillas en frente de él para sacarla y tomar asiento. — Soy la sargento Anko Uguisu, es un placer —. Saludó de forma amable al Solarian frente a ella, era la primera vez que veía a alguien de esa raza, hasta ese momento, solo había leído cosas vagas sobre ellos en libros y escuchado algún que otro rumor de las malas lenguas de DemonTooth y Kilombo. — Supongo… Tú eres el interesado en esa página… Debo decir que no pareces un marine como creí… —. Dijo sin tapujos, pero algo era cierto, tampoco estaba ahí para indagar en los objetivos del hombre, además de que por su apariencia, parecía ser alguien noble sin motivos ocultos.