Asradi
Völva
17-10-2024, 01:16 AM
Sentir.
Esa palabra que, durante tantos años, se le había estado prohibida, ahora brotaba de los labios contrarios con tanta fluidez y naturalidad que casi le parecía un espejismo. Una palabra que, a pesar de todo, creía que no tenía derecho a, irónicamente, sentir. Por otro lado, el notar que le había hecho pasar un mal trago a Alistair y, probablemente, hacerle recordar cosas que seguramente no deseaba, le provocaba una punzada más de culpabilidad. Era irónico porque no le conocía de nada, más allá de hacía unos momentos, como quien dice. Y el muchacho había empatizado tanto con ella, con tan solo un gesto y una mirada que casi parecía que estuviese en un sueño. Uno un poco confuso pero del que también tenía miedo despertarse. Su situación era complicada. La marca en su espalda, que solo el lunarian había visto hasta ahora, le impedía continuar avanzando de alguna manera. Porque era como un lastre. No había logrado, todavía, superar aquello. Todavía era una herida reciente, demasiado reciente que no era capaz de curar, por mucho esfuerzo que le pusiese. Temía que jamás sanase.
Y, aún así, los intentos de Alistair por animarle, aunque le arrancaron una suave sonrisa, no eran del todo fructíferos. Todavía ese deje de nostalgia trémula se apoderaba de lo más profundo de su ser.
— Gracias por entenderme. Así como también te agradezco el cuidado. — Murmuró, dedicándola una muy pequeña sonrisa al varón que, ahora, extendía los brazos en aquel ofrecimiento.
La sirena dudó unos momentos, no era muy dada a ese tipo de gestos con alguien que no conocía. E incluso tampoco con los que sí conocía. Desde hacía años que un abrazo sincero era todo un reto para ella. Solo con Octojin le habían nacido en momentos similares de necesidad. Notaba, de todas maneras, el intento de Alistair por animarle. Y tampoco se lo quería echar del todo por tierra. Así que lo que hizo fue acortar distancias y tomar aquellas manos de él en agradecimiento, estrechándolas en un gesto sentido. No era un abrazo, eso era obvio, pero era la manera que ella tenía, ahora mismo de agradecerle por lo que había hecho. Y por lo que le estaba ayudando ahora.
Asradi se obligó a tomar aire, a tranquilizarse. A apartar esa mala sensación por unos momentos. No podía permitirse ser vulnerable. No todavía. Acarició, suavemente, los dorsos de cada mano de Alistair con sus propios dedos, ahora mirándole a los ojos. Le costó al principio, todavía los tenía brillantes y algo acuosos debido a las lágrimas que no había podido contener hacía un rato. Pero no quería estar así. No delante de aquel animado lunarian.
— No te preocupes, estaré bien. — Siempre estaba bien, a pesar de que, en muchas ocasiones, aquello tan solo fuese una máscara con la que poder evadirse de aquello que la perseguía. Soltó lentamente las manos de Alistair y le dió un abrazo. No quizás el que el chico había querido iniciar al principio, sino más bien uno corto, igual de agradecido, pero que tampoco duró demasiado.
En cierto sentido, estaba tranquila en el aspecto de que, en su fuero interno, sabía que Alistair no le contaría a nadie aquel secreto que ella volvía a esconder tras las prendas que, nuevamente, cubrían su espalda. Tras aquel momento plagado de emociones, Asradi suspiró, volviendo a tomar asiento. Como si todo su cuerpo se hubiese aflojado de alguna forma.
— De todas maneras, es cansado estar siempre huyendo por culpa de esto. No puedo pasar demasiado tiempo en un lugar sin tener miedo a que me puedan encontrar. — Y, con ello, no poder formar lazos profundos con la gente que se encontraba, al tener que partir relativamente pronto.
Movió un poco la punta de su cola, la aleta caudal más concretamente.
— Y, aún así, quiero creer que tiene que haber gente que pueda cambiar el mundo. O, al menos, luchar contra este tipo de situaciones. — De esas injusticias.
