Teruyoshi
Teru
18-10-2024, 07:54 PM
El mink paseaba tranquilamente por las calles de Vodka Shore con esa gracilidad felina característica suya, meneándose de lado a lado a cada paso que daba mientras su mirada esmeralda danzaba de un punto a otro aburrida. El gato había sido atraído por la charlatanería de un tipo con el que había estado bebiendo el día anterior en otra de las islas del archipiélago, quien le había asegurado que aquella parte de Tequila Wolf estaba hecha para el bebercio y las apuestas… aunque Teruyoshi no tardó en llevarse un fiasco.
- Como lo pille lo destrrrripo - pensó el mink volviéndose a acordar del tipo que le había instado a venir mientras observaba las calles medio vacías.
Si bien la zona estaba repleta de locales de ocio, estos se encontraban prácticamente vacíos o directamente cerrados. El ambiente era de todo menos festivo y las únicas personas que se podían ver por la calle eran esos tipos con ropa extravagante que repartían unos papelajos que Teruyoshi no sabía descifrar. Tuvo que preguntar a un par de ellos para saber qué ponía, pero todos le dijeron lo mismo. Que la fiesta comenzaba más tarde, que la gran mayoría había acabado ya y las que no, se accedía con invitación privada.
El ambiente era de lo más desilusionador para Teruyoshi. Había venido con ganas de apostar y ya se imaginaba a sí mismo con los bolsillos llenos tras haber desplumado a unos cuantos humanos borrachos… pero así no había manera. Ninguno de los guías turísticos le ofreció la información para acceder a las fiestas privadas y el mink no tenía la suficiente paciencia como para esperar a que los locales abrieran. Estaba al borde de cometer una locura solo por aburrimiento.
- Fijo que mato a ese cabro… - siguió maldiciendo Teruyoshi al hombre hasta que un grito no muy lejano llegó hasta él. El grito fue como un bálsamo para las orejas puntiagudas del mink, ya que normalmente un grito suponía problemas… y los problemas significaban divertimiento.
El Mink no dudó un segundo e impulsado por su aburrimiento se dejó llevar a la carrera en dirección al grito. Parecía provenir de un par de calles de donde Teruyoshi se encontraba, por lo que con su velocidad felina en apenas unos instantes alcanzó su objetivo. Nada más cruzar la bocacalle, el mink se topó con un tipo que corría a toda prisa en su dirección. El gato pudo ver como por unos instantes la sorpresa cruzó su rostro cuando vio la figura de dos metros de Teruyoshi, pero no tardó en cambiarla por una mueca de asco y de enfado.
- ¡Sucia bestia! - gritó mientras seguía corriendo en dirección al gato. - ¡Aparta si no quieres terminar como felpu… - la frase nunca acabó, ya que Teruyoshi ante el primer insulto actuó por instintos y se abalanzó a la caza de quien acababa de transformarse en su presa.
El mink gato acortó distancias con el tipo, y tras plantarse frente a él afianzó su postura y con un golpe más que ensayado le lanzó un directo a pleno rostro. Estaba claro que el hombre no esperaba recibir un ataque, por lo que antes de que pudiese hacer nada se topó con la zarpa de Teruyoshi y acabó tirado en el suelo. El gato aprovechó la situación y tras un leve salto se plantó encima de su presa mientras lucía una sonrisa feroz.
- Perrrrdona, pero hablababas conmigo… ¿verrrrdad? - dijo Teruyoshi con su habitual tono suave mientras clavaba su mirada rasgada en el rostro compungido del hombre. - No sé a donde ibas… pero ahora eres mi nuevo juguete - terminó en un susurro tras acercársele al oído para que pudiese ver de cerca sus rasgos.
El mink sabía que los humanos solían sentirse incomodados por la gente de su raza, por lo que siempre lo aprovechaba cada vez que podía. Iba a demostrarle a aquel tipo que nunca debía de insultar a alguien de su raza… y mucho menos si este estaba aburrido.
- Ahora bien… - prosiguió con tono meloso mientras paseaba una de sus zarpas por el rostro del hombre que no podía articular palabra. - ¿Aprenderás con unos azotes o tendré que cortarte la lengua? - prosiguió el gato cambiando a un tono divertido al mismo tiempo que sacaba las uñas para que estas rozasen la piel del tipo atrapado.
