Asradi
Völva
18-10-2024, 06:43 PM
Alistair comprendía ese hecho porque, seguramente y por desgracia, el chico también habría pasado por lo mismo o por algo similar al menos. En realidad Asradi no lo deseaba, el que nadie pasase por lo mismo por lo que ella. O, quizá sí. Los que sí merecían tal acto de crueldad, o más todavía, eran aquellos que les habían hecho tales atrocidades. Eses monstruos no se merecían nada mejor. Ese pensamiento copó, por unos instantes, la mente de la sirena, dejando que germinase lentamente en lo más profundo de su ser. No solía ser vengativa, pero es clase de gente despertaba una faceta demasiado oscura en ella. Una que trataba de contener o de tener resguardada y bajo control. Si por Asradi fuese, le hincaría los colmillos en el cuello a todos ellos.
Tales pensamientos fueron interrumpidos por las candorosas y cálidas palabras de Alistair. Ese momento en el que el lunarian, tan solo con sus ánimos, era capaz de volver a llevarla a la luz. A la claridad mental. Un suspiro suave brotó de entre los labios de la pelinegra, junto con una pequeña sonrisa que, esta vez, deseaba estar plagada de esperanza.
— Yo también lo espero. Que todo esto por lo que pasamos logremos olvidarlo. Y, no solo eso, también superarlo y que esas sombras que nos persiguen se terminen difuminando para siempre. — Que desapareciesen. No solo para ellos dos, sino para todos aquellos que habían sufrido lo mismo. Y para que no hubiese niños o personas que, a futuro, tuviesen que correr ese riesgo.
Ese pensamiento fue suficiente como para otorgarle un poco más de calma a su corazón. Miró con un deje de agradecimiento en los ojos al lunarian y ahora contempló con más curiosidad al susodicho. Su fisonomía, todo en él desprendía una calidez innata, ya no solo por su raza, sino por su forma de ser.
— Gracias, Alistair. Eres como un faro de esperanza. — No lo decía solo por halagarle de manera vacía, sino que era un sentimiento sincero que quería compartirle y expresarle. — Tienes un ánimo capaz de mover a las masas y comprenderlas. — Esperaba que el chico nunca cambiase. — Y si es verdad que hay gente que está capaz y dispuesta a levantarse, a rebelarse en contra de esta clase de injusticias... Espero algún día poder conocerles y agradecerles también todo lo que hacen. — Ya no hablaba de unirse a ellos, si es que había un grupo o no. Porque iba a depender mucho de sus circunstancias personales. Pero si podía ayudar, en algún momento... Estaría dispuesta.
Se secó cualquier resto de lágrimas que hubiesen podido quedar en su rostro y se obligó a apartar esa tristeza a un lado. Asradi tomó aire y luego sonrió un poco más. Al principio obligándose a ello, pero cada vez saliéndole un poco más natural a medida que la conversación con Alistair fluía. Estaba dispuesta a continuar con las enseñanzas de medicina, lo básico que ella sabía. Pero el lunarian propuso cambiar de tema. Bueno, a lo mejor tampoco les venía mal. Fue la sirena quien, ahora, sonrió un poco más sincera y más tranquila hacia el chico.
— No soy maestra, todavía me queda mucho por aprender a mi también. — Era consciente de eso, por eso también quería viajar más en cierto sentido. Sabía que había muchas medicinas o plantas que no conocia. — Puedo continuar con las lecciones si así lo prefieres. Aunque también estoy dispuesta a aprender yo si tienes algo que enseñarme. Soy buena escuchando, al menos. — Le sonrió de manera mucho más cálida.
Tales pensamientos fueron interrumpidos por las candorosas y cálidas palabras de Alistair. Ese momento en el que el lunarian, tan solo con sus ánimos, era capaz de volver a llevarla a la luz. A la claridad mental. Un suspiro suave brotó de entre los labios de la pelinegra, junto con una pequeña sonrisa que, esta vez, deseaba estar plagada de esperanza.
— Yo también lo espero. Que todo esto por lo que pasamos logremos olvidarlo. Y, no solo eso, también superarlo y que esas sombras que nos persiguen se terminen difuminando para siempre. — Que desapareciesen. No solo para ellos dos, sino para todos aquellos que habían sufrido lo mismo. Y para que no hubiese niños o personas que, a futuro, tuviesen que correr ese riesgo.
Ese pensamiento fue suficiente como para otorgarle un poco más de calma a su corazón. Miró con un deje de agradecimiento en los ojos al lunarian y ahora contempló con más curiosidad al susodicho. Su fisonomía, todo en él desprendía una calidez innata, ya no solo por su raza, sino por su forma de ser.
— Gracias, Alistair. Eres como un faro de esperanza. — No lo decía solo por halagarle de manera vacía, sino que era un sentimiento sincero que quería compartirle y expresarle. — Tienes un ánimo capaz de mover a las masas y comprenderlas. — Esperaba que el chico nunca cambiase. — Y si es verdad que hay gente que está capaz y dispuesta a levantarse, a rebelarse en contra de esta clase de injusticias... Espero algún día poder conocerles y agradecerles también todo lo que hacen. — Ya no hablaba de unirse a ellos, si es que había un grupo o no. Porque iba a depender mucho de sus circunstancias personales. Pero si podía ayudar, en algún momento... Estaría dispuesta.
Se secó cualquier resto de lágrimas que hubiesen podido quedar en su rostro y se obligó a apartar esa tristeza a un lado. Asradi tomó aire y luego sonrió un poco más. Al principio obligándose a ello, pero cada vez saliéndole un poco más natural a medida que la conversación con Alistair fluía. Estaba dispuesta a continuar con las enseñanzas de medicina, lo básico que ella sabía. Pero el lunarian propuso cambiar de tema. Bueno, a lo mejor tampoco les venía mal. Fue la sirena quien, ahora, sonrió un poco más sincera y más tranquila hacia el chico.
— No soy maestra, todavía me queda mucho por aprender a mi también. — Era consciente de eso, por eso también quería viajar más en cierto sentido. Sabía que había muchas medicinas o plantas que no conocia. — Puedo continuar con las lecciones si así lo prefieres. Aunque también estoy dispuesta a aprender yo si tienes algo que enseñarme. Soy buena escuchando, al menos. — Le sonrió de manera mucho más cálida.