Anmitsu Uguisu
Mitsu- Silencio Nocturno
01-08-2024, 04:11 AM
Mitsu, la joven jujin, observaba la escena ante ella con una mezcla de incredulidad y emoción. Durante años, había anhelado este momento, pero nunca se había atrevido a imaginar que su hermana Anko, con su mirada empática y cálida, la invitaría a derribar la barrera que había crecido entre ellas, una muralla erigida por su padre Koshiro. Las lágrimas que escurrían por sus mejillas no eran solo de tristeza por el tiempo perdido, sino también de una profunda felicidad, de un alivio que se había ido acumulando durante tiempo, como un río que finalmente encontraba su cauce. Al ver a Anko sonreír, esa sonrisa que brillaba incluso en la penumbra iluminada por las velas, Mitsu sintió que su corazón latía más rápido, como si, por fin, estuviera encontrando su lugar en el mundo.
La risa ligera de Anko resonaba en sus oídos, una melodía que la llenaba de calidez. En un momento de nerviosismo, Mitsu se limpió las lágrimas, un gesto automático que la hacía sentir un poco más en control. La broma de su hermana se deslizó suavemente hacia su corazón, sacando una risita nerviosa de sus labios. - No soy llorona... solo estoy emocionada... Nyan- musitó haciendo un pequeño puchero, sus palabras entrecortadas por un pequeño sollozo que no podía sosegar. A pesar de su timidez, había en su voz un destello de determinación. Finalmente, su corazón se había abierto y le permitía ser sincera.
- ¿Ahora?... Nyan- repitió Mitsu, y, aunque la pregunta era simple, en realidad resonaba con profundidades inquebrantables. En esos breves instantes de silencio, Mitsu sintió el peso de su propia historia, de las experiencias que había vivido en la soledad, de los recuerdos que le habían dejado cicatrices invisibles. Pero ahora, en esta luz tenue, ella quería ser más que solo una sombra de su antigua vida. El error de mantenerse alejada de su hermana por tanto tiempo se transformaba en un nuevo compromiso, una promesa de que no volvería a separarse.
Cuando Anko mencionó su entrenamiento con la katana, Mitsu sintió que el aire se llenaba de entusiasmo. La pasión de su hermana era contagiosa; se podía ver cómo sus ojos brillaban al hablar de su entrenamiento, y eso hizo que Mitsu se sintiera también interesada, quizás incluso curiosa. - No, no conozco a Renjiro... Nyan- respondía, dejando que esas palabras emergieran con un ligero murmuro, - Las personas que he conocido han sido pocas y por lo general... quien me da ordenes es... ya sabes... Nyan- sus orejas de gato, y su mirada en general, decaerían un poco... sintiendo que su propio interés despertaba. La chica gato había admirado secretamente la habilidad de las espadas desde la distancia, encontrando belleza en su diseño, en los movimientos fluidos que daba la gente que las empuñaba. Algo dentro de ella anhelaba poder empuñar una, aunque la idea de hacerlo despierta temor. Sin embargo, lo que más le importaba era entender y compartir la vida de su hermana.
- Me encanta escuchar sobre ti, Anko... Nyan- prosiguió Mitsu con un tono tímido pero cada vez más confiado. - Yo, bueno... normal... Nyan...- se sonrojó, sintiéndose un poco tonta ante la expectativa de una respuesta increíble. - Paso el tiempo libre dedicando mis días a ya sabes... ser una Marine Nyan... y a visitar una pequeña dulcería que ha abierto hace un par de días... Nyan. A veces ayudo y hago dulces o golosinas, me encanta ver cómo los rostros de los niños se iluminan cuando prueban algo nuevo... Nyan. Su felicidad es... contagiosa... Nyan, También... participo en pequeñas misiones de espionaje y recolección de información... Nyan- tomó un respiro profundo, buscando la conexión entre lo que estaba diciendo y lo que sentía al vivirlo. El pequeño mundo que había creado era simple, pero le traía paz.
A medida que continuaban su conversación, el ambiente entre ellas se llenaba de una energía un tanto única. Mitsu se dejaba llevar por la música del momento, pues en algún momento comenzó una melodía a escucharse por la taberna. - Que bonita música... Nyan- sus orejas danzaban de un lado al otro con la melodía a la par que su cuerpo se movía ligeramente de un lado a otro al compas de la música. Ambos mundos, tan diferentes pero igualmente hermosos, comenzaron a entrelazarse, estableciendo un puente que había sido construido por la honestidad y la vulnerabilidad compartida. A pesar de sus diferentes caminos, la pasión por crear, ya fuera con dulces o con espadas, le recordaba que la vida estaba llena de posibilidades y que el reencuentro no solo era físico, sino una celebración de todo lo que podrían construir juntas.
Mientras la noche avanzaba, Mitsu sintió una seguridad que no había sentido en años. La niña a la que le daban miedo las arañas y que a menudo lloraba por lo abrumador de la vida ahora podía mirar hacia adelante, hombro a hombro con su hermana. Por primera vez, se vio a sí misma como una parte integral de un todo más grande...