Galhard
Gal
19-10-2024, 02:48 PM
Galhard se encontraba frente a las dos puertas, ambas idénticas en apariencia, pero cargadas con una promesa velada de consecuencias que se extendían más allá del laberinto. Sus ojos recorrían las inscripciones una y otra vez, el peso de las palabras apretándole el pecho. "El camino de la verdad está lleno de sacrificios" y "El deber a veces demanda el sacrificio de la verdad." Ambas frases retumbaban en su mente, como ecos de dilemas que jamás había tenido que enfrentar con tal claridad.
El joven marine cerró los ojos por un momento, intentando calmar la tormenta interna que lo agitaba. Desde que ingresó en la Marina, su vida había estado guiada por un conjunto claro de principios: justicia, deber, lealtad. Todo había sido blanco y negro, o eso pensaba. Pero esta prueba… este dilema… lo arrastraba a un terreno donde las líneas entre lo correcto y lo incorrecto parecían difuminarse.
"La verdad... o el deber" murmuró para sí, masticando las palabras con cuidado. La verdad siempre había sido uno de los pilares de la justicia. En los días de entrenamiento, se le había enseñado que sin la verdad, la justicia no podía florecer. Sin embargo, conforme había crecido, había visto la otra cara del deber. Había visto cómo a veces, la verdad podía desgarrar más de lo que sanaba. Había sentido el peso de decisiones difíciles, en las que hacer lo correcto para proteger a los demás significaba ocultar ciertos aspectos de la realidad.
—El sacrificio de la verdad por el deber… —susurró, contemplando lo que aquello implicaba.
El deber, como marine, lo había llevado a asumir responsabilidades que a veces lo alejaban de sus propios deseos. El deber de proteger a los inocentes, de mantener el orden, a menudo lo había forzado a comprometerse con decisiones que no siempre eran las más puras o justas. Pero ese era el precio de la paz. No siempre se podía mostrar toda la verdad, especialmente cuando revelarla podía poner en peligro a las personas que juró proteger.
"A veces, una mentira dulce puede ser lo que alguien necesita para seguir adelante." Los recuerdos de amigos y aliados, de civiles que habían sufrido lo indecible, pasaban por su mente. Había momentos en los que una verdad desgarradora habría destruido a alguien más que el enemigo lo hubiera hecho. ¿No era más noble, en esos casos, permitirles vivir en una ignorancia que les proporcionara algo de consuelo?
Pero... ¿hasta dónde podría llegar esa lógica? Galhard se detuvo en seco, mordiéndose el labio inferior. ¿Cuándo se cruzaba la línea en la que proteger a los demás se convertía en una justificación para ocultar la verdad? ¿No se corría el riesgo de perder de vista los ideales mismos que la Marina debía proteger?
"El deber puede demandar el sacrificio de la verdad" pensó. En ciertas ocasiones, era inevitable que las sombras acompañaran al deber. Pero, al mismo tiempo, el camino de la verdad, por amargo que fuera, también tenía su lugar en el mundo de un marine. Si la verdad se ocultaba constantemente, ¿cómo podría llamarse a sí mismo defensor de la justicia? La verdad podía ser un faro en la oscuridad, una guía para quienes se perdían en las decisiones difíciles. A veces, enfrentar la verdad era el único camino para sanar de verdad, para avanzar sin dejar cicatrices abiertas en el alma.
—La verdad debe prevalecer... pero... no siempre —dijo en voz baja, luchando con sus propios pensamientos. Sabía que una verdad absoluta, revelada sin cuidado, podía ser destructiva. No solo para aquellos que la enfrentaban, sino también para él mismo. Había momentos en los que esa verdad necesitaba ser suavizada, moldeada, para que no aplastara a los que la recibían. Pero, ¿hasta qué punto se podía moldear la verdad antes de que se convirtiera en una mentira?
Abrió los ojos nuevamente y miró las puertas. Cada una representaba un extremo, y Galhard, en su joven pero ya marcada carrera, sabía que los extremos raramente llevaban a buenas decisiones. La verdad debía ser protegida, pero el deber demandaba sabiduría en cómo y cuándo revelarla.
"A veces la verdad debe ser sacrificada por el bien mayor" pensó. Pero también sabía que, sin verdad, su deber perdería su propósito. La justicia que él juraba defender no podía basarse en mentiras. Sin embargo, tampoco podía ser tan rígido como para pensar que toda verdad, en cualquier circunstancia, debía ser dicha sin consecuencias.
Finalmente, su respiración se calmó y la decisión tomó forma en su mente.
—Mi deber es proteger, pero no a costa de todo... — dijo, su voz firme. Miró una vez más ambas inscripciones —La verdad es una parte esencial de la justicia, pero la justicia también necesita flexibilidad, necesita comprender el contexto. No puedo traicionar ni uno ni otro, porque uno sin el otro no tiene sentido.— añadió mordiéndose el labio
Se acercó a la primera puerta: "El camino de la verdad está lleno de sacrificios". Sabía que elegirla significaba aceptar que las verdades más duras y amargas tendrían que ser enfrentadas, no solo por él, sino por aquellos que juraba proteger. Pero en su corazón, Galhard sabía que solo aceptando el peso de esa verdad podía cumplir con su deber de manera justa.
