Había estado investigando los últimos días, no por placer ni pasatiempo, sino porque su gran amigo Castor lo había involucrado en un asunto de vida o muerte, en un asunto que tenía directa relación con el Gobierno Mundial, en un asunto que podría acabar con una ciudad en llamas y cráneos rotos de las Fuerzas Opresoras. ¿Tenía razones para negarse a ayudar a un camarada, aunque significase la muerte o, peor aún, tortura a base de escuchar música de mierda y pegadiza? Un poco, la verdad. Tenía entre cero y cero ganas de morir, pero no iba a dejar que un camarada enfrentase el peligro él solo. Eso jamás, pues Lemon es el Bastión de la Armada, el que pone el pecho a las balas, el que se sienta primero en el wáter en invierno para calentarlo y que a nadie más se le enfríen las nalgas. Eso es Lemon, eso y mucho más.
-Estoy dispuesto a ayudar, más si debo romper un par de cráneos -contestó, señalando el remo de madera que llevaba en la espalda-. Aunque si es un lugar solo para gente rica… Está bien, tú hazte pasar por Peluche y tú por Miradas. Sonará feo, compañeros, pero es así como funciona. Tú serás mi mascota de contención emocional y tú mi guardaespaldas -le dijo a Castor y a su compañero-. ¿O se les ocurre otra cosa? Soy bastante listo, pero esto de planear… Se me da mejor la improvisación, yo echaría abajo la puerta y entraría a repartir un poco de caos.
¿Había descubierto algo? La verdad es que sí. Loguetown era una ciudad bastante más turbia de lo que había pensado en un principio. Y las prostitutas… Uf, esas puercas hacían de todo por dinero, como pasarse una tarde entera jugando videojuegos solo porque su cliente lo había pedido (cliente = Lemon). No le interesaba pagar por sexo, pero sí por otras cosas. Como sea, ¿había descubierto algo? Sí. ¿Algo relevante para la misión? No. Le hubiera preguntado a cualquiera de sus hermanos, pues ellos tenían más contactos que el revolucionario por haberse quedado en la alta esfera de poder de la familia Stone, pero quería mostrarle al mundo entero y a sí mismo que era todo un hombre, un hombre que no necesitaba de su influencia familiar ni de su papi. Así que le pidió ayuda a un primo, que también era millonario.
Entró a la taberna con pose segura, con la pose de un matón que está acostumbrado a dar palizas porque alguien le miró feo. Escaneó el interior con la mirada y allí vio a su amigo, acompañado de otro hombre. ¿Un nuevo camarada, quizás? Se acercó a Castor y tomó asiento en la mesa, cogió un cigarro de su chaqueta y lo encendió.
-Soy Lemon, Lemon Stone, hijo de William Stone y Cristal Becker. Un gustazo, compañero -saludó al camarada de Castor, ofreciéndole su mano para dar por finalizada la presentación-. Y sí, todo lo que dice Castor es verdad. Nos gusta quemar mierdas, ¿sabes? Mejor si son mierdas del Gobierno Mundial, aunque quemar personas no es tan agradable. Luego huele todo mal y cuesta dormir bien por las noches, es todo un espanto.
Escuchó con atención las palabras de su buen amigo Castor, quien le estaba pidiendo que los hiciera entrar a un lugar que se llamaba Plut-0. ¿Había escuchado de aquel sitio? Un poco, sí, pero prefería frecuentar otro tipo de establecimientos.