Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
17-10-2024, 10:44 PM
El histriónico pirata, siempre delicado en sus gestos, observó a la Oni mientras sus palabras golpeaban como martillazos contra su idealismo. No podía negar que había verdad en lo que decía; la crudeza de sus experiencias contrastaba fuertemente con el enfoque más filosófico del elegante pirata. Sin embargo, Mayura no se dejó intimidar. Sabía que el mundo no era un lugar justo, pero también entendía que en esa injusticia había espacio para el arte de la manipulación, la sutileza y, por supuesto, la supervivencia.
Cuando Sowon cuestionó su visión de la muerte como una herramienta, el Pavo Real del Océano se quedó en silencio por unos instantes, tomando el tiempo para reflexionar antes de responder. La crudeza con la que ella describía el ciclo de la vida era innegable, pero él siempre había creído que, aunque el destino final era el mismo para todos, la manera en la que uno llegaba a ese destino marcaba la diferencia.
— No, el mundo ciertamente no es tan ideal como me gustaría pintarlo. — inició, con un tono más reflexivo esta vez. — Pero, querida Sowon, no pretendo que mis ideas cambien la naturaleza del mundo. Simplemente las prefiero como una manera de mantener cierta... distancia. Después de todo, vivos valen más, si escapan, significa que podemos volver a cobrar su recompensa. — Sus palabras, aunque suaves, no eran menos firmes. El elegante Pavo Real del Océano no iba a ceder ante la cruda realidad de la Oni tan fácilmente.
La broma de Sowon sobre cortar su mano lo hizo sonreír, más que por risa, por preocupación, el temperamento de su compañera se notaba impredecible a leguas y no pretendía conocer su lado no amigabe. Esa risa estruendosa que la guerrera soltó mientras se ofrecía como una caja fuerte improvisada era la mezcla perfecta de amenaza y humor que Mayura encontraba intrigante en ella. A pesar de su naturaleza brutal y directa, había algo fascinante en su compañía. Lejos de sentirse insultado o desanimado, el pavo real del océano se inclinó levemente, manteniendo el tono juguetón que lo caracterizaba.
— Lo tendré en cuenta, aunque me esforzaré en mantener mis manos donde deben estar, no quisiera perder ninguna de ellas tan pronto. — replicó, dejando entrever su astucia para maniobrar entre las constantes fluctuaciones de humor de la Oni.
Sowon habló de sus sueños con una franqueza que el pirata encontraba poco común, el pirata notaba cierta resignación hacia la idea de buscar algo más allá de su misión de vida. Para Mayura, sin embargo, los sueños eran como había dicho antes, la esencia que le permitía seguir adelante, y la chispa que encendía su deseo de grandeza.
Cuando la camarera les trajo el menú, el pirata no pudo evitar notar el cambio en la actitud de la joven ante la presencia de Sowon. Era algo comprensible, pues la intimidante figura de la guerrera no pasaba desapercibida. Mayura, sin embargo, se limitó a sonreír de manera tranquilizadora a la joven mientras pedía un vino ligero para acompañar su comida. Cuando la conversación volvió a los sueños, el pavo real del océano supo que debía dar una respuesta honesta. — Un sueño... — repitió, dejando que las palabras flotaran en el aire antes de continuar, ya sentados en el relajado ambiente de la taberna.
— Mi sueño no es simplemente lavar mi túnica o manipular a otros, como sugieres. — dijo con una sonrisa antes de volverse completamente serio. Mayura, ahora con sus ojos encontrándose con los de Sowon con una seriedad que rara vez mostraba. — Mi sueño, querida, es dominar el escenario más grande de todos: el océano. Es ser libre, completamente libre, para hacer lo que me plazca, cuando me plazca. Y en ese proceso, dejar mi nombre grabado en el mundo, como una marca que ni el tiempo ni la muerte puedan borrar. Eso, querida Sowon, es lo que persigo... — Su tono era suave, pero había una determinación en sus palabras que dejaba claro que no se trataba de una simple ambición pasajera, pues, dominar el océano para él no era solo una ambición, sino la única manera de liberarse de las cadenas invisibles que otros se esforzaban por ponerle. El océano, vasto y sin dueño, era el único escenario donde su vida sería suya, sin limitaciones ni reglas inextrañables de la nobleza.
Sabía que no iba a convencer a Sowon de adoptar su filosofía de vida, pero tampoco estaba allí para cambiarla. — Aunque, claro, reconozco que los sueños son algo personal. No espero que el mío tenga sentido para todos, pero es lo que me impulsa. Y tú, Sowon, tal vez aún no lo sepas, pero te aseguro que encontrarás algo que haga que todo este ciclo, como lo llamas, tenga un significado. — Su voz se volvió más suave, menos cargada de la habitual burla que usaba para distraer o confundir. Esta vez, Mayura hablaba desde su propia experiencia, su propio deseo, sus propios colores. Así mismo, su mirada se mantuvo firme hacia los ojos de la gigante, sabiendo que este era el tipo de respuesta que ella buscaba, esperando con suerte que dibujara un semblante de aceptación en su rostro. Despues de todo, sentía intriga por esta oni, estaba decidido a ganarsela como compañera.
