Silver D. Syxel
-
18-10-2024, 12:00 AM
El efecto del vino fue tan inesperado como desagradable. Silver intentaba mantener cierta compostura, pero notaba cómo sus músculos faciales comenzaban a adormecerse, y la baba no dejaba de resbalar por su boca. La imagen distaba mucho de su usual porte confiado y digno, pero tras una rápida mirada a sus compañeros, vio que todos estaban en una situación similar. Parecía que nadie se libraba de aquel extraño veneno.
— Mierda... —murmuró, con la lengua pesada y el rostro algo entumecido. Justo entonces, Marvolath gesticuló torpemente, sugiriendo que intentaran purgar el veneno antes de que hiciera más daño.
Con un gruñido de resignación, Syxel se llevó los dedos a la garganta, provocando el reflejo de vómito para expulsar el vino ingerido, y de paso lo que quedase del desayuno. El sabor ácido y amargo no tardó en inundar su boca, pero no se detuvo hasta que sintió que había logrado vaciar buena parte del estómago. Apenas pudo erguirse, sacó su petaca y tomó un trago largo del licor que siempre llevaba consigo, deseando quitarse de una vez el horrible sabor.
Mientras Marvolath se encargaba de preparar un antídoto improvisado, Silver decidió no perder el tiempo. Aunque los efectos del veneno seguían haciendo estragos, no podía permitirse quedarse quieto. Con pasos cuidadosos, se adentró entre los escombros de la bodega, las cajas dispersas y los restos de los barriles rotos, avanzando hacia el centro de la estancia, en la misma dirección que llevaba a la escalera que conducía a la bodega inferior. Debían estar preparados para lo que fuese que se encontraba más abajo.
Su Kenbunshoku Haki permanecía activo, permitiéndole sentir las presencias que quedaban. Dos personas permanecían en el nivel inferior, y una de ellas irradiaba una energía significativamente más poderosa que los guardias con los que acababan de lidiar. El capitán frunció el ceño, plenamente consciente de que ese combate sería más complicado y que necesitaría a su tripulación en plenas condiciones.
Mientras inspeccionaba el espacio bajo cubierta, observó que aún quedaban varios barriles intactos, así como redes y sogas desperdigadas por el suelo. Sin embargo, su atención estaba centrada en cualquier posible sonido que proviniera del nivel inferior. Cada ruido hacía que Syxel apretara la empuñadura de su sable con más fuerza, manteniéndose alerta.
Finalmente, cuando Marvolath terminó de preparar el remedio, Silver regresó junto a sus compañeros. Tomó la porción que le ofreció el kobito y, no sin mucho esfuerzo, logró murmurar: — Gracias... —Masticó la mezcla amarga, sintiendo cómo la rigidez en sus músculos comenzaba a ceder, aunque el sabor del brebaje no mejoraba mucho su humor.
Con una mirada hacia la escalera, Syxel notó que la calma que reinaba en la bodega solo aumentaba su inquietud. Algo se avecinaba, lo presentía. — Sigamos... —murmuró con seriedad, preparándose para el inevitable enfrentamiento en las profundidades del barco.
— Mierda... —murmuró, con la lengua pesada y el rostro algo entumecido. Justo entonces, Marvolath gesticuló torpemente, sugiriendo que intentaran purgar el veneno antes de que hiciera más daño.
Con un gruñido de resignación, Syxel se llevó los dedos a la garganta, provocando el reflejo de vómito para expulsar el vino ingerido, y de paso lo que quedase del desayuno. El sabor ácido y amargo no tardó en inundar su boca, pero no se detuvo hasta que sintió que había logrado vaciar buena parte del estómago. Apenas pudo erguirse, sacó su petaca y tomó un trago largo del licor que siempre llevaba consigo, deseando quitarse de una vez el horrible sabor.
Mientras Marvolath se encargaba de preparar un antídoto improvisado, Silver decidió no perder el tiempo. Aunque los efectos del veneno seguían haciendo estragos, no podía permitirse quedarse quieto. Con pasos cuidadosos, se adentró entre los escombros de la bodega, las cajas dispersas y los restos de los barriles rotos, avanzando hacia el centro de la estancia, en la misma dirección que llevaba a la escalera que conducía a la bodega inferior. Debían estar preparados para lo que fuese que se encontraba más abajo.
Su Kenbunshoku Haki permanecía activo, permitiéndole sentir las presencias que quedaban. Dos personas permanecían en el nivel inferior, y una de ellas irradiaba una energía significativamente más poderosa que los guardias con los que acababan de lidiar. El capitán frunció el ceño, plenamente consciente de que ese combate sería más complicado y que necesitaría a su tripulación en plenas condiciones.
Mientras inspeccionaba el espacio bajo cubierta, observó que aún quedaban varios barriles intactos, así como redes y sogas desperdigadas por el suelo. Sin embargo, su atención estaba centrada en cualquier posible sonido que proviniera del nivel inferior. Cada ruido hacía que Syxel apretara la empuñadura de su sable con más fuerza, manteniéndose alerta.
Finalmente, cuando Marvolath terminó de preparar el remedio, Silver regresó junto a sus compañeros. Tomó la porción que le ofreció el kobito y, no sin mucho esfuerzo, logró murmurar: — Gracias... —Masticó la mezcla amarga, sintiendo cómo la rigidez en sus músculos comenzaba a ceder, aunque el sabor del brebaje no mejoraba mucho su humor.
Con una mirada hacia la escalera, Syxel notó que la calma que reinaba en la bodega solo aumentaba su inquietud. Algo se avecinaba, lo presentía. — Sigamos... —murmuró con seriedad, preparándose para el inevitable enfrentamiento en las profundidades del barco.
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]