¿Sabías que…?
... el Reino de Oykot ha estrenado su nueva central hidroeléctrica.
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo C
Tofun
El Largo
El hedor era insoportable. La mezcla de pescado podrido, humo, mantequilla y pólvora convertía la zona residencial de Oykot en una auténtico cóctel de olores. Al menos, la guerra mantenía entretenidos a los sentidos: o huías del olor, o te preocupabas por las balas y los enemigos. En fin, un día más en la oficina. Los bandos se entremezclaban y se pegaban de lo lindo, pero nosotros, los revolucionarios, éramos el fuego que avivaba este caos. Me acompañaban Alastair, el novato, quien aún intentaba acostumbrarse a nuestra desorganizada forma de llevar a cabo estas misiones, y Hato, la única persona decente en todo el maldito grupo C. Juntos, y con un par de tropiezos por parte, nos encargamos de limpiar las calles del oeste de los guardias reales con precisión... o algo parecido a la precisión.

Después de dejar las calles del oeste en calma, subimos a los tejados, donde se congregando la armada revolucionaria. Umibozu, nuestra calamidad favorita, se había plantado en una extraña posición cuadrúpeda que me hizo reflexionar en una pregunta que nunca debería haber cruzado mi mente: ¿Cómo demonios se aparean las criaturas de su tamaño? Un polvo entre dos de esas bestias perfectamente podría ser el causante de un maremoto. Mejor me enfocaba en la lucha antes de que mi cerebro explotara con esas imágenes.

Lobo, el mink, le metía caña a la guitarra, tocando con una energía que podría revivir a un muerto. Lemon, el pobre, parecía estar pasando por una crisis existencial, así que me le solté una de esas frases motivadoras que te inventas cuando no sabes qué decir:

¡Tranquilo, Lemon, que de todo se sale! ¡Hip! Hasta de una mala resaca.

No sé si le ayudó, pero al menos lo intenté. A lo lejos, Rocket, el mapache, que no sé cómo demonios era dos veces más grande que yo, había lanzado un cohete directo a la cabeza de lo que parecía ser la líder de los marines. Ambicioso, eso no se lo niego. Mientras tanto, al sur, la situación era un completo lío. La marina, los mercenarios submarinistas y quién sabe quién más estaban armando un follón monumental, bombas de humo parecían ser el preámbulo de un asalto inminente. Traté de enfocar la vista entre el humo y la resaca (sí, ya llevaba lo equivalente a dos botellas de whisky en el cuerpo), y vi cómo la marine esquivaba el cohetazo y se lanzaba sobre los mercenarios. ¿Qué estaba pasando? Estaba demasiado borracho como para hacer un análisis profundo, así que simplemente encogí los hombros y lo dejé estar.

El castillo era nuestro verdadero objetivo, y varios grupos ya habían avanzado hacia él. Si seguíamos ahora, podríamos llegar al momento culminante del plan, pero mi cabeza estaba en otro lado. Miré a Karina, una guerrera indomable que defendía a su pueblo con todo lo que tenía. Nunca la había conocido, pero sí había oído hablar de ella en las tabernas. Había pasado días enteros bebiendo ron con los mismos tipos que ahora luchaban a su lado, escuchando sus dramas y ofreciéndoles mi "sabia" opinión (el alcohol hace maravillas con la sabiduría). Les había invitado a barra libre tres días seguidos... Demonios, ahora que lo pienso, tal vez por eso estaban tan motivados para la lucha.

Umibozu. —dije con la vista fija en Karina, sin ni siquiera mirarlo. — Es el momento perfecto para que lleves a todos al castillo. El grupo dos ya está allí, y tú podrías arrasar con el resto de camino. — Hice una pausa dramática, la típica que se hace cuando no quieres aclarar que tu plan es quedarte atrás. Umibozu era listo, sabía que yo no iba a moverme del sitio. — He compartido copas con ellos. Mi lugar está aquí... con el pueblo.

Chicos, nos vemos luego. — Les grité con una sonrisa antes de centrarme. Sabía lo que venía: El Ascenso, o mejor dicho, El Ascensor, mi chupito estrella. Generé este chupito en mi boca, mi propia obra diabólica, y me lo bebí de un trago. Oh, sí... Perronero de verdad. De inmediato, perdí el equilibrio (como siempre), y caí de frente desde la azotea. Pero justo antes de que mi cara besara el suelo, mi mano se apoyó y, de una voltereta, terminé lanzado al campo de batalla. Ya saben, el típico truco para darle una falsa alegría a tu dentista.

Corría a toda velocidad hacia el frente de batalla, con mi característico estilo de combate torpe y desequilibrado, pero efica, El Camino del Borracho... Saltos raros, pasos que parecían un intento fallido de baile latino, pero ahí iba, directo al meollo. Mi objetivo era simple: ayudar a Karina y a los suyos a resistir y derrotar a la guardia real, sin causar bajas, solo noqueando a la gente. Uno tiene que mantener algo de decencia, aunque esté hasta arriba de whisky.

Salté justo en medio de las fuerzas de Karina reforzando mis brazos de haki de armadura, impactando con todo lo que tenía sobre un pobre desgraciado. Mi golpe lanzaría una onda expansiva que esperaba fuera suficiente para convencer a los demás de que rendirse era la mejor opción. Si tenía suerte, claro. Si no, pues ya saben, a pelear como loco en estado de embriaguez extrema, dando ejemplo como revolucionario.

No sabía qué demonios iba a pasar con la marina, los submarinistas, o cualquier otra sorpresa que Oykot me tuviera reservada. Pero una cosa estaba clara: yo me quedaría con el verdadero Oykot. Aquí estaba mi gente, mis amigos de barra, y por ellos iba a luchar hasta que el último trago se sirviera.

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#40


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RE: [Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo C - por Tofun - 18-10-2024, 05:02 PM

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