Con una mezcla de determinación y duda aún recorriendo su mente, Galhard empujó la puerta.
El joven marine cerró los ojos por un momento, intentando calmar la tormenta interna que lo agitaba. Desde que ingresó en la Marina, su vida había estado guiada por un conjunto claro de principios: justicia, deber, lealtad. Todo había sido blanco y negro, o eso pensaba. Pero esta prueba… este dilema… lo arrastraba a un terreno donde las líneas entre lo correcto y lo incorrecto parecían difuminarse.
"La verdad... o el deber" murmuró para sí, masticando las palabras con cuidado. La verdad siempre había sido uno de los pilares de la justicia. En los días de entrenamiento, se le había enseñado que sin la verdad, la justicia no podía florecer. Sin embargo, conforme había crecido, había visto la otra cara del deber. Había visto cómo a veces, la verdad podía desgarrar más de lo que sanaba. Había sentido el peso de decisiones difíciles, en las que hacer lo correcto para proteger a los demás significaba ocultar ciertos aspectos de la realidad.
—El sacrificio de la verdad por el deber… —susurró, contemplando lo que aquello implicaba.
El deber, como marine, lo había llevado a asumir responsabilidades que a veces lo alejaban de sus propios deseos. El deber de proteger a los inocentes, de mantener el orden, a menudo lo había forzado a comprometerse con decisiones que no siempre eran las más puras o justas. Pero ese era el precio de la paz. No siempre se podía mostrar toda la verdad, especialmente cuando revelarla podía poner en peligro a las personas que juró proteger.
"A veces, una mentira dulce puede ser lo que alguien necesita para seguir adelante." Los recuerdos de amigos y aliados, de civiles que habían sufrido lo indecible, pasaban por su mente. Había momentos en los que una verdad desgarradora habría destruido a alguien más que el enemigo lo hubiera hecho. ¿No era más noble, en esos casos, permitirles vivir en una ignorancia que les proporcionara algo de consuelo?
Pero... ¿hasta dónde podría llegar esa lógica? Galhard se detuvo en seco, mordiéndose el labio inferior. ¿Cuándo se cruzaba la línea en la que proteger a los demás se convertía en una justificación para ocultar la verdad? ¿No se corría el riesgo de perder de vista los ideales mismos que la Marina debía proteger?
"El deber puede demandar el sacrificio de la verdad" pensó. En ciertas ocasiones, era inevitable que las sombras acompañaran al deber. Pero, al mismo tiempo, el camino de la verdad, por amargo que fuera, también tenía su lugar en el mundo de un marine. Si la verdad se ocultaba constantemente, ¿cómo podría llamarse a sí mismo defensor de la justicia? La verdad podía ser un faro en la oscuridad, una guía para quienes se perdían en las decisiones difíciles. A veces, enfrentar la verdad era el único camino para sanar de verdad, para avanzar sin dejar cicatrices abiertas en el alma.
—La verdad debe prevalecer... pero... no siempre —dijo en voz baja, luchando con sus propios pensamientos. Sabía que una verdad absoluta, revelada sin cuidado, podía ser destructiva. No solo para aquellos que la enfrentaban, sino también para él mismo. Había momentos en los que esa verdad necesitaba ser suavizada, moldeada, para que no aplastara a los que la recibían. Pero, ¿hasta qué punto se podía moldear la verdad antes de que se convirtiera en una mentira?
Abrió los ojos nuevamente y miró las puertas. Cada una representaba un extremo, y Galhard, en su joven pero ya marcada carrera, sabía que los extremos raramente llevaban a buenas decisiones. La verdad debía ser protegida, pero el deber demandaba sabiduría en cómo y cuándo revelarla.
"A veces la verdad debe ser sacrificada por el bien mayor" pensó. Pero también sabía que, sin verdad, su deber perdería su propósito. La justicia que él juraba defender no podía basarse en mentiras. Sin embargo, tampoco podía ser tan rígido como para pensar que toda verdad, en cualquier circunstancia, debía ser dicha sin consecuencias.
Finalmente, su respiración se calmó y la decisión tomó forma en su mente.
—Mi deber es proteger, pero no a costa de todo... — dijo, su voz firme. Miró una vez más ambas inscripciones —La verdad es una parte esencial de la justicia, pero la justicia también necesita flexibilidad, necesita comprender el contexto. No puedo traicionar ni uno ni otro, porque uno sin el otro no tiene sentido.— añadió mordiéndose el labio
Se acercó a la primera puerta: "El camino de la verdad está lleno de sacrificios". Sabía que elegirla significaba aceptar que las verdades más duras y amargas tendrían que ser enfrentadas, no solo por él, sino por aquellos que juraba proteger. Pero en su corazón, Galhard sabía que solo aceptando el peso de esa verdad podía cumplir con su deber de manera justa.
Con una mezcla de determinación y duda aún recorriendo su mente, Galhard empujó la puerta.