Atlas
Nowhere | Fénix
17-10-2024, 02:31 PM
Pues sí que estaba tensa la cosa, sí. El tipo trajeado número dos —o mejor trajeado, como se le quisiera llamas— había entrado hecho un basilisco para sorprender al tipo trajeado número uno —peor trajeado— con las manos en la masa. Mejor dicho: le había pillado con la masa sin hacer, el horno apagado y echando una cabezada en el mostrador.
Allí sentado, asistí atónito a la bronca monumental que Mejor Trajeado le echó a Peor Trajeado, que, según parecía a raíz de cómo se estaba desarrollando la conversación, no había hecho demasiado bien su trabajo. Casi pude verme en él, intentando librarse de a saber qué molesto encargo, y a Shawn en Mejor Trajeado, persiguiéndome allí donde fuese necesario para arrastrarme de vuelta al cuartel y aplicarme el castigo apropiado.
Bueno, yo al menos intentaba disimular. Los aviones de papel, el molusco que se movía en la delgada línea entre el sueño y la vigilia y la foto... Por cierto, ¿y la foto? Me levanté de mi asiento con cautela, sin hacer ruido, para intentar verla desde lejos. Ojos cerrados, claro.
—Esa foto no me va a valer —dije distraídamente al tiempo que, habiendo salido ya Mejor Trajeado, me levantaba, cogía uno de los aviones de papel de la boca del caracol, lo desplegaba y se lo daba a Peor Trajeado por si rompía a llorar y se quería sonar los mocos—, pero me parece que no es el momento. ¿Dónde se supone que está ese Bym el Bardo?
No sabía quién era Bym el Bardo y, a decir verdad, me daba igual. Si el Gobierno Mundial quería con tanto ahínco una fotografía suya, interesarme por él en demasía sólo me podía traer problemas. No, más bien era una pregunta de cortesía con la que esperaba —seguramente en vano— que aquel tipo me hiciese una foto en condiciones para solucionar mi problemilla burocrático. No era tanto pedir en realidad, pero, como ocurre en la vida con todas las cosas que en teoría son sencillas, algo me decía que habría algún problema.
—Por cierto, vaya imbécil este tío, ¿no? —añadí en voz algo más baja mientras miraba a la puerta por la que se había marchado, que ya volvía a ser golpeada por alguien con prisa. Desde luego, daban ganas de darle una patada y que quien estuviese al otro lado quedase aplastado bajo la misma—. Y no te preocupes, creo que es más de mierda para ti que para mí —añadí, sopesando al mismo tiempo la posibilidad de que en realidad hubiese compartido su lamento con el caracol y no conmigo—. Estoy acostumbrado a que vengan a gritarme por cosas como ésta. Normalmente con que hagas algo mejor que lo que hiciste antes y que medio dé el pego es suficiente. A lo mejor puedes cazar de lejos ese Bym y ya está, ¿no?
Allí sentado, asistí atónito a la bronca monumental que Mejor Trajeado le echó a Peor Trajeado, que, según parecía a raíz de cómo se estaba desarrollando la conversación, no había hecho demasiado bien su trabajo. Casi pude verme en él, intentando librarse de a saber qué molesto encargo, y a Shawn en Mejor Trajeado, persiguiéndome allí donde fuese necesario para arrastrarme de vuelta al cuartel y aplicarme el castigo apropiado.
Bueno, yo al menos intentaba disimular. Los aviones de papel, el molusco que se movía en la delgada línea entre el sueño y la vigilia y la foto... Por cierto, ¿y la foto? Me levanté de mi asiento con cautela, sin hacer ruido, para intentar verla desde lejos. Ojos cerrados, claro.
—Esa foto no me va a valer —dije distraídamente al tiempo que, habiendo salido ya Mejor Trajeado, me levantaba, cogía uno de los aviones de papel de la boca del caracol, lo desplegaba y se lo daba a Peor Trajeado por si rompía a llorar y se quería sonar los mocos—, pero me parece que no es el momento. ¿Dónde se supone que está ese Bym el Bardo?
No sabía quién era Bym el Bardo y, a decir verdad, me daba igual. Si el Gobierno Mundial quería con tanto ahínco una fotografía suya, interesarme por él en demasía sólo me podía traer problemas. No, más bien era una pregunta de cortesía con la que esperaba —seguramente en vano— que aquel tipo me hiciese una foto en condiciones para solucionar mi problemilla burocrático. No era tanto pedir en realidad, pero, como ocurre en la vida con todas las cosas que en teoría son sencillas, algo me decía que habría algún problema.
—Por cierto, vaya imbécil este tío, ¿no? —añadí en voz algo más baja mientras miraba a la puerta por la que se había marchado, que ya volvía a ser golpeada por alguien con prisa. Desde luego, daban ganas de darle una patada y que quien estuviese al otro lado quedase aplastado bajo la misma—. Y no te preocupes, creo que es más de mierda para ti que para mí —añadí, sopesando al mismo tiempo la posibilidad de que en realidad hubiese compartido su lamento con el caracol y no conmigo—. Estoy acostumbrado a que vengan a gritarme por cosas como ésta. Normalmente con que hagas algo mejor que lo que hiciste antes y que medio dé el pego es suficiente. A lo mejor puedes cazar de lejos ese Bym y ya está, ¿no?