Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
16-10-2024, 06:36 AM
Mayura observó a Alpha con una ligera sonrisa mientras le escuchaba. El joven era directo, era algo que el Pavo Real del Océano apreciaba, esa franqueza refrescante que no se encontraba todos los días, especialmente en el mundo de los piratas, donde las palabras a menudo estaban tan cargadas de trampas y dobles intenciones como las armas que blandían. Pero Alpha no era así, al menos no en esta conversación, y eso, a su manera, le hacía más interesante.
— Atrevido, sí, podría serlo. — comenzó Mayura, inclinándose levemente hacia adelante, jugando con el borde de su copa de licor de melocotón. — Pero a veces, reclamar lo que uno cree que merece es la única manera de conseguirlo. — Sus palabras fueron suaves, casi como un susurro, pero no por ello menos firmes. — Sin embargo, no espero que otros simplemente me entreguen lo que busco. — agregó, sus ojos fijos en Alpha, leyendo la calma, la confianza en su postura. — Todos somos dueños de nuestra propia ambición, al final del día. Lo que decidas reclamar para ti, es tuyo. Lo que yo reclame, es mío. ¿O acaso no es así como cada pirata va acumulando un botín? — Aprovechando la pausa, el pirata continuó, dejando caer una verdad que hasta ahora había mantenido velada.
— Y en cuanto a lo que oculto... — dejó que su sonrisa se ampliara ligeramente, una chispa de misterio brillando en su mirada. — creo que está de más decirlo, no soy alguien que miente, pero si puedo ser hábil con las palabras. ¿Por qué no tratas de adivinarlo? — Mayura sabía que, con alguien como Alpha, no tenía que revelarlo todo de golpe. El misterio era una herramienta tan poderosa como cualquier arma, y esperaba utilizarlo para despertar más interés en su joven acompañante.
La conversación sobre la muerte, sin embargo, llevó la mente de Mayura un estado más reflexivo. — En eso estoy de acuerdo contigo. — asintió, aceptando la cruda realidad que Alpha planteaba. — Ante la muerte, somos iguales. No importa cuánto tengamos, cuánto logremos. La muerte nos arrastra a todos al mismo lugar. Pero, a diferencia de muchos, no me interesa llegar a ella bajo sus términos. La vida es un espectáculo, y yo elijo cuándo bajar el telón. — Pero el pirata no pudo evitar añadir su propia perspectiva, siempre dispuesto a darle su toque personal. — Aunque... — continuó, su voz ahora un poco más baja, casi como un murmullo — no puedo evitar pensar que, antes de que llegue ese momento, la manera en que vivimos nuestras vidas, las decisiones que tomamos... esas son las huellas que dejamos. No para ser recordados por otros, tal vez, sino para asegurarnos de que cuando llegue el final, lo enfrentemos sin remordimientos. — El tono de Mayura era diferente ahora, más introspectivo, mientras dejaba que sus palabras flotaran en el aire por un momento antes de volver a levantar la mirada hacia Alpha.
— Por lo que puedo notar, también te importa más el camino que el destino. Aunque, debo decir, tu manera de ver el mundo tiene algo de... pureza. Algo que, debo admitir, es admirable. — comentó con una sonrisa, reconociendo desde su perspectiva la psicología de su acompañante. — Sin embargo, yo, necesito algo más. Tal vez sea la incertidumbre la que me impulsa, como dices. Tal vez siempre esté buscando algo que aún no sé cómo describir o… — se inclinó hacia Alpha con su copa de licor de melocotón en mano con un tono nuevamente melódico y cautivador. — simplemente quiero disfrutar de hacer lo que me plazca cuando me plazca. Supongo que en eso también estamos de acuerdo, Alpha. — aquellas últimas palabras como un susurro seductor que buscaba terminar de llamar la atención de Alpha mientras alzaba su copa hacia él. — ¿Salud? Vamos, Alpha. Incluso los piratas más fieros saben cuándo relajar las armas y levantar una copa. No te preocupes... No es una trampa, o al menos, no por ahora. — le invitaba a brindar manteniendo su copa en el aire hasta que su acompañante decidiera corresponderle, aunque no lo esperaría para siempre.
Mayura se quedó en silencio por un momento, saboreando el ambiente. Sabía que este encuentro, aunque casual, tenía el potencial de llevarlos a algo más grande. Ambos eran piratas, y aunque sus caminos podían parecer distintos en la superficie, había un entendimiento mutuo entre ellos. Cada uno tenía sus propios demonios, sus propias metas, pero tal vez, por ahora, compartirían un pequeño tramo del camino. Aunque en apariencia ligera, había sido un intercambio de voluntades, una danza de palabras entre dos piratas que sabían que su vida estaba definida por el riesgo y la incertidumbre, pero también por la ambición y la búsqueda de algo más allá de lo mundano.
