Takahiro
La saeta verde
18-10-2024, 07:27 PM
El anciano acepta tu propuesta. Se le ve buena persona, pero algo en tu interior, tu propio instinto, te hace ver que es un poco aprovechado. Se te presenta como Mister Hoen y una vez llegáis a su casa se tumba sobre el sofá. Es un sofá bastante grande, tanto como para que el anciano pueda tumbarse perfectamente y sobra espacio. El olor a pintura es bastante fresco y puedes observar a que ha sido un trabajo muy bien hecho. No entiendes las quejas del anciano, realmente. Sin embargo, te aconsejo no sacarle el tema de la pintura de nuevo por si acaso, o tal vez sí… Es decisión tuya, a fin de cuentas.
Como cualquier persona de su edad, Mister Hoen te cuenta todas sus patologías, todos los dolores que tiene a diario y muchísimas cosas irrelevantes. A medidas que le auscultas observas una cosa muy importante: El viejo está más sano y en mejor forma que tú. Al tacto observas que el hombre, en el paso, fue alguien bastante fuerte. Su musculatura, aunque en desuso, está muy bien formada y ves un cuadro que te llama la atención: un marco con una medalla al valor por salvar a un centenar de personas, aunque al lado también enmarcado se encuentra una carta de despido por desobedecer con fecha de unos meses después. Sí, ese anciano en su momento fue un marine que, por hacer lo que creía correcto fue expulsado de la marina. Eso puede explicar por qué su carácter es tan orgulloso y obstinado. En fin.
—Muchas gracias, jovenzuelo —te dice, mientras se incorpora y se sienta—. No eres de por aquí, ¿verdad? — te pregunta, señalándote las alas—. Eres el primer ser alado que veo en mucho tiempo… —En su mirada observas nostalgia por un tiempo pasado que estaba más lejos que cerca—. Dime, ¿qué has venido a hacer a un lugar como este? No es el sitio idóneo si buscas pasar desapercibido.
Es tu momento de hacer preguntas, joven revolucionario. No obstante, ten en cuenta una cosa… Llegado cierto momento, mientras estás preguntando, puedes ver como en la lejanía, por la ventana, se encuentra el muchacho de ojos maliciosos, observando. Para verlo tendrías que acercarte a la ventana, a menos que poseas el poder de la observación y sentirás que algo va mal. No va a ocurrir nada, pero para que sepas que hay alguien al acecho esperando.
Como cualquier persona de su edad, Mister Hoen te cuenta todas sus patologías, todos los dolores que tiene a diario y muchísimas cosas irrelevantes. A medidas que le auscultas observas una cosa muy importante: El viejo está más sano y en mejor forma que tú. Al tacto observas que el hombre, en el paso, fue alguien bastante fuerte. Su musculatura, aunque en desuso, está muy bien formada y ves un cuadro que te llama la atención: un marco con una medalla al valor por salvar a un centenar de personas, aunque al lado también enmarcado se encuentra una carta de despido por desobedecer con fecha de unos meses después. Sí, ese anciano en su momento fue un marine que, por hacer lo que creía correcto fue expulsado de la marina. Eso puede explicar por qué su carácter es tan orgulloso y obstinado. En fin.
—Muchas gracias, jovenzuelo —te dice, mientras se incorpora y se sienta—. No eres de por aquí, ¿verdad? — te pregunta, señalándote las alas—. Eres el primer ser alado que veo en mucho tiempo… —En su mirada observas nostalgia por un tiempo pasado que estaba más lejos que cerca—. Dime, ¿qué has venido a hacer a un lugar como este? No es el sitio idóneo si buscas pasar desapercibido.
Es tu momento de hacer preguntas, joven revolucionario. No obstante, ten en cuenta una cosa… Llegado cierto momento, mientras estás preguntando, puedes ver como en la lejanía, por la ventana, se encuentra el muchacho de ojos maliciosos, observando. Para verlo tendrías que acercarte a la ventana, a menos que poseas el poder de la observación y sentirás que algo va mal. No va a ocurrir nada, pero para que sepas que hay alguien al acecho esperando.