Asradi
Völva
18-10-2024, 11:12 PM
Asradi ladeó levemente la cabeza cuando Lemon, o Caretas, le amenazó con asfixiarla hasta la muerte. Entendía que era una broma, en un intento de hacerse el gracioso, pero... ¿Se estaba dando de cuenta que, ahora mismo, iba a ser ella quien tuviese la sartén sujeta por el mango? O, en todo caso, a Lemon metido en agua salada. Podría dejarle ahí flotando, o hundiéndose como un pedrolo, tan panchamente y luego irse. Claro, eso lo haría si no tuviese ningún tipo de empatía. Pero la tenía, y se preocupaba por la gente. Al menos, por aquellos que sí lo merecían. Dejó que Caretas continuase desbarrando mientras se preparaban para meterse en el agua. Asradi procuraría no adentrarse mucho. No por ella, sino por él más bien.
— No sé si eso es muy revolucionario, sobre todo lo de mear en lugares ajenos. — Hizo una mueca de desagrado. — Hace un tiempo, me encontré con un chico que me contó que existía un grupo de gente que luchaba contra las injusticias. Alistair, se llamaba. — Miraba a Lemon a medida que decía eso. ¿Se trataría de aquel grupo estrafalario? Aunque el único más estrafalario era, precisamente, el enmascarado. — Al principio me costó creerle, pero luego pensé que si era verdad, me gustaría ayudar. Sé lo que es estar oprimida, y el miedo de no saber si sobreviviría para ver un nuevo día. — Apretó ligeramente los labios cuando los oscuros recuerdos comenzaron a invadir nuevamente su cabeza. Suspiró, obligándose a apartarlos por ahora.
— Quiero ayudar, Caretas. No es justo que haya gobiernos o personas que opriman a otros solo por el hecho de tener unos cuantos privilegios más. ¿No deberían compartirse, acaso? — Le miró ceñuda, pero plasmando la seguridad de sus palabras y convicciones no solo en su tono de voz, sino también en sus ojos azules. — En cuanto a mis compañeros... Son más bien mis amigos. Creo que ya los has visto. Uno es el gigantón rubio que habla raro, Ragnheidr. Airgid, la rubia coja... — Solo daba eses detalles, de hecho, para que a Lemon le fuese más fácil identificarlos. — Y Ubben, el moreno que tiene pintas de sisarte los bolsillos. — Lo decía de forma cariñosa para con ellos.
Pero, quizás, ese no era ahora el momento. Aunque era verdad que estaban a solas y nadie les estaba escuchando, supuestamente, la orilla del mar no era el lugar más idóneo. De hecho, ahora estaba más pendiente de los pasos que el Revolucionario daba mientras se iba metiendo, poco a poco, en el agua. Le tendió la mano, y le ayudó con el ingreso al mar mientras le vigilaba.
— ¡Pero bueno! — En el momento en el que se metió hasta las caderas, pues anteriormente todo había ido bien, Caretas perdió el equilibrio o las fuerzas, y terminó cayendo de plancha al agua. Efectivamente, como quien lanza una piedra. Se acercó rápidamente mientras el rubio boqueaba, y le sujetó por debajo de las axilas para mantenerle a flote. O, al menos, para que su rostro estuviese fuera del agua. — ¡Eres un caso, te apuraste demasiado! — Le regañó sin más, mientras hacía el esfuerzo por mantenerle la cara sobre la superficie.
Después de eso, silbó de una manera un tanto particular. Tuvieron que esperar unos cinco minutos antes de que Lemon sintiese algo bajo sus pies, y también bajo su culo. Era plano y húmedo, no viscoso como tal aunque daba un poco la sensación, también resbaladizo, pero podría subirse sin problemas. Una mantarraya de aspecto grande que fluía bajo el agua, justo debajo de Caretas. Usando su cuerpo a modo de apoyo para elevarlo lo suficiente y que se mantuviese ahí sin aparente peligro.
— No hagas movimientos bruscos. Y no grites demasiado o la espantarás. — Fue el primer consejo que Asradi le dió.
