Masao Toduro
El niño de los lloros
18-10-2024, 09:43 PM
35 de Verano del año 724, G-31 de Loguetown
—Me vuelve locoh, dame el sieloh, pero poco a poco…— canturreaba bajo la ducha mientras terminaba de cerrar el grifo, de normal disfrutaba el trabajo entre fogones, pero la verdad es que no aguantaba el olor a fritanga con el que salía de la cocina.
Termine de salir de la ducha y pillé la primera toalla que alcance con la mano. Fue entonces cuando el teniente Shawn entro en el vestuario, con su habitual paso aligerado y mala hostia.
—Hombre teniente, no me digas que también has dormido solo esta noche— bromeé con el teniente, y es que era por todos sabido el origen de la mala folla del superior, el teniente iba a arrancar con una retahíla cuando con un gesto lo detuve —Tranquilo picha, que no eres el único. A este paso nos vamos a quedar pa vestir santos, si es que ya me lo desia mi abuela que en paz descanse...— prosiguió antes de caer que el plan no sonaba tan mal en su cabeza, después de todo estaría todo el día dedicado en poner guapa a la virgen, por lo que no pudo evitar sonrojarme al pensar en tan idílica vida.
—Que te jodan, hoy tienes tarea, al parecer la capitana ha encontrado otros “espécimen” que agregar a la brigada. En fin, parece esto un puto zoológico, te espera a la entrada de la base. Te acompañará al mercado en tus tareas de aprovisionamiento de las despensas ¿Entendido mierdecilla?— gritó con ese talante de teniente y militar tan característico —De mayor quiero ser como él, pero con pelo— pensé para mis adentros.
—Sí, mi sargento— repliqué volviendo a confundir el rango del superior, debía ser la decimoquinta vez esa semana que me pasaba.
—Que soy teniente imbécil…—dijo antes de llevarse las manos a la calva, y detenerse al ver como aquellas palabras me resultaban un puñal en el pecho, y es que al final era como decía el cura Anselmo "Somos sentimientos y teníamos personas". Y es que al final del día, posiblemente pensando que, excluyendo al pijo y a la ogra, debía ser como el tercero o cuarto miembro más confiable de la brigada —En fin, me pregunta la capitana que como llevas “tus cosas”— preguntó el teniente en referencia al entrenamiento especial al que le habían estado sometiendo últimamente.
—Pues esta semana estamos practicando la escritura de vocales— le comenté al teniente —Pero se me da fatal, creo que la señorita anda un poco mosca la verdad, la semana pasada se me volvió a olvidar los deberes...— confesé algo avergonzado.
Tras una reconfortadora palmadita en la espalda de parte del teniente, el cual debía haberse enterado por medio de la capitana de su peculiar trasfondo, para acto seguido gritar “Que moviera el culo” y me pusiera manos a la obra con la tarea.
Finalmente, tras terminar con el aseo, secarse, peinarse y recogerse el pelo en su maravilloso moño que ahora debía oler a limón por el champú, ponerse sus gayumbos de la suerte, su camisa rosada con estampado de florecitas blancas, sus vaqueros oscuros y desgastados, sus sandalias de cáñamo y su rebeca de hilo negro que le había regalado su hermana por su último cumpleaños marchó con paso firme a recoger los pagaré con los que debían comprar los suministros en el mercado.
Si bien no era la primera vez que lo hacía, sí que sería la primera vez que le tocaría guiar al nuevo o nueva, la verdad es que todavía nadie le había dicho a quién se iba a encontrar a la salida. Aunque si le esperaba a la salida, eso significaba que se iba a pegar, como en la serie de televisión que andaba viendo por las noches, la verdad es que se sentía muy identificado con la trama de los pijos de veinte años que iban a ese instituto ¿Era realmente la vida de un estudiante tan apasionante?
—Me vuelve locoh, dame el sieloh, pero poco a poco…— canturreaba bajo la ducha mientras terminaba de cerrar el grifo, de normal disfrutaba el trabajo entre fogones, pero la verdad es que no aguantaba el olor a fritanga con el que salía de la cocina.
Termine de salir de la ducha y pillé la primera toalla que alcance con la mano. Fue entonces cuando el teniente Shawn entro en el vestuario, con su habitual paso aligerado y mala hostia.
—Hombre teniente, no me digas que también has dormido solo esta noche— bromeé con el teniente, y es que era por todos sabido el origen de la mala folla del superior, el teniente iba a arrancar con una retahíla cuando con un gesto lo detuve —Tranquilo picha, que no eres el único. A este paso nos vamos a quedar pa vestir santos, si es que ya me lo desia mi abuela que en paz descanse...— prosiguió antes de caer que el plan no sonaba tan mal en su cabeza, después de todo estaría todo el día dedicado en poner guapa a la virgen, por lo que no pudo evitar sonrojarme al pensar en tan idílica vida.
—Que te jodan, hoy tienes tarea, al parecer la capitana ha encontrado otros “espécimen” que agregar a la brigada. En fin, parece esto un puto zoológico, te espera a la entrada de la base. Te acompañará al mercado en tus tareas de aprovisionamiento de las despensas ¿Entendido mierdecilla?— gritó con ese talante de teniente y militar tan característico —De mayor quiero ser como él, pero con pelo— pensé para mis adentros.
—Sí, mi sargento— repliqué volviendo a confundir el rango del superior, debía ser la decimoquinta vez esa semana que me pasaba.
—Que soy teniente imbécil…—dijo antes de llevarse las manos a la calva, y detenerse al ver como aquellas palabras me resultaban un puñal en el pecho, y es que al final era como decía el cura Anselmo "Somos sentimientos y teníamos personas". Y es que al final del día, posiblemente pensando que, excluyendo al pijo y a la ogra, debía ser como el tercero o cuarto miembro más confiable de la brigada —En fin, me pregunta la capitana que como llevas “tus cosas”— preguntó el teniente en referencia al entrenamiento especial al que le habían estado sometiendo últimamente.
—Pues esta semana estamos practicando la escritura de vocales— le comenté al teniente —Pero se me da fatal, creo que la señorita anda un poco mosca la verdad, la semana pasada se me volvió a olvidar los deberes...— confesé algo avergonzado.
Tras una reconfortadora palmadita en la espalda de parte del teniente, el cual debía haberse enterado por medio de la capitana de su peculiar trasfondo, para acto seguido gritar “Que moviera el culo” y me pusiera manos a la obra con la tarea.
Finalmente, tras terminar con el aseo, secarse, peinarse y recogerse el pelo en su maravilloso moño que ahora debía oler a limón por el champú, ponerse sus gayumbos de la suerte, su camisa rosada con estampado de florecitas blancas, sus vaqueros oscuros y desgastados, sus sandalias de cáñamo y su rebeca de hilo negro que le había regalado su hermana por su último cumpleaños marchó con paso firme a recoger los pagaré con los que debían comprar los suministros en el mercado.
Si bien no era la primera vez que lo hacía, sí que sería la primera vez que le tocaría guiar al nuevo o nueva, la verdad es que todavía nadie le había dicho a quién se iba a encontrar a la salida. Aunque si le esperaba a la salida, eso significaba que se iba a pegar, como en la serie de televisión que andaba viendo por las noches, la verdad es que se sentía muy identificado con la trama de los pijos de veinte años que iban a ese instituto ¿Era realmente la vida de un estudiante tan apasionante?