Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
15-10-2024, 09:47 PM
Ragn se sentía poderoso. Era algo que le solía ocurrir, para que mentir, desde que era pequeño, cuando se metía en peleas. Puede que el físico le ayudara a tener una gran percepción de él mismo, sin duda, pero había algo más ... El ansia por la batalla le subía la moral. Lo cierto es que ¿a quién no? Hasta Airgid se estaba motivando después de recibir su golpe. Se la veía molesta, eso era cosa del gas arsénico, que dejaba una pequeña picadura en la piel cuando entraba en contacto. Uno de los gases más toca pollas que tenía, pero es que aquí había venido a darlo todo el vikingo. La mujer no tardó en volver al ruedo. Su cuerpo se elevó en el aire. — ¡Sabía que guardaba algún secreto! Nunca te fíes de una mujer, lección mil cuatrocientas dos. — Ragn escupió al suelo, como si supiera que la rubia vendría con algo semejante, cuando no sabía nada en absoluto. El cuerpo del revolucionario, de caderas para abajo también se volvió de gas, elevándose en al aire con cierta gracia. — ¡Hablarr o lucharrr, no ambas! — Gritó lanzándose hacia delante sin temor alguno. Ragn y Airgid se miraban fijamente, cada uno suspendido en el aire, como si el peso de su voluntad los mantuviera flotando. El aire se cargó de tensión, y ambos se lanzaron al mismo tiempo. Sus puños se encontrarían con una colisión tan brutal que el sonido se extendió por toda la zona como un trueno. La onda de choque se expandió, derribando árboles y levantando el polvo del suelo como un torbellino salvaje.
La extremidad derecha de Ragn se volvería una auténtica locura. Ragn extendió su brazo cubierto de gas arsénico y haki, intensificado por las vibraciones que resonaban con una violencia incontrolable. Su puño iba envuelto en un aura morada que parecía arder, y cada vez que se movía, el aire a su alrededor temblaba como si fuera a partirse. Airgid, por su parte, respondía con la misma intensidad, enviando descargas de rayos desde sus manos que brillaban con una intensidad cegadora, como una tormenta eléctrica desatada. Los relámpagos azules chisporroteaban y se curvaban hacia el suelo, quemando y destruyendo todo a su paso. — ¡Me quiere distraer! — Pensó mientras avanzaba. No quiso darle mucha vuelta a lo mencionado por Airgid. ¡Estaba nublando la mente de Ragn! ¡mujer! — ¡¡Bujaogen!! — Vociferó con toda la rabia que tenía. Los dos puños impactaron donde deberían. La ofensiva de Ragn daría horizontalmente en el rostro de Airgid y el puñetazo devastador de la rubia destrozaría la nariz del vikingo. Lo que parecía una esfera de puto aire envolvió a los dos sujetos. Rayos comenzaron a desprenderse, seguramente debido a la akuma de Airgid. Rayos que se incrustaron en el terreno, abriéndolo como un melón. Incluso uno de ellos quemó de forma indiscriminada la pierna de Ragn, lo que paradógicamente solo hizo que el vikingo liberase un grito y presionara aún más. Estaban a dos metros sobre el suelo pero se estaba creando un cráter de más del doble. Las vibraciones estaban levantando todo el terreno, arrancando un árbol cercano que salió volando varias decenas de metros.
De repente, con un último estallido, la energía contenida en sus ataques se desató por completo. La onda de choque final los lanzaría en direcciones opuestas, con una fuerza tan abrumadora que destrozó el terreno a su alrededor. Sin embargo antes de ocurrir esto bien merecería la escena que un tercero desde su casa, leyendo o viendo esto, dijera; ¿No está durando demasiado el momento?
Ningún puño cesaba, pero los daños naturales iban en aumento. Ragn saldría volando como un proyectil, atravesando el aire hasta impactar violentamente contra el suelo, creando una hondonada profunda donde aterrizó incrustándolo en el suelo. Intentó levantarse de inmediato, pero la cabeza le daba vueltas. La nariz le colgaba y la sangre salía a chorros por su boca. — ¡Porrr qué distrrraer! — Gritó, levantándose a duras penas.
La extremidad derecha de Ragn se volvería una auténtica locura. Ragn extendió su brazo cubierto de gas arsénico y haki, intensificado por las vibraciones que resonaban con una violencia incontrolable. Su puño iba envuelto en un aura morada que parecía arder, y cada vez que se movía, el aire a su alrededor temblaba como si fuera a partirse. Airgid, por su parte, respondía con la misma intensidad, enviando descargas de rayos desde sus manos que brillaban con una intensidad cegadora, como una tormenta eléctrica desatada. Los relámpagos azules chisporroteaban y se curvaban hacia el suelo, quemando y destruyendo todo a su paso. — ¡Me quiere distraer! — Pensó mientras avanzaba. No quiso darle mucha vuelta a lo mencionado por Airgid. ¡Estaba nublando la mente de Ragn! ¡mujer! — ¡¡Bujaogen!! — Vociferó con toda la rabia que tenía. Los dos puños impactaron donde deberían. La ofensiva de Ragn daría horizontalmente en el rostro de Airgid y el puñetazo devastador de la rubia destrozaría la nariz del vikingo. Lo que parecía una esfera de puto aire envolvió a los dos sujetos. Rayos comenzaron a desprenderse, seguramente debido a la akuma de Airgid. Rayos que se incrustaron en el terreno, abriéndolo como un melón. Incluso uno de ellos quemó de forma indiscriminada la pierna de Ragn, lo que paradógicamente solo hizo que el vikingo liberase un grito y presionara aún más. Estaban a dos metros sobre el suelo pero se estaba creando un cráter de más del doble. Las vibraciones estaban levantando todo el terreno, arrancando un árbol cercano que salió volando varias decenas de metros.
De repente, con un último estallido, la energía contenida en sus ataques se desató por completo. La onda de choque final los lanzaría en direcciones opuestas, con una fuerza tan abrumadora que destrozó el terreno a su alrededor. Sin embargo antes de ocurrir esto bien merecería la escena que un tercero desde su casa, leyendo o viendo esto, dijera; ¿No está durando demasiado el momento?
Ningún puño cesaba, pero los daños naturales iban en aumento. Ragn saldría volando como un proyectil, atravesando el aire hasta impactar violentamente contra el suelo, creando una hondonada profunda donde aterrizó incrustándolo en el suelo. Intentó levantarse de inmediato, pero la cabeza le daba vueltas. La nariz le colgaba y la sangre salía a chorros por su boca. — ¡Porrr qué distrrraer! — Gritó, levantándose a duras penas.