La sirena no se subió, aunque permaneció un poco por detrás, de manera cómoda. Lo suficiente como para que, al erguir su cuerpo y, por ende, su cola, pudiese quedar a la misma altura que Lemon, al cual sujetó por la cintura desde detrás de él. Una forma de mantenerle quieto, esperaba, y también por seguridad. El agua, ahora, le daría al varón a la altura de la cintura, sí. Pero ya no se hundiría gracias a la mantarraya y a que Asradi estaba sujetándole por detrás para que no se fuese de lado o hacia delante.
— Entonces, ¿qué te parece? — Sonrió, susurrándole cerca del oído únicamente por la posición de ambos.
— No sé si eso es muy revolucionario, sobre todo lo de mear en lugares ajenos. — Hizo una mueca de desagrado. — Hace un tiempo, me encontré con un chico que me contó que existía un grupo de gente que luchaba contra las injusticias. Alistair, se llamaba. — Miraba a Lemon a medida que decía eso. ¿Se trataría de aquel grupo estrafalario? Aunque el único más estrafalario era, precisamente, el enmascarado. — Al principio me costó creerle, pero luego pensé que si era verdad, me gustaría ayudar. Sé lo que es estar oprimida, y el miedo de no saber si sobreviviría para ver un nuevo día. — Apretó ligeramente los labios cuando los oscuros recuerdos comenzaron a invadir nuevamente su cabeza. Suspiró, obligándose a apartarlos por ahora.
— Quiero ayudar, Caretas. No es justo que haya gobiernos o personas que opriman a otros solo por el hecho de tener unos cuantos privilegios más. ¿No deberían compartirse, acaso? — Le miró ceñuda, pero plasmando la seguridad de sus palabras y convicciones no solo en su tono de voz, sino también en sus ojos azules. — En cuanto a mis compañeros... Son más bien mis amigos. Creo que ya los has visto. Uno es el gigantón rubio que habla raro, Ragnheidr. Airgid, la rubia coja... — Solo daba eses detalles, de hecho, para que a Lemon le fuese más fácil identificarlos. — Y Ubben, el moreno que tiene pintas de sisarte los bolsillos. — Lo decía de forma cariñosa para con ellos.
Pero, quizás, ese no era ahora el momento. Aunque era verdad que estaban a solas y nadie les estaba escuchando, supuestamente, la orilla del mar no era el lugar más idóneo. De hecho, ahora estaba más pendiente de los pasos que el Revolucionario daba mientras se iba metiendo, poco a poco, en el agua. Le tendió la mano, y le ayudó con el ingreso al mar mientras le vigilaba.
— ¡Pero bueno! — En el momento en el que se metió hasta las caderas, pues anteriormente todo había ido bien, Caretas perdió el equilibrio o las fuerzas, y terminó cayendo de plancha al agua. Efectivamente, como quien lanza una piedra. Se acercó rápidamente mientras el rubio boqueaba, y le sujetó por debajo de las axilas para mantenerle a flote. O, al menos, para que su rostro estuviese fuera del agua. — ¡Eres un caso, te apuraste demasiado! — Le regañó sin más, mientras hacía el esfuerzo por mantenerle la cara sobre la superficie.
Después de eso, silbó de una manera un tanto particular. Tuvieron que esperar unos cinco minutos antes de que Lemon sintiese algo bajo sus pies, y también bajo su culo. Era plano y húmedo, no viscoso como tal aunque daba un poco la sensación, también resbaladizo, pero podría subirse sin problemas. Una mantarraya de aspecto grande que fluía bajo el agua, justo debajo de Caretas. Usando su cuerpo a modo de apoyo para elevarlo lo suficiente y que se mantuviese ahí sin aparente peligro.
— No hagas movimientos bruscos. Y no grites demasiado o la espantarás. — Fue el primer consejo que Asradi le dió.
La sirena no se subió, aunque permaneció un poco por detrás, de manera cómoda. Lo suficiente como para que, al erguir su cuerpo y, por ende, su cola, pudiese quedar a la misma altura que Lemon, al cual sujetó por la cintura desde detrás de él. Una forma de mantenerle quieto, esperaba, y también por seguridad. El agua, ahora, le daría al varón a la altura de la cintura, sí. Pero ya no se hundiría gracias a la mantarraya y a que Asradi estaba sujetándole por detrás para que no se fuese de lado o hacia delante.
— Entonces, ¿qué te parece? — Sonrió, susurrándole cerca del oído únicamente por la posición de ambos.