Dharkel
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18-10-2024, 07:42 PM
La emboscada había funcionado sorprendentemente bien, con la enorme mole de carne y el pequeño ser demostrando una vez más la fuerza destructiva de sus ataques combinados, abriendo otro agujero en la embarcación durante el proceso y haciéndole recordar una vez más los peligros del mar. Miró el dial y lo agitó un par de veces en su mano, confundido y comprobando que no estuviese roto. Se había vuelto a olvidar de cargarlo una vez más. No estaba todavía acostumbrado al uso de tan extraño artefacto.
La baba que colgaba de la comisura de su labio finalmente cayó al suelo. Observó sin moverse demasiado la escena, manteniéndose bajo el tenue sol del amanecer que entraba por el boquete de cubierta y viendo que todos estaban más o menos en la misma situación. En otro momento no hubiese dudado de burlarse de ellos y de sí mismo, pero hasta él sabía que no era buena idea. Absorbió con dificultad otro espumarajo que quería ser libre, planteándose la tranquilidad con la que estaban tratando el asunto.
<< ¿Acaso se han olvidado de que quedan dos auras más? Quién sabe lo que tardarán en subir buscando a sus compañeros >>, pensó mientras contemplaba el trabajo de Marvolath.
Cayó en la cuenta de la presunta santurronería del kobito, quien previamente le había echado en cara su cuanto menos cuestionable estilo de vida. Descartó la idea de que él hubiese consumido alcohol y se acercó a olerle torpemente, como un sabueso bajo los efectos de la anestesia. Sus ropas permanecían húmedas y apestaba al mismo olor a vino que reinaba en la estancia. Dio un respingo al recordar un viejo documento que dictaminaba que algunas sustancias podían ser absorbidas por la propia piel. No era médico y aquel pergamino podría estar basado en el misticismo, pero sus pesquisas se acentuaron con el prejuicio que tenía sobre Marvolath. Volvió a su posición original lo más rápido que sus entumecidos músculos le dejaron y comenzó a desvestirse, dejando sus pertenencias sobre las pocas cajas o barriles que no estuviesen destruidos. Quedándose como sus progenitores le habían traído al mundo intentó comunicarse en vano con sus compañeros mientras su lengua chocaba atropelladamente con sus dientes.
- Veneeenooo…. Goooopaaaaa…
Sus tatuajes y cicatrices quedaron al aire. Sintió un impulso de taparlos, especialmente la Pisada del Dragón que se encontraba bajo el tatuaje de la tripulación, pero como Balagus le había recordado en semanas anteriores: todos tenían un pasado trágico y no era especial en ningún sentido, no al menos en ese aspecto. Solo esperaba que el médico, quien no tardó en acercarse con el remedio, no indagase sobre las dos enormes cicatrices que portaba en su espalda, pues era su secreto mejor guardado. Algo que nunca le había revelado a nadie.
Se introdujo la potencial cura por el único hueco de su boca que fue capaz de abrir y comenzó a masticar lentamente el mejunje mientras ayudaba a moverse a la mandíbula con sus propias manos.
- TúuUu...
- ¿Gaaasiassss? – le preguntó al kobito pensando que se había ofendido por su falta de buenas maneras mientras varios esputos salían despedidos de su boca.
- Sigamos… - interrumpió Silver.
Dejó todo lo no necesario junto a la mochila y la ropa, llevando solamente su katana desenvainada en la zurda y el dial de corte en la diestra. Lejos de estar en sus mejores condiciones trató de tomar la delantera, completamente desnudo. Tenía que fingir una vez más su papel de explorador en la tripulación y si se encontraba algún enemigo de frente quizás contaría con el factor sorpresa del nudismo. Como poco podrían reírse a su costa. Intentando ser sigiloso sin el peso adicional de las prendas mojadas se asomó por las escaleras.
Al menos todo aquello le había hecho olvidar momentáneamente dónde se encontraba.
La baba que colgaba de la comisura de su labio finalmente cayó al suelo. Observó sin moverse demasiado la escena, manteniéndose bajo el tenue sol del amanecer que entraba por el boquete de cubierta y viendo que todos estaban más o menos en la misma situación. En otro momento no hubiese dudado de burlarse de ellos y de sí mismo, pero hasta él sabía que no era buena idea. Absorbió con dificultad otro espumarajo que quería ser libre, planteándose la tranquilidad con la que estaban tratando el asunto.
<< ¿Acaso se han olvidado de que quedan dos auras más? Quién sabe lo que tardarán en subir buscando a sus compañeros >>, pensó mientras contemplaba el trabajo de Marvolath.
Cayó en la cuenta de la presunta santurronería del kobito, quien previamente le había echado en cara su cuanto menos cuestionable estilo de vida. Descartó la idea de que él hubiese consumido alcohol y se acercó a olerle torpemente, como un sabueso bajo los efectos de la anestesia. Sus ropas permanecían húmedas y apestaba al mismo olor a vino que reinaba en la estancia. Dio un respingo al recordar un viejo documento que dictaminaba que algunas sustancias podían ser absorbidas por la propia piel. No era médico y aquel pergamino podría estar basado en el misticismo, pero sus pesquisas se acentuaron con el prejuicio que tenía sobre Marvolath. Volvió a su posición original lo más rápido que sus entumecidos músculos le dejaron y comenzó a desvestirse, dejando sus pertenencias sobre las pocas cajas o barriles que no estuviesen destruidos. Quedándose como sus progenitores le habían traído al mundo intentó comunicarse en vano con sus compañeros mientras su lengua chocaba atropelladamente con sus dientes.
- Veneeenooo…. Goooopaaaaa…
Sus tatuajes y cicatrices quedaron al aire. Sintió un impulso de taparlos, especialmente la Pisada del Dragón que se encontraba bajo el tatuaje de la tripulación, pero como Balagus le había recordado en semanas anteriores: todos tenían un pasado trágico y no era especial en ningún sentido, no al menos en ese aspecto. Solo esperaba que el médico, quien no tardó en acercarse con el remedio, no indagase sobre las dos enormes cicatrices que portaba en su espalda, pues era su secreto mejor guardado. Algo que nunca le había revelado a nadie.
Se introdujo la potencial cura por el único hueco de su boca que fue capaz de abrir y comenzó a masticar lentamente el mejunje mientras ayudaba a moverse a la mandíbula con sus propias manos.
- TúuUu...
- ¿Gaaasiassss? – le preguntó al kobito pensando que se había ofendido por su falta de buenas maneras mientras varios esputos salían despedidos de su boca.
- Sigamos… - interrumpió Silver.
Dejó todo lo no necesario junto a la mochila y la ropa, llevando solamente su katana desenvainada en la zurda y el dial de corte en la diestra. Lejos de estar en sus mejores condiciones trató de tomar la delantera, completamente desnudo. Tenía que fingir una vez más su papel de explorador en la tripulación y si se encontraba algún enemigo de frente quizás contaría con el factor sorpresa del nudismo. Como poco podrían reírse a su costa. Intentando ser sigiloso sin el peso adicional de las prendas mojadas se asomó por las escaleras.
Al menos todo aquello le había hecho olvidar momentáneamente dónde se encontraba.