Esa palabra que, durante tantos años, se le había estado prohibida, ahora brotaba de los labios contrarios con tanta fluidez y naturalidad que casi le parecía un espejismo. Una palabra que, a pesar de todo, creía que no tenía derecho a, irónicamente, sentir. Por otro lado, el notar que le había hecho pasar un mal trago a Alistair y, probablemente, hacerle recordar cosas que seguramente no deseaba, le provocaba una punzada más de culpabilidad. Era irónico porque no le conocía de nada, más allá de hacía unos momentos, como quien dice. Y el muchacho había empatizado tanto con ella, con tan solo un gesto y una mirada que casi parecía que estuviese en un sueño. Uno un poco confuso pero del que también tenía miedo despertarse. Su situación era complicada. La marca en su espalda, que solo el lunarian había visto hasta ahora, le impedía continuar avanzando de alguna manera. Porque era como un lastre. No había logrado, todavía, superar aquello. Todavía era una herida reciente, demasiado reciente que no era capaz de curar, por mucho esfuerzo que le pusiese. Temía que jamás sanase.
Y, aún así, los intentos de Alistair por animarle, aunque le arrancaron una suave sonrisa, no eran del todo fructíferos. Todavía ese deje de nostalgia trémula se apoderaba de lo más profundo de su ser.
— Gracias por entenderme. Así como también te agradezco el cuidado. — Murmuró, dedicándola una muy pequeña sonrisa al varón que, ahora, extendía los brazos en aquel ofrecimiento.
La sirena dudó unos momentos, no era muy dada a ese tipo de gestos con alguien que no conocía. E incluso tampoco con los que sí conocía. Desde hacía años que un abrazo sincero era todo un reto para ella. Solo con Octojin le habían nacido en momentos similares de necesidad. Notaba, de todas maneras, el intento de Alistair por animarle. Y tampoco se lo quería echar del todo por tierra. Así que lo que hizo fue acortar distancias y tomar aquellas manos de él en agradecimiento, estrechándolas en un gesto sentido. No era un abrazo, eso era obvio, pero era la manera que ella tenía, ahora mismo de agradecerle por lo que había hecho. Y por lo que le estaba ayudando ahora.
Asradi se obligó a tomar aire, a tranquilizarse. A apartar esa mala sensación por unos momentos. No podía permitirse ser vulnerable. No todavía. Acarició, suavemente, los dorsos de cada mano de Alistair con sus propios dedos, ahora mirándole a los ojos. Le costó al principio, todavía los tenía brillantes y algo acuosos debido a las lágrimas que no había podido contener hacía un rato. Pero no quería estar así. No delante de aquel animado lunarian.
— No te preocupes, estaré bien. — Siempre estaba bien, a pesar de que, en muchas ocasiones, aquello tan solo fuese una máscara con la que poder evadirse de aquello que la perseguía. Soltó lentamente las manos de Alistair y le dió un abrazo. No quizás el que el chico había querido iniciar al principio, sino más bien uno corto, igual de agradecido, pero que tampoco duró demasiado.
En cierto sentido, estaba tranquila en el aspecto de que, en su fuero interno, sabía que Alistair no le contaría a nadie aquel secreto que ella volvía a esconder tras las prendas que, nuevamente, cubrían su espalda. Tras aquel momento plagado de emociones, Asradi suspiró, volviendo a tomar asiento. Como si todo su cuerpo se hubiese aflojado de alguna forma.
— De todas maneras, es cansado estar siempre huyendo por culpa de esto. No puedo pasar demasiado tiempo en un lugar sin tener miedo a que me puedan encontrar. — Y, con ello, no poder formar lazos profundos con la gente que se encontraba, al tener que partir relativamente pronto.
Movió un poco la punta de su cola, la aleta caudal más concretamente.
— Y, aún así, quiero creer que tiene que haber gente que pueda cambiar el mundo. O, al menos, luchar contra este tipo de situaciones. — De esas injusticias.