El mink no pensaba hacerle nada más a aquel estúpido hombre. Estaba demostrando que no podría darle pelea aunque quisiera y el gato se aburriría de pelear con alguien que no se defendía. Podía divertirse asustándolo un rato por insultarlo, pero el mink sabía que en el fondo terminaría aburriéndose igualmente.
- ¡Menos mal que lo has detenido! - gritó una voz de mujer llamando la atención de Teruyoshi.
- Como lo pille lo destrrrripo - pensó el mink volviéndose a acordar del tipo que le había instado a venir mientras observaba las calles medio vacías.
Si bien la zona estaba repleta de locales de ocio, estos se encontraban prácticamente vacíos o directamente cerrados. El ambiente era de todo menos festivo y las únicas personas que se podían ver por la calle eran esos tipos con ropa extravagante que repartían unos papelajos que Teruyoshi no sabía descifrar. Tuvo que preguntar a un par de ellos para saber qué ponía, pero todos le dijeron lo mismo. Que la fiesta comenzaba más tarde, que la gran mayoría había acabado ya y las que no, se accedía con invitación privada.
El ambiente era de lo más desilusionador para Teruyoshi. Había venido con ganas de apostar y ya se imaginaba a sí mismo con los bolsillos llenos tras haber desplumado a unos cuantos humanos borrachos… pero así no había manera. Ninguno de los guías turísticos le ofreció la información para acceder a las fiestas privadas y el mink no tenía la suficiente paciencia como para esperar a que los locales abrieran. Estaba al borde de cometer una locura solo por aburrimiento.
- Fijo que mato a ese cabro… - siguió maldiciendo Teruyoshi al hombre hasta que un grito no muy lejano llegó hasta él. El grito fue como un bálsamo para las orejas puntiagudas del mink, ya que normalmente un grito suponía problemas… y los problemas significaban divertimiento.
El Mink no dudó un segundo e impulsado por su aburrimiento se dejó llevar a la carrera en dirección al grito. Parecía provenir de un par de calles de donde Teruyoshi se encontraba, por lo que con su velocidad felina en apenas unos instantes alcanzó su objetivo. Nada más cruzar la bocacalle, el mink se topó con un tipo que corría a toda prisa en su dirección. El gato pudo ver como por unos instantes la sorpresa cruzó su rostro cuando vio la figura de dos metros de Teruyoshi, pero no tardó en cambiarla por una mueca de asco y de enfado.
- ¡Sucia bestia! - gritó mientras seguía corriendo en dirección al gato. - ¡Aparta si no quieres terminar como felpu… - la frase nunca acabó, ya que Teruyoshi ante el primer insulto actuó por instintos y se abalanzó a la caza de quien acababa de transformarse en su presa.
El mink gato acortó distancias con el tipo, y tras plantarse frente a él afianzó su postura y con un golpe más que ensayado le lanzó un directo a pleno rostro. Estaba claro que el hombre no esperaba recibir un ataque, por lo que antes de que pudiese hacer nada se topó con la zarpa de Teruyoshi y acabó tirado en el suelo. El gato aprovechó la situación y tras un leve salto se plantó encima de su presa mientras lucía una sonrisa feroz.
- Perrrrdona, pero hablababas conmigo… ¿verrrrdad? - dijo Teruyoshi con su habitual tono suave mientras clavaba su mirada rasgada en el rostro compungido del hombre. - No sé a donde ibas… pero ahora eres mi nuevo juguete - terminó en un susurro tras acercársele al oído para que pudiese ver de cerca sus rasgos.
El mink sabía que los humanos solían sentirse incomodados por la gente de su raza, por lo que siempre lo aprovechaba cada vez que podía. Iba a demostrarle a aquel tipo que nunca debía de insultar a alguien de su raza… y mucho menos si este estaba aburrido.
- Ahora bien… - prosiguió con tono meloso mientras paseaba una de sus zarpas por el rostro del hombre que no podía articular palabra. - ¿Aprenderás con unos azotes o tendré que cortarte la lengua? - prosiguió el gato cambiando a un tono divertido al mismo tiempo que sacaba las uñas para que estas rozasen la piel del tipo atrapado.
El mink no pensaba hacerle nada más a aquel estúpido hombre. Estaba demostrando que no podría darle pelea aunque quisiera y el gato se aburriría de pelear con alguien que no se defendía. Podía divertirse asustándolo un rato por insultarlo, pero el mink sabía que en el fondo terminaría aburriéndose igualmente.
- ¡Menos mal que lo has detenido! - gritó una voz de mujer llamando la atención de Teruyoshi.