Galhard
Gal
15-10-2024, 11:49 PM
Galhard permanecía concentrado en el timón, guiando su barco hacia el enemigo mientras observaba el caos de la batalla desarrollarse a su alrededor. Sabía que la refriega sería intensa, pero el fragor de los cañones y la velocidad con la que sus compañeros actuaban le inspiraban una renovada determinación. El giro del timón dirigía el barco a encarar a la tartana enemiga más cercana, mientras que, a su alrededor, la valentía de sus camaradas brillaba en el mar agitado.
La llegada de refuerzos le había otorgado un pequeño respiro. Sin embargo, Galhard no tuvo mucho tiempo para impresionarse. En un destello cegador, la suboficial Sparrow había aparecido y se había lanzado al ataque con una velocidad que él no logró seguir del todo. Su desplazamiento era rápido, apenas visible a los ojos de alguien no acostumbrado a la velocidad de la recién llegada . Antes de que pudiera procesarlo completamente, una serie de explosiones resonaron en el aire, confirmándole que la mink ya había hecho impacto. El barco enemigo en el flanco derecho pareció detenerse momentáneamente, y un destello en la cubierta indicó que ella estaba haciendo su trabajo, asegurándose de que los piratas no tuvieran oportunidad de rearmarse.
A la izquierda, la acción se tornaba aún más caótica. La suboficial Anko, con sus tres katanas, ejecutaba un feroz ataque, avanzando contra la tripulación de la capitana Altagracia. La energía y el estilo que demostraba Anko arrancaron una sonrisa de aprobación a Galhard; era un despliegue de habilidad digno de los marines más curtidos. Lovecraft, con su ya conocido porte imponente, se lanzaba en medio de los enemigos, su técnica temible sacudía el barco y parecía destrozar cualquier vestigio de moral que los piratas aún pudieran tener.
Pero entonces, observó cómo la estructura de la tartana enemiga crujía y se debilitaba bajo el embate de Anko y Nagaki. La combinación de ataques estaba dejando al barco enemigo en un estado lamentable, y parecía que bastaría un golpe final para asegurarse de que esa embarcación no fuera más que restos flotando en el mar.
Galhard no dudó ni un segundo más. Con un movimiento firme, ordenó a sus marineros en cubierta preparar una salva de cañones. Un rápido vistazo a las posiciones de sus compañeros le indicó que todos estaban en rango seguro. Era el momento perfecto para lanzar un ataque contundente.
—¡Apuntad al casco de esa tartana! —gritó, señalando el barco que Anko y los demás estaban atacando —¡Aprovechad la apertura y disparad!—
Las balas de cañón se prepararon en los cañones laterales, y tras un instante que se sintió eterno, la orden fue cumplida. La salva de cañones salió disparada con una fuerza brutal hacia la tartana, ahora debilitada. Galhard observó atentamente mientras los proyectiles se dirigían hacia el blanco, buscando infligir el golpe final. Sabía que la tartana ya estaba herida y su estructura no resistiría mucho más, pero la salva de cañones le otorgaría el empujón definitivo hacia la destrucción total.
En la distancia, Galhard podía divisar a Cadmus en su forma híbrida, enfrentando a un hombre formidable con una enorme espada en la barca. Confiaba en la habilidad de su camarada pero se aseguró de no perder de vista a ninguno de sus compañeros. Estaba decidido a mantener el control de la situación y a apoyar a su equipo en cada momento de esta batalla y si debía disparar el cañón de proa contra la barca se aseguraría de que Cadmus lo pidiera antes o que el mismo o que no le perjudicase.
La llegada de refuerzos le había otorgado un pequeño respiro. Sin embargo, Galhard no tuvo mucho tiempo para impresionarse. En un destello cegador, la suboficial Sparrow había aparecido y se había lanzado al ataque con una velocidad que él no logró seguir del todo. Su desplazamiento era rápido, apenas visible a los ojos de alguien no acostumbrado a la velocidad de la recién llegada . Antes de que pudiera procesarlo completamente, una serie de explosiones resonaron en el aire, confirmándole que la mink ya había hecho impacto. El barco enemigo en el flanco derecho pareció detenerse momentáneamente, y un destello en la cubierta indicó que ella estaba haciendo su trabajo, asegurándose de que los piratas no tuvieran oportunidad de rearmarse.
A la izquierda, la acción se tornaba aún más caótica. La suboficial Anko, con sus tres katanas, ejecutaba un feroz ataque, avanzando contra la tripulación de la capitana Altagracia. La energía y el estilo que demostraba Anko arrancaron una sonrisa de aprobación a Galhard; era un despliegue de habilidad digno de los marines más curtidos. Lovecraft, con su ya conocido porte imponente, se lanzaba en medio de los enemigos, su técnica temible sacudía el barco y parecía destrozar cualquier vestigio de moral que los piratas aún pudieran tener.
Pero entonces, observó cómo la estructura de la tartana enemiga crujía y se debilitaba bajo el embate de Anko y Nagaki. La combinación de ataques estaba dejando al barco enemigo en un estado lamentable, y parecía que bastaría un golpe final para asegurarse de que esa embarcación no fuera más que restos flotando en el mar.
Galhard no dudó ni un segundo más. Con un movimiento firme, ordenó a sus marineros en cubierta preparar una salva de cañones. Un rápido vistazo a las posiciones de sus compañeros le indicó que todos estaban en rango seguro. Era el momento perfecto para lanzar un ataque contundente.
—¡Apuntad al casco de esa tartana! —gritó, señalando el barco que Anko y los demás estaban atacando —¡Aprovechad la apertura y disparad!—
Las balas de cañón se prepararon en los cañones laterales, y tras un instante que se sintió eterno, la orden fue cumplida. La salva de cañones salió disparada con una fuerza brutal hacia la tartana, ahora debilitada. Galhard observó atentamente mientras los proyectiles se dirigían hacia el blanco, buscando infligir el golpe final. Sabía que la tartana ya estaba herida y su estructura no resistiría mucho más, pero la salva de cañones le otorgaría el empujón definitivo hacia la destrucción total.
En la distancia, Galhard podía divisar a Cadmus en su forma híbrida, enfrentando a un hombre formidable con una enorme espada en la barca. Confiaba en la habilidad de su camarada pero se aseguró de no perder de vista a ninguno de sus compañeros. Estaba decidido a mantener el control de la situación y a apoyar a su equipo en cada momento de esta batalla y si debía disparar el cañón de proa contra la barca se aseguraría de que Cadmus lo pidiera antes o que el mismo o que no le perjudicase.