Derian Markov
Lord Markov
18-10-2024, 05:58 AM
El conde asomó a la borda mientras la tripulación finalizaba el proceso de atraque en el muelle. Acababan de regresar a puerto tras un breve viaje en torno a la isla. A pesar de llevar un par de semanas en Kilombo, los pueblerinos de Rostock parecían seguir sintiéndose impresionados por su presencia. En el condado de Markovia, aquellas miradas curiosas hubiesen valido unos buenos latigazos a quienes osasen mirar a su señor sin la adecuada sumisión. Y, pese a todo, aquella gente seguía sin conocer su nombre. Un cazador estaba por encima de la opinión de las presas, pero el miedo era una herramienta de control. Hacer que su nombre estuviese en boca de todos, susurrado con temor, le daría la capacidad de controlar a la gente de aquella pequeña isla.
En cuanto los marineros completaron la maniobra y la pasarela estuvo conectada al muelle, Derian descendió con paso firme y el viento marino sacudiendo su melena. Observó el puerto con una mirada desapasionada y caminó con aire desinteresado, como si todos los presentes estuviesen por debajo de él. En un sentido literal lo estaban, pues el conde destacaba por encima de la multitud con su estatura. ¿Cómo podía hacer para empezar a llamar la atención? Podía simplemente destripar a alguien en la plaza mayor, pero aquel método carecía de elegancia y cuidado. Cualquiera podía imponerse mediante una demostración de fuerza bruta, pero también se exponía a continuación a crear una cadena de violencia. La fuerza debía ejercerse en el momento correcto, cuando enviase el mensaje apropiado o cumpliese un propósito específico.
Mientras recorría el puerto, una conversación captó su interés. Por el tono del marinero era evidente que no se trataba de una conversación pública, así que el noble fingió leer un cartel de anuncios del puerto mientras prestaba un oído a lo que se decía. Tal vez había descubierto lo que buscaba. Meter sus manos en una red de contrabando podría reportarle beneficios y empezar a extender su influencia sobre Rostock. Para ello, el primer paso sería conseguir la información que buscaba. Así pues, aguardó pacientemente a que la conversación terminase, mientras se paseaba por el puerto como si la cosa no fuese con él.
Su plan era sencillo. No esperaba que un simple pescador fuese a darle muchos problemas, así que no tenía una estrategia muy elaborada. Mantenerlo a la vista, esperar a que se fuese a su casa y emboscarlo en alguna callejuela solitaria. Tenía métodos para hacer hablar a personas reticentes... y aquel plebeyo no sería una opción. Una vez lo hubiera alcanzado, lo avasallaría por pura fuerza física y usaría a su espada, Măcelar, para hacerle entender el mensaje. Una vez tuviese la información que quería... bueno, llegado ese punto, improvisaría. Aquel día aún no se había "alimentado" y empezaba a tener algo de sed. El Otro debía permanecer encadenado.
En cuanto los marineros completaron la maniobra y la pasarela estuvo conectada al muelle, Derian descendió con paso firme y el viento marino sacudiendo su melena. Observó el puerto con una mirada desapasionada y caminó con aire desinteresado, como si todos los presentes estuviesen por debajo de él. En un sentido literal lo estaban, pues el conde destacaba por encima de la multitud con su estatura. ¿Cómo podía hacer para empezar a llamar la atención? Podía simplemente destripar a alguien en la plaza mayor, pero aquel método carecía de elegancia y cuidado. Cualquiera podía imponerse mediante una demostración de fuerza bruta, pero también se exponía a continuación a crear una cadena de violencia. La fuerza debía ejercerse en el momento correcto, cuando enviase el mensaje apropiado o cumpliese un propósito específico.
Mientras recorría el puerto, una conversación captó su interés. Por el tono del marinero era evidente que no se trataba de una conversación pública, así que el noble fingió leer un cartel de anuncios del puerto mientras prestaba un oído a lo que se decía. Tal vez había descubierto lo que buscaba. Meter sus manos en una red de contrabando podría reportarle beneficios y empezar a extender su influencia sobre Rostock. Para ello, el primer paso sería conseguir la información que buscaba. Así pues, aguardó pacientemente a que la conversación terminase, mientras se paseaba por el puerto como si la cosa no fuese con él.
Su plan era sencillo. No esperaba que un simple pescador fuese a darle muchos problemas, así que no tenía una estrategia muy elaborada. Mantenerlo a la vista, esperar a que se fuese a su casa y emboscarlo en alguna callejuela solitaria. Tenía métodos para hacer hablar a personas reticentes... y aquel plebeyo no sería una opción. Una vez lo hubiera alcanzado, lo avasallaría por pura fuerza física y usaría a su espada, Măcelar, para hacerle entender el mensaje. Una vez tuviese la información que quería... bueno, llegado ese punto, improvisaría. Aquel día aún no se había "alimentado" y empezaba a tener algo de sed. El Otro debía permanecer encadenado.