— Atrevido, sí, podría serlo. — comenzó Mayura, inclinándose levemente hacia adelante, jugando con el borde de su copa de licor de melocotón. — Pero a veces, reclamar lo que uno cree que merece es la única manera de conseguirlo. — Sus palabras fueron suaves, casi como un susurro, pero no por ello menos firmes. — Sin embargo, no espero que otros simplemente me entreguen lo que busco. — agregó, sus ojos fijos en Alpha, leyendo la calma, la confianza en su postura. — Todos somos dueños de nuestra propia ambición, al final del día. Lo que decidas reclamar para ti, es tuyo. Lo que yo reclame, es mío. ¿O acaso no es así como cada pirata va acumulando un botín? — Aprovechando la pausa, el pirata continuó, dejando caer una verdad que hasta ahora había mantenido velada.
— Y en cuanto a lo que oculto... — dejó que su sonrisa se ampliara ligeramente, una chispa de misterio brillando en su mirada. — creo que está de más decirlo, no soy alguien que miente, pero si puedo ser hábil con las palabras. ¿Por qué no tratas de adivinarlo? — Mayura sabía que, con alguien como Alpha, no tenía que revelarlo todo de golpe. El misterio era una herramienta tan poderosa como cualquier arma, y esperaba utilizarlo para despertar más interés en su joven acompañante.
La conversación sobre la muerte, sin embargo, llevó la mente de Mayura un estado más reflexivo. — En eso estoy de acuerdo contigo. — asintió, aceptando la cruda realidad que Alpha planteaba. — Ante la muerte, somos iguales. No importa cuánto tengamos, cuánto logremos. La muerte nos arrastra a todos al mismo lugar. Pero, a diferencia de muchos, no me interesa llegar a ella bajo sus términos. La vida es un espectáculo, y yo elijo cuándo bajar el telón. — Pero el pirata no pudo evitar añadir su propia perspectiva, siempre dispuesto a darle su toque personal. — Aunque... — continuó, su voz ahora un poco más baja, casi como un murmullo — no puedo evitar pensar que, antes de que llegue ese momento, la manera en que vivimos nuestras vidas, las decisiones que tomamos... esas son las huellas que dejamos. No para ser recordados por otros, tal vez, sino para asegurarnos de que cuando llegue el final, lo enfrentemos sin remordimientos. — El tono de Mayura era diferente ahora, más introspectivo, mientras dejaba que sus palabras flotaran en el aire por un momento antes de volver a levantar la mirada hacia Alpha.
— Por lo que puedo notar, también te importa más el camino que el destino. Aunque, debo decir, tu manera de ver el mundo tiene algo de... pureza. Algo que, debo admitir, es admirable. — comentó con una sonrisa, reconociendo desde su perspectiva la psicología de su acompañante. — Sin embargo, yo, necesito algo más. Tal vez sea la incertidumbre la que me impulsa, como dices. Tal vez siempre esté buscando algo que aún no sé cómo describir o… — se inclinó hacia Alpha con su copa de licor de melocotón en mano con un tono nuevamente melódico y cautivador. — simplemente quiero disfrutar de hacer lo que me plazca cuando me plazca. Supongo que en eso también estamos de acuerdo, Alpha. — aquellas últimas palabras como un susurro seductor que buscaba terminar de llamar la atención de Alpha mientras alzaba su copa hacia él. — ¿Salud? Vamos, Alpha. Incluso los piratas más fieros saben cuándo relajar las armas y levantar una copa. No te preocupes... No es una trampa, o al menos, no por ahora. — le invitaba a brindar manteniendo su copa en el aire hasta que su acompañante decidiera corresponderle, aunque no lo esperaría para siempre.
Mayura se quedó en silencio por un momento, saboreando el ambiente. Sabía que este encuentro, aunque casual, tenía el potencial de llevarlos a algo más grande. Ambos eran piratas, y aunque sus caminos podían parecer distintos en la superficie, había un entendimiento mutuo entre ellos. Cada uno tenía sus propios demonios, sus propias metas, pero tal vez, por ahora, compartirían un pequeño tramo del camino. Aunque en apariencia ligera, había sido un intercambio de voluntades, una danza de palabras entre dos piratas que sabían que su vida estaba definida por el riesgo y la incertidumbre, pero también por la ambición y la búsqueda de algo más allá de lo mundano.