Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
[Común] ¡Bienvenida a... la brigada de los bichos raros!
Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
Durante los dos o tres minutos que le tocó esperar, Camille empezó a cavilar sobre las características que habrían hecho destacar a la nueva recluta. Como venimos diciendo, que le hubieran asignado como brigada la L-42 podía significar muchas cosas. No todas buenas, pero tampoco malas. Ovejas descarriadas; individuos que no se adaptaban a la norma social; marines con un potencial prometedor que no terminaban de encontrar una motivación acorde a su nivel... o, simplemente, rarezas entre las filas de la Marina. Como mínimo no debía ser muy normal y eso, por otro lado, tampoco tenía por qué ser malo. Ser diferente tan solo te hacía eso: distinto.

A medida que el tiempo pasaba, la oni empezaba a impacientarse un poco. Su curiosidad llegó al pico más alto en el momento en que comenzó a escuchar los pasos aproximándose a la puerta. Esta se abrió, pasando a continuación Roran y quien dedujo que sería Alexandra. Parpadeó un par de vez, con su mirada de rubí fija en la recién llegada. No necesitó más que un primer vistazo para entenderlo todo. No era para nada como se la esperaba, aunque quizá eso fuera lo único que podía esperarse en realidad. Era menuda, mucho más que Masao o que cualquier otro humano al que hubiera visto antes. Roran no era un portento, pero incluso él le sacaba un buen trecho a la recluta. Debía medir a ojo poco más de metro y medio, pero su estatura no era lo que más llamaba la atención. No era humana, o al menos no del todo humana. Sus facciones sí que lo parecían, quizá más cercanas a las suyas propias o a las de cualquier otra persona. Sin embargo, había en ella rasgos que le transmitían una relación con los de Octojin; en concreto esa suerte de aleta dorsal que sobresalía de su cabeza. ¿Mitad humana y mitad gyojin, tal vez? «Aunque Octo es muchísimo más grande que ella».

Camille no terminó de salir de su asombro hasta que la muchacha se cuadró frente a la mesa, ejecutando —o intentándolo— el saludo protocolario. Le hizo un gesto con la mano para que descansase.

—Bienvenida al G-31, Alexandra. Yo soy la suboficial Camille Montpellier —saludó y se presentó de vuelta, con un gesto sosegado que tal vez no cuadrase con la actitud que debía mostrar un superior con sus subordinados. De todos modos, ¿a quién le importaba eso? Le dedicó una sonrisa amable—. Aunque quizá sería mejor darte la bienvenida a la Logue-42. —Sus ojos la recorrieron de manera analítica en un rápido vistazo de arriba hacia abajo—. Creo que encajarás bien con nosotros. ¿Te han destinado desde otra base o vienes de otra isla? No me suena haberte visto antes por Loguetown.

No lo decía porque conociese a todo hijo de vecino de la isla, sino porque estaba segura de que una persona como ella no habría pasado desapercibida. No para alguien que había crecido toda su vida en Loguetown. Le dejó tiempo para que le contestase antes de seguir, fijándose en la bolsa con la que había entrado al despacho.

—Supongo que te acaban de entregar el uniforme. ¿No te han dado tiempo para cambiarte? 

Aunque, a decir verdad, aquella bolsa abultaba demasiado para contener el uniforme de una persona tan bajita. Camille extendió el brazo para señalar hacia afuera, haciendo un gesto al lateral.

—Fuera hay unos vestuarios. No los compartimos con el resto del barracón, así que siéntete libre de cambiarte allí. Por lo que veo tampoco te han entregado ningún arma reglamentaria, así que supongo que mucho menos te habrán explicado nada de cómo funcionamos aquí. ¿Me equivoco? —Ensanchó un poco la sonrisa—. No te preocupes, los primeros días son un caos, pero te prometo que te acostumbrarás.
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Mensajes en este tema
Primer día! - por Alexandra - 15-10-2024, 08:29 PM
RE: ¡Bienvenida a... la brigada de los bichos raros! - por Camille Montpellier - 17-10-2024, 05:36 PM

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