Cuando Sowon cuestionó su visión de la muerte como una herramienta, el Pavo Real del Océano se quedó en silencio por unos instantes, tomando el tiempo para reflexionar antes de responder. La crudeza con la que ella describía el ciclo de la vida era innegable, pero él siempre había creído que, aunque el destino final era el mismo para todos, la manera en la que uno llegaba a ese destino marcaba la diferencia.
— No, el mundo ciertamente no es tan ideal como me gustaría pintarlo. — inició, con un tono más reflexivo esta vez. — Pero, querida Sowon, no pretendo que mis ideas cambien la naturaleza del mundo. Simplemente las prefiero como una manera de mantener cierta... distancia. Después de todo, vivos valen más, si escapan, significa que podemos volver a cobrar su recompensa. — Sus palabras, aunque suaves, no eran menos firmes. El elegante Pavo Real del Océano no iba a ceder ante la cruda realidad de la Oni tan fácilmente.
La broma de Sowon sobre cortar su mano lo hizo sonreír, más que por risa, por preocupación, el temperamento de su compañera se notaba impredecible a leguas y no pretendía conocer su lado no amigabe. Esa risa estruendosa que la guerrera soltó mientras se ofrecía como una caja fuerte improvisada era la mezcla perfecta de amenaza y humor que Mayura encontraba intrigante en ella. A pesar de su naturaleza brutal y directa, había algo fascinante en su compañía. Lejos de sentirse insultado o desanimado, el pavo real del océano se inclinó levemente, manteniendo el tono juguetón que lo caracterizaba.
— Lo tendré en cuenta, aunque me esforzaré en mantener mis manos donde deben estar, no quisiera perder ninguna de ellas tan pronto. — replicó, dejando entrever su astucia para maniobrar entre las constantes fluctuaciones de humor de la Oni.
Sowon habló de sus sueños con una franqueza que el pirata encontraba poco común, el pirata notaba cierta resignación hacia la idea de buscar algo más allá de su misión de vida. Para Mayura, sin embargo, los sueños eran como había dicho antes, la esencia que le permitía seguir adelante, y la chispa que encendía su deseo de grandeza.
Cuando la camarera les trajo el menú, el pirata no pudo evitar notar el cambio en la actitud de la joven ante la presencia de Sowon. Era algo comprensible, pues la intimidante figura de la guerrera no pasaba desapercibida. Mayura, sin embargo, se limitó a sonreír de manera tranquilizadora a la joven mientras pedía un vino ligero para acompañar su comida. Cuando la conversación volvió a los sueños, el pavo real del océano supo que debía dar una respuesta honesta. — Un sueño... — repitió, dejando que las palabras flotaran en el aire antes de continuar, ya sentados en el relajado ambiente de la taberna.
— Mi sueño no es simplemente lavar mi túnica o manipular a otros, como sugieres. — dijo con una sonrisa antes de volverse completamente serio. Mayura, ahora con sus ojos encontrándose con los de Sowon con una seriedad que rara vez mostraba. — Mi sueño, querida, es dominar el escenario más grande de todos: el océano. Es ser libre, completamente libre, para hacer lo que me plazca, cuando me plazca. Y en ese proceso, dejar mi nombre grabado en el mundo, como una marca que ni el tiempo ni la muerte puedan borrar. Eso, querida Sowon, es lo que persigo... — Su tono era suave, pero había una determinación en sus palabras que dejaba claro que no se trataba de una simple ambición pasajera, pues, dominar el océano para él no era solo una ambición, sino la única manera de liberarse de las cadenas invisibles que otros se esforzaban por ponerle. El océano, vasto y sin dueño, era el único escenario donde su vida sería suya, sin limitaciones ni reglas inextrañables de la nobleza.
Sabía que no iba a convencer a Sowon de adoptar su filosofía de vida, pero tampoco estaba allí para cambiarla. — Aunque, claro, reconozco que los sueños son algo personal. No espero que el mío tenga sentido para todos, pero es lo que me impulsa. Y tú, Sowon, tal vez aún no lo sepas, pero te aseguro que encontrarás algo que haga que todo este ciclo, como lo llamas, tenga un significado. — Su voz se volvió más suave, menos cargada de la habitual burla que usaba para distraer o confundir. Esta vez, Mayura hablaba desde su propia experiencia, su propio deseo, sus propios colores. Así mismo, su mirada se mantuvo firme hacia los ojos de la gigante, sabiendo que este era el tipo de respuesta que ella buscaba, esperando con suerte que dibujara un semblante de aceptación en su rostro. Despues de todo, sentía intriga por esta oni, estaba decidido a ganarsela como compañera.