Lemon Stone
MVP
17-10-2024, 05:27 PM
Cuando Aletas le preguntó por sus preferencias adoptó una postura pensativa, reflexiva, la de alguien que se toma en serio las decisiones fundamentales de la vida, decisiones como elegir un nombre encubierto. Siempre había dado sobrenombres útiles, buenos, revolucionarios. Castor, Canguro, Aletas, Perrito, Sonrisas, Latas… Sin embargo, a él nadie le había dado nada. ¿Tenía que solicitar el nombre encubierto al Departamento de Misiones Encubiertas y Relaciones Sociales? De ser así, nadie le había informado nada. Cuando llegara a Comandante Supremo de la Armada eliminaría tanta burocracia y reduciría el número de Departamentos a la mitad, y fomentaría el sindicalismo.
-No hay mejor momento que el ahora para hacer las cosas -le dijo a Aletas-. ¡Vamos! ¿Prefieres que vaya yo arriba y tú abajo, o yo abajo y tú arriba? A mí me da igual mientras me sostengas para que no me hunda.
-Pues no tengo ninguno -respondió con sinceridad-, y las leyes universales sentencian que no puedo autobautizarme con un nombre encubierto. Así que llámame como tú quieras.
Más tarde, Aletas mencionó algo cuanto menos interesante: aseguraba que Lemon había comido una Fruta del Diablo. Pero qué tonta, ¿en serio creía en esas cosas? Solo los marineros y los ignorantes creen en poderes sobrenaturales, en frutas sacadas de algún árbol que otorgan bendiciones y maldiciones, en… Espera, ¿y si era verdad todo lo que había escuchado? Imposible. No, no podía ser…
-¡¿Entonces estoy maldito?! ¡¿Tengo a un demonio en mi interior?! ¡¿He sido analmente ultrajado?! -preguntó, levantándose de golpe de la toalla de playa e inspeccionando con sus manos la parte trasera de su cuerpo, específicamente el ano-. Pues parece estar bien… Vaya susto me has dado. Eres bastante buena con las bromas, ¿eh?
Luego, volvió a guardar silencio hasta que se le ocurrió una maravillosa idea para surfear.
Las manos de la sirena eran suaves como nubes esponjosas, y el rubor en sus mejillas había provocado un brote de ternura dentro de Lemon. Por un momento, sintió que había mirado algo más que solo un par de ojos hermosos y profundos, sintió que había mirado la promesa de que por fin volvería a surfear, ya no en una tabla, si no en una sirena.
Sostuvo con más intensidad las manos de Aletas cuando dio la respuesta positiva, cuando dio la respuesta que había estado esperando con tanta ansiedad. Como el tipo apasionado que era, presa de sus impulsos y la emoción, soltó las manos de Aletas y la rodeó con sus brazos para darle un cálido abrazo de agradecimiento, acercándola a su pecho con una sutil mezcla entre fuerza y cuidado.
-¡Eres la mejor sirena que he conocido en mi vida! Aunque es cierto que no he conocido a ninguna otra… ¡Pero eres la mejor! -afirmó con convicción y entonces rompió el abrazo, separándose de ella-. Creo que podría pasar todos los días de mi vida contigo. Estoy maldito, no puedo meterme al agua, pero me gusta mucho. Me encanta el surf, de hecho, pensé en montar un negocio de tablas de surf veganas, pero al final me uní al Ejército Revolucionario. -Lemon pestañeó un par de veces. La había cagado. ¡Se suponía que no debía decir eso!-. Ups, la he cagado -reconoció-, ¿puedes olvidar esto último que te dije?
Asumiendo que Aletas era olvidadiza y que no prestaba atención a los detalles, pues de algún lado debió de salir la frase “memoria de pez”, se levantó de la toalla y